jueves, 8 de agosto de 2013

El tiempo de los frutos ¿ maduros ?

Nota de José Miguel:

 Este tema siempre me ha interesado, hace algún tiempo publiqué en la prensa de mi provincia un trabajo donde se ponía de manifiesto el alto peligro que encierra para la salud, madurar frutas y viandas artificialmente utilizando productos químicos, algunos de los cuales son de procedencia desconocida.

En Cuba el propósito de los vendedores, es madurarlos porque así de esta forma los venden más rápidamente. La persona que no logre identificar este proceder, está corriendo un serio peligro para su salud.

Se dice que algunos vendedores inescrupulosos utilizan lo que les venga a mano para madurar estos productos, incluyendo hasta los ácidos de los acumuladores de los carros. De todas formas les dejo con éste artículo recogido de Cubadebate.

Por Zuamy Campos, Giselle Vichot y Diona Espinosa (Estudiantes de Periodismo)


Era la tercera vez que Magalis llegaba su casa con las compras del agro y al abrir la frutabomba su interior denotaba una falsa maduración.

 Entonces encontró un lugar donde la calidad de la compra estaba en correspondencia con su dieta saludable. Historias como esta denotan el temor de algunos consumidores para comprar los productos del mercado agropecuario.

La exquisitez de la comida criolla cubana pocas veces nos hace reparar en la procedencia de los alimentos servidos sobre la mesa. Sin embargo, si se mira a ciertas implicaciones de cada etapa del ciclo productivo de las frutas y los vegetales, quedaría en duda qué es comer saludable.

El proceso de maduración, cuando ocurre naturalmente, supone la completa formación del fruto y, por tanto, la adquisición de todas sus propiedades. Siendo así, violentar esta fase mediante el uso de productos artificiales, limita los beneficios de los nutrientes, tiene un impacto en el ecosistema y afecta, también, al organismo humano.

En Cuba uno de los compuestos más socorridos para madurar de forma artificial es el flordimex.

 Otras denominaciones de este producto resultan thefón, ethephon, chlorethefon, ethrel, y su fórmula química es ácido 2-cloroetilfosfónico. Su estado varía, puede presentarse de forma sólida o líquida.

Si bien en la Isla está autorizado su empleo para acelerar y sincronizar la maduración y concentración de la sacarosa en la caña de azúcar; tanto intermediarios como revendedores en el mercado agrícola de oferta y demanda, utilizan el flordimex y otros tóxicos para apresurar la maduración de los frutos que ofrecen al consumidor.

Entre las contraindicaciones del producto figuran afectaciones por inhalación y por contacto con la piel, así como los efectos negativos para el medio ambiente acuático.

 Métodos tan irresponsables como sumergir los frutos en un tanque de mezcla de agua y flordimex, o su aplicación en el pedúnculo de frutas como el mango, sin atender a las dosis o la concentración, constituyen prácticas habituales y de impacto negativo.

El Doctor Gonzalo Dierksmeier, director del departamento Unidad Ciencia y Técnica Básica-Química del Instituto de Investigaciones de Sanidad Vegetal, perteneciente al Ministerio de la Agricultura, opina que, aunque en el mundo el uso del ethephon esté permitido para madurar, aquí está registrado solamente como regulador biológico del crecimiento.

 Su uso para madurar frutos constituye una violación, pues en Cuba no está contemplado ni permitido este tipo de compuestos con tales fines.
Asimismo, Juan Carlos Rivero Alfonso, Licenciado en Educación Agropecuaria, afirma que el flordimex fue concebido inicialmente para inducir la floración de la piña, ya que las plantas de un mismo sembrado tienden a no hacerlo al unísono.

Algunas señales permiten reconocer la adulteración de un producto en el agromercado. Por ejemplo, es posible que la coloración se torne negruzca en la zona donde se aplicó la sustancia, o que una consistencia dura no corresponda al tono de maduración aparente. En el caso particular del plátano y el mango un indicio pudiera ser la uniformidad amarilla sin manchas negras en la cáscara.

“Cuando la fruta está golpeada, el madurador no penetra homogéneamente y se concentra en el lugar dañado. El cultivo debe tener una maduración fisiológica, y estos tratamientos pueden resultar peores mientras más maltratado esté“, afirma el Doctor Dierksmeier.

Un cuestionamiento sobre el tema es la repercusión del consumo de alimentos con altas concentraciones de esos químicos para el organismo humano. Dierksmeier asegura que los residuos de estos productos, si se aplican correctamente, son mínimos y no tienen efectos acumulativos.

Por su parte, el Doctor en Ciencias Edilberto Pozo declaró para el diario cubano Trabajadores que “desafortunadamente no hay mucho en la literatura referido a intoxicaciones y malformaciones celulares por este químico en el ser humano, pues no se usa para madurar frutas, como se está haciendo actualmente en Cuba, y su toxicidad para su verdadera función es ligera”.

El Instituto de Investigaciones de Sanidad Vegetal, al decir de Dierksmeier, calcula que la demanda de productos duplica su oferta. Por tanto los agricultores deben concientizar su debido manejo.

“Existe una realidad, la población mundial sigue creciendo y demanda más alimentos. La cantidad de tierras es limitada, y parte de ellas están dedicadas a recursos forestales, necesarios como pulmones del mundo. Entonces, el suelo disponible tiene que explotarse al máximo. La tendencia mundial es un correcto uso de medios químicos para proteger los cultivos“, señaló.

Asimismo, agregó que actualmente, existen menos personas preocupadas por arar la tierra y estudiarla, pero se necesita comer. Esa contradicción tiene como resultado el empleo de tecnologías, herbicidas, fungicidas, plaguicidas, maduradores para cosechar mecánicamente y alcanzar rendimientos altos.

Por tal motivo, los consumidores necesitan velar por sus derechos ante los riesgos de ingerir frutos contaminados químicamente.

 En este punto deberá potenciarse la vigilancia por parte de los inspectores de sanidad vegetal, no solo en el campo, sino también en los mercados donde se expenden estos productos agrícolas. Se impone, además, establecer mecanismos jurídicos penales que pongan freno a una práctica desmedida que comienza incluso en el justo momento en que la semilla llega al suelo.

Para obtener los mejores resultados, no basta vender fácil un producto aparentemente saludable. También implica una toma de conciencia, difícil de alcanzar cuando se persigue un fin lucrativo.

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