lunes, 16 de septiembre de 2013

El innoble Premio Nobel



Obama extiende la Ley de Comercio con el Enemigo para sancionar a un solo país: Cuba

Jorge Alberto Bolaños Suárez *
Granma

En medio de los aprestos bélicos contra Siria nos llega la noticia de que el presidente Obama extendió, por quinta ocasión, la puesta en vigor de la Ley de Comercio con el Enemigo dedicada, por entero, a sancionar a un solo país: Cuba.

La Ley resulta una pieza importante en el enjambre de normas, decisiones ejecutivas y leyes que conforman el bloqueo económico, comercial y financiero impuesto unilateralmente y de forma ilegal a nuestro país y que fuera definido en junio del 2012 por el jefe de sanciones de la Oficina de Control de Activos (OFAC) como el sistema de sanciones más integral, coherente y amplio jamás impuesto a otra nación.

Fue el presidente John F. Kennedy, quien en 1963, después de varias semanas de vacilaciones ante la inexistencia de un estado de guerra con la Isla, la hizo efectiva bajo la supuesta justificación de una proclama presidencial que decretaba el Estado de Emergencia.

La ley fue por primera vez aplicada durante la Primera Guerra Mundial por el presidente Woodrow Wilson que consideraba el boicot económico como un arma mortal y eficaz.

No pocos académicos estadounidenses consideraban que Obama, durante su último mandato, procedería a hacer los cambios en la hostil política de Estados Unidos hacia Cuba que dejó de hacer en su primer mandato. Justamente, pensaban que era la Ley de Comercio con el Enemigo la primera que podría desaparecer sin crear demasiado ruido, se dejaría morir por falta de extensión presidencial.

En realidad, se hace cada vez más visible, en diferentes segmentos de la sociedad estadounidense, el rechazo de la mencionada política. Numerosas y reiteradas declaraciones de altas personalidades y sondeos de opinión, así lo confirman.

En el orden externo, no existe en la historia de la Agenda de la Asamblea General de las Naciones Unidas en el que Estados Unidos se encuentre tan aislado de la comunidad internacional como en el tema del criminal y genocida bloqueo a Cuba.

 En Trinidad, como también en Cartagena, quedó demostrado que esta política de ensañamiento contra Cuba constituye uno de los principales asuntos de fricción de los países de nuestra región con el imperio.

No cabe duda que Obama pensó en lo anterior en el momento de firmar la extensión de la Ley de Comercio con el enemigo pero optó, una vez más, por seguir la lógica imperial. Su discurso sobre Cuba insiste, como lo hicieron sus antecesores, en considerar el desprestigiado e ilegal bloqueo como instrumento valioso para imponer cambios internos en nuestro país.

Así pensaba Woodrow Wilson. Cito: "Una nación boicoteada es una nación que está a punto de rendirse, apliquemos este remedio económico, pacífico, silencioso, mortífero y no habrá necesidad de usar la fuerza. Es un remedio terrible, no cuesta una sola vida fuera de la nación boicoteada pero plantea una fuerte presión que, a mi modo de ver, ninguna nación moderna podría resistir". Fin de la cita.

Wilson estaba en lo cierto al definir el boicot como un remedio terrible, mortífero... pero se equivocó al decir que una nación boicoteada estaría a punto de rendirse. Cuba lo desmiente rotundamente, más de medio siglo de heroica resistencia al genocida bloqueo lo demuestran.

Obama debería aprender esta lección.


* Fue viceministro de Relaciones Exteriores y Jefe de la Sección de Intereses de Cuba en Washington entre el 2007 y el 2012.

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