domingo, 18 de noviembre de 2007

MATANZAS: gracia, sobrenombre, santo y seña.





Tomado del libro: Retrato de Ciudad.
De: Raúl R. Ruiz *

Matanzas es ciudad de gracias: aparte de su bautismo oficial, es sobrenombrada de muy diversas maneras. Y todas portan razones de ser, La historia, la política, y la geografía están presentes en los testimonios de fundamento., también las costumbres de los pobladores y la variedad de etnias que subyacen en su composición. Y hasta pesa la diversidad de su desenvolvimiento económico y cultural en distintas épocas.
El primitivo y oficial San Carlos y San Severino de Matanzas sufrió los embates del uso popular, que lo redujo sabia y drásticamente, y desde los albores, a su forma, al parecer definitiva: Matanzas.
La geografía impuso el inicial Ciudad de dos ríos: San Juan y Yumurí, porque el Sabicú corrió la mala suerte de pasar inadvertido.
Sería el tiempo, con la consecuente expansión urbana, quien elevará a tres la cuenta en la década de los cincuenta del siglo XX, al rebasar las márgenes del casi inexistente Bueyvaca, y a cuatro en los sesenta, al sortear las aguas del Canímar. De ahí la solución salomónica: Ciudad de los ríos. Y con los ríos llegaron los puentes: uno en 1722., diecisiete en 2002… y Matanzas fue la Ciudad de los Puentes.
Cuando los ciclos azucarero y cafetalero propician el ensanche económico y al ascenso de la cultura, se hacen presente la sangre negra con el Atá Ayá lucumí, y las alusiones al pasado indígena.
Estas la inician, se cree el boticario bayamés, Francisco Javier de la Cruz figura prominente en la vida cultural, y las consolida Rafael Contaminas con el Álbum de Yucayo. Se pone de moda la Gentil Yucayo.
En los años de apogeo cultural, los apelativos provienen también de las comparaciones con ciudades famosas., en 1845 Federico Milanés alude al parecido geográfico y nace la Nápoles de América ., Rafael del Villar precisa similitudes con el desarrollo comercial y lanza el título de Tiro de los mares de Occidente , 1860 ., mientras Manuel de Zequeira y Arango, en franca alusión a las aguas, la señala como Venecia Cubana.
El santo y seña definitiva nació en 1860, cuando al inaugurarse el Liceo Artístico y Literario, su director Rafael del Villar, proclamó a la ciudad La Atenas de Cuba. No importan los casi ciento cincuenta años transcurridos, que tornan obsoleta la denominación en medio de esta rampante modernidad que se vive., tampoco resultan convincentes las críticas y reparos formulados en términos académicos: pervive el reconocimiento como Atenas de Cuba. No constituyen obstáculos los cambios operados en el desenvolvimiento económico-social, que la llevaron al estancamiento, primero, y a la decadencia, después, a tal punto de merecer en el siglo XX la calificación de Ciudad dormida.
Por encima de los dictados del tiempo, por sobre toda consideración intelectual y erudita, entrado el siglo XXI, Matanzas sigue siendo, para sus pobladores---en destacado lugar--- y para los cubanos en general, La Atenas de Cuba.
Y sin que nadie sepa cómo ni cuándo. El siglo XX dejó a Matanzas el legado de otro sobrenombre: por razones obvias, la Ciudad de los poetas. Y sin siquiera conocer el por qué, aunque tan evidente parezca a primera vista, el pasado siglo le legó también el gentilicio yumurino, para los habitantes de la ciudad, y por extensión, para los de la provincia.
Tantos son los calificativos para distinguirla, que cuando en 1961, Francisco Ponte Domínguez publica un opúsculo sobre el asunto, arriba a la conclusión de que Matanzas es la Ciudad cubana de los sobrenombres, y con ello estaba añadiendo---al menos por el momento y quizá sin proponérselo---el último calificativo…



*Raúl R, Ruiz (intelectual matancero nacido en Buenavista, Villa Clara, (1941.2004) se desempeño como historiador, ensayista. Entre sus publicaciones en Cuba y el extranjero se encuentran: Biblioteca Pública de Matanzas (1980) , El Instituto de Matanzas, centro de tradición revolucionaria (1981), Esteban Chartran ( 1987), Pedro Duarte: patria y evangelio (1997), Otra ojeada al Liceo de Matanzas (2002), Vitier: artífice de la matanceridad (2002). De los múltiples reconocimientos que recibió se destacan: el título de Hijo Adoptivo concedido por la Asamblea Municipal del Poder Popular y la distinción Por la Cultura Cubana.

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