viernes, 4 de octubre de 2013

Tesoros de Matanzas: Centro histórico de Varadero. Primera Parte


Dr. Mario Valdés Navia *


Varadero es la más famosa playa de Cuba y uno de los destinos turísticos más importantes del Caribe. La transparencia de sus aguas, las disímiles tonalidades azules en el mar, las arenas finísimas, suaves y blancas, su clima cálido, su vegetación y su paisaje abierto, hacen de él un balneario inolvidable e irrepetible.

Su potencial natural más importante es la playa, que tiene una longitud de alrededor de 20 kilómetros, con un ancho promedio de franja de arena de 28 metros, un grosor promedio de la arena de 0.17 mm – la cuarta de Cuba -, una altura promedio de la duna de 1 metro y una pendiente submarina tan suave que la profundidad de 1.8 metros (6 pies) no se encuentra hasta los 70 metros de la orilla.

Cuenta con facilidades para la actividad náutica, golf, eventos y viajes de incentivo, una atractiva vida nocturna y la más completa infraestructura turística de la isla, complementadas por la calidad y profesionalidad de sus trabajadores y la hospitalidad de la población nativa.

En esta península larga y estrecha se integran actividades tan diversas como el turismo de sol y playa, la música y la poesía, las tradiciones, el patrimonio y la exuberante naturaleza en todas sus formas tropicales.

No obstante, Varadero es mucho más que eso: es una comunidad humana, con una identidad local, una cultura y un patrimonio que data de varios siglos y que acumula valores suficientes para estar optando, en la actualidad, por la declaración de Monumento Nacional para el centro histórico del poblado.

 Al tesoro que constituye la historia y el patrimonio del poblado de Varadero dedicaremos esta serie de Tesoros de ;Matanzas.

En la era precolombina, las comunidades aborígenes dejaron su huella en ambas costas de toda la península de Hicacos (PH), por lo que existen varias cavernas que constituyen importantes sitios arqueológicos.

Desde el siglo XVI, la PH comenzó a ser explotada económicamente para la producción de sal, mediante el suministro a navíos hispanos y el establecimiento de un comercio de rescate con los filibusteros europeos que eran sus principales clientes.

 En el siglo XVIII, la producción de sal y su venta en fanegas seguía siendo el negocio principal de la zona de Hicacos, a tal punto que el rey decidió, en 1758, establecer el monopolio de la sal, a través de la Real Hacienda.

El siglo XIX trajo consigo el boom del negocio salinero en la región, incrementándose el cabotaje con otros puertos de la Isla, el contrabando con los extranjeros y el asedio de los corsarios latinoamericanos - en guerra con España desde 1810 -al transporte de la sal.

En la segunda década del siglo XIX fueron apareciendo varios caseríos en la península. El primero de ellos, en las cercanías de la laguna de Paso Malo, con la peculiaridad de que sus habitantes convirtieron la cercana Cueva del Muerto en su capilla comunal, lo que le otorgó cierto grado de santidad.

En 1828, se establece el embarcadero de Boca de Camarioca, con almacenes para el azúcar, melaza y ron. En su bahía se mostraba una curiosidad de entonces: una mancha de chapapote, con el cual se experimentó hasta lograr un compuesto que comenzó a ser utilizado para impermeabilizar techos y buques.

Hacia 1827-1828 ya Varadero era una Alcaldía de Mar de la Sub-delegación de marina de Cárdenas, pero en los años 30 tuvo una merma notable en sus valores al ser destruido por el ciclón del 32 y, sobre todo, por el éxodo de vecinos que provocó la fundación y el ascenso vertiginoso de la ciudad de Cárdenas.

No obstante, en 1838, se dio inicio a la explotaciónde una nueva rama productiva: la extracción de cantos para construcciones,en las canteras de María Luisa Suberville, al suroeste de la laguna de Paso Malo.

El incremento del tráfico marítimo comercial en torno a la PH motivó que, en 1847, se instalaran los faros de Diana y Piedra con una iluminación permanente que dio seguridad a los navegantes que entraban y salían de la bahía de Cárdenas.
En todo este período las caletas de la región eran utilizadas para la infame trata clandestina de esclavos africanos mediante el desembarco de cargamentos ilegales de bozales en las desguarnecidas costas de la PH.

Alrededor de 1840, comienza la presencia de los llamados “temporadistas” – actuales veraneantes, o turistas - en Varadero,miembros de familias pudientes de Cárdenas, Matanzas y La Habana, que descansaban en la hermosa playa en los meses de verano, auspiciados por los descendientes de Bernardo Carrillo de Albornoz, dueños de la mayoría de las haciendas de Varadero e Hicacos.

Para hospedar a los temporadistas fue construido un pequeño caserío en el lugar, con casas veraniegas que, el resto del año, eran preservadas por servidores domésticos.Aunque aún incipiente, esta actividad pre-turística se mantuvo de manera sistemática y dio lugar a que,en 1867, se estableciera el primer medio de transporte regular entre Cárdenas y Varadero: el velero “Paquete”.

Sin embargo, el estallido de las guerras de independencia, hizo mermar considerablemente la economía de la región al disminuir la producción salinera. No obstante, entre 1872 y 1878, se levanta un nuevo caserío en la zona de Las Palmitas (calles 36 a la 39), de mayor relevancia que los anteriores, con casas de madera y techos de tejas españolas y donde se establece una iglesia parroquial, que vendría a constituir el antecedente más inmediato de la aparición del poblado de Varadero en la década siguiente.

En la próxima sección veremos cómo se fomentó el poblado de Varadero y se expandió la actividad turística en este balneario hasta llegar a convertirlo en uno de los destinos más importantes del mundo.












Director de la Biblioteca "Gener y del Monte" de Matanzas *

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