Escrito por Arnaldo Musa/Especial para CubaSí
Represión, despidos, todo tipo de burlas a un Parlamento
democráticamente electo, pero que sigue sin ser consultado, como parte
del cumplimiento de las tareas que se propuso Mauricio Macri, al lograr
con el apoyo mediático mayormente reaccionario y los consorcios
agroindustriales acceder a la Presidencia del país, aprovechando que la
saliente Cristina Fernández de Kirchner no podía reelegirse en esta
ocasión.
Mediante decretos ha hecho todo lo que ha querido, y ahora maniobra
tras bambalinas para eludir, o ignorar, o vencer leyes y lograr la
necesaria aquiescencia congresional, cuando obligatoriamente tenga que
consultar al legislativo, con el fin de negociar la soberanía económica
con los fondos «buitres», ignorados por la anterior mandataria, en un
indudable gesto valiente y soberano.
Hasta ahora han sido inútiles las movilizaciones de diputados,
senadores y organizaciones sociales y políticas del ahora opositor
Frente para la Victoria para cuestionar los decretos de Macri contra la
Ley de Medios, la designación por decreto de jueces de la Corte y las
más recientes medidas económicas del anterior gobierno.
Oídos y papeles han tenido que soportar la cínica declaración de
Macri de que «no la tengo cogida con Víctor Hugo Morales», luego que el
programa que el locutor uruguayo mantuviera durante 30 años en Radio
Continental fue sacado del aire y rescindido su contrato, recordando los
días de la dictadura militar y la época del macartismo en Estados
Unidos.
Todo ello juega con el intento presidencial de designar por decreto a
dos jueces de la Corte Suprema de Justicia, después de haber devaluado
el peso y montar un andamiaje para lograr una especie de blindaje que
impida cualquer tentativa opositora de impedir sus actos violatorios
contra los derechos ciudadanos.
Frente a ello pululan manifesaciones de decenas de miles de personas,
tres de ellas convocadas por el peronismo, que subrayan que las medidas
económicas representan una brutal transferencia de recursos de los
trabajadores hacia las corporaciones, y que el levantamiento de las
regulaciones del mercado cambiario ocultan un fuerte ajuste con espíritu
revanchista que busca llevarse lo que no pudieron durante los 12 años
del gobierno del peronismo kirchnerista.
Acciones y consecuencias
Lo cierto es que el plan económico de Macri es apoyado por la
reacción interna y externa, los mal informados y los «obedientes» de
siempre, esos que nunca han tenido fe en la soberanía de la nación.
Más allá de los frases generales y los slogan de campaña, en los
reportajes hechos a él y a sus colaboradores y de las medidas tomadas en
sus ocho años de gobierno en la ciudad de Buenos Aires, se sabía que el
mandatario levantaría las restricciones en el mercado de cambio, aunque
no lo pudo hacer en el primer día y tuvo que esperar once.
«Van a sobrar dólares en la Argentina a partir de diciembre. Yo dejo
flotar el tipo de cambio. Pero lo vamos a tener que sostener, porque van
a venir tantos recursos que la moneda (el peso) va a tender a
apreciarse. Vamos a buscar un punto de equilibrio que no perjudique al
asalariado», indicó, aunque este último ya lo está incumpliendo.
Con respecto a la crisis de la deuda que tiene el país, dijo que
pretende «estar al día con las deudas, no deberle nada a nadie, no ser
moroso», o sea, volver a negociar con los fondos «buitres», someterse
bajo su férula y evitar distanciarse de las corporaciones
estadounidenses.
A Macri lo elogian figuras como Domingo Cavallo, exministro de
Economía durante las presidencias de Fernando de la Rúa y Carlos Ménem,
quien recomendó, sin tener en cuenta el poder adquisitivo del argentino
medio, que «para poner en marcha el sistema monetario, el futuro
gobierno no puede dejar la inflación reprimida. Es fundamental que
previamente se liberen todos los precios. Yo lo llamo liberalizar la
economía, dejar que los mercados determinen los precios relativos. Eso
lo tendrá que hacer simultáneamente con la puesta en marcha de un
sistema monetario».
Para él, hay que «eliminar los subsidios al gas, la electricidad y al
transporte, los impuestos a las ganancias y a las operaciones con
cheques, y unificar el mercado cambiario para que todos los que tengan
que vender o comprar divisas lo hagan en el mercado único libre de
cambio sin restricciones».
La realidad es que lo que está haciendo Macri es un ajuste que la
economía argentina no soporta y que tiene un costo social enorme, por lo
cual diversos economistas, la mayoría no afiliados al kirchnerismo, lo
califican de irresponsable.
Ello ya lo había demostrado en la gestión que realizó en la ciudad de
Buenos Aires. Allí, endeudamiento y dolarización caracterizaron su
gobierno, que sigue la senda trazada por la dictadura militar primero y
la convertibilidad después.
Por ese camino, aumentó la deuda externa de la capital de 196,2
millones de dólares en el 2007 a 2043,1 millones el 30 de septiembre del
2014 (941%), y, en ese mismo período, la participación de la deuda en
moneda extranjera sobre la total pasó del 34% de fines del 2007 al 97%.
Y este maremagnum de tantas cosas malas solo está comenzando, por lo
que se hace imprescindible la decisión mancomunada de los argentinos de
buena fe para detenerlo y ¿por qué no?, hasta de revertirlo.
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