Tomado de Cubadebate
Hay que agarrarse el bolsillo hoy en Cuba si de procurar alimentos en
los agromercados se trata. Los elevadísimos precios de la mayoría de
los productos que se expenden irritan a casi todos los consumidores y
suscitan dispares cuestionamientos hasta el punto de abrir muchas
interrogantes. ¿Cuánto durará ese despropósito? ¿Cuál será el
límite del desequilibrio entre los costos y el poder adquisitivo medio
en el país? He aquí solo dos de las preguntas que este enero
atizaron el debate al respecto, a propósito por un lado del
desabastecimiento en la mayoría de los locales de venta, y también, del
encarecimiento de los escasos productos disponibles, como fueron los
casos del tomate y la malanga, por ejemplo.
Si bien algunas producciones crecieron en el año 2015 -descargue PDF (207 Kb)-, no tuvieron reflejo real en el costo para la población, un indicador que lejos de disminuir, aumenta peligrosamente.
El crecimiento logrado, sin embargo, no satisfizo en casi
ninguna estación del año; porque ni se tradujo en aumento de las
cantidades, variedades y calidades de hortalizas y viandas disponibles
en los tipos de gestión de venta (mercado estatal, mercado de oferta y demanda, arrendados a cooperativas, cuentapropistas y el mercado EJT), ni logró la disminución de los precios.
Y esta disyuntiva puede llevar a pensar que la raíz del
fenómeno está precisamente donde se siembran, atienden y cosechan los
alimentos, un parecer que no comparten los asociados a la
Cooperativa de Créditos y Servicios (CCS) Antero Regalado, de Güira de
Melena, en la provincia Artemisa, según constató recientemente Cubadebate.
Desde 2013, con el objetivo de disminuir intermediarios y bajar los precios de los productos agrícolas, comenzó un nuevo sistema de comercialización directa desde las provincias Artemisa y Mayabeque hacia La Habana.
Ello posibilitaría transformar la comercialización de forma tal que se
eliminarían mecanismos para volverla más dinámica, eficiente y flexible.
“Al principio quizás, pero hace buen rato que no es
así. Acerca de esto mismo que sucedió en La Habana a principios de año,
no creo que se haya aprovechado lo que se dijo en la Asamblea Nacional
para aguantar la producción en el campo y que los precios aumenten. Me
parece que es una buena medida topar los precios en La Habana porque
¿hasta dónde va a llegar el costo de los productos? Hoy es imposible
para el pueblo, un jubilado por ejemplo, comprar una libra de malanga en
12 pesos o el tomate a 25. Creo que la causa del problema no
está en el campo. Aquí lo que se siembra, lo cosechas o lo pierdes; y
todo lo que se ha podido cosechar se ha sacado del campo”, expresó Abelardo Álvarez Silva, presidente de la CCS.
También para el usufructuario Horacio Báez González, la situación en
la primera quincena de 2016 es consecuencia de las deficiencias de ese
sistema de comercialización.
“Pienso que pasó porque pararon las camionetas particulares,
pues esa es una de las principales vías para transportar las mercancías a
La Habana, ya que acopio no está resolviendo el problema que hay.
Hoy se contrata tan poco que no satisface las necesidades de la
población. A nosotros, por ejemplo, nos contratan solamente un 30 por
ciento de lo que producimos; el otro 70 tenemos que buscar
medios para salir de él; en este caso pueden ser las famosas camionetas,
que son las que generan luego el precio alto, porque le vendo
por ejemplo el tomate a 100 pesos el quintal —le gano unos 20 ó 30
pesos— y sin embargo cuando llega al tarimero, este le vuelve a subir el
precio y de esta manera gana el que ni toca la tierra”, precisó.
¿Acopiar o no acopiar?
Según José Puente Nápoles en su libro La comercialización de los Productos Agropecuarios, “el acopio estatal aunque ha sufrido y pasado por distintas fases y modalidades organizativas a los largo de estos años
ha contado con transporte propio y especializado, almacenes, plantas de
beneficio, fábricas de envases y mercados… No obstante como desventajas
o insuficiencias que ha tenido… están: deficiencias organizativas y
otras que le han impedido recoger la producción en el momento requerido y
grandes pérdidas por mermas y desvíos de productos…”.
La mayoría de los campesinos aboga por que Acopio vuelva a
desempeñar un rol importante en el comercio de las producciones, aunque
sin los vicios y deformaciones que caracterizaron esa actividad antes de
2013.
“Queremos modificar el actual sistema de comercialización y volver a
establecer uno que supere las dificultades que presentaba este
mecanismo. Entre las principales insuficiencias del anterior sistema era
que había muchos cultivos que no se acopiaban y por ello muchas
hortalizas menores (rábanos, habichuelas, quimbombó) se dejaron de
sembrar porque el Estado no las contrataba. Además, en momentos
picos de la cosecha esa empresa se convertía en un cementerio de
productos, sobre todo en Güira”, declaró Álvarez Silva.
El presidente de la CCS y otros asociados concordaron en que
“existían condiciones de impago, pues era tanto lo que el campesino le
vendía a la Empresa de Cultivos Varios que había demoras de hasta tres y
cuatro meses”.
Además, “tampoco había una claridad con el tema del embalaje y el
pesaje ni con la calidad de los productos a la hora del pago. En la
mayoría de los casos los productos nuestros entraban con segunda-tercera
calidad a los puntos de venta”.
Para Yamila Sarduy Martínez, presidenta de la
filial provincial de la Asociación Nacional de Agricultores Pequeño
(ANAP), luego del reajuste del sistema de mercadeo, ha habido aspectos
“positivos y negativos”.
“En mi opinión —dice—, más positivos que negativos. Por ejemplo es un
paso de avance que las cooperativas pueden tributar de manera directa
en los agromercados de La Habana. En la actualidad administramos más de
60 en la capital, que nos ha posibilitado que las producciones no se
pierdan en el campo y que se comercialice a precios asequibles en este
tipo de mercados.
“Como aspecto negativo está que aquellas cooperativas que compran productos en el Trigal (mercado mayorista), los costos de los productos se encarecen y afecta sobre todo a la población que es el destinatario final. Para
este año 2016 se están creado todas las condiciones para que funcione
nuevamente Acopio y de abastecer de mejor manera los Mercados
Agropecuarios Estatales”.
Si de precios se trata…
Con el objetivo de aplicar un único procedimiento para la formación
de los precios de los insumos sin subsidios y en correspondencia con el
mercado internacional así como establecer el precio único para todos los destinos, en el año 2015 se estableció nuevas tarifas para estimular la producción agropecuaria.
A través de la Resolución No. 236/2015,
el MFP fijó los precios minoristas de los insumos, equipos e
implementos agrícolas para todas las producciones agropecuarias del país
que se venden por las empresas comercializadoras del sistema de la
agricultura no cañera, así como los impuestos que se pagarán.
“De manera general creo que los precios son buenos, lo que sí está
mal es las calidades que estableció Acopio. Ese librito por el cual
ellos se rigen a la hora de establecer la calidad del producto no está
acorde con los momentos que se están viviendo y la necesidad que tiene
el pueblo de tener comida. Pero los precios en general están buenos, claro que estimulan las producciones”, así opina Antonio Hernández Morera, dueño de la Finca Las Ninfas.
Con la formación de los nuevos precios se vieron estimuladas
producciones como el tomate, el café, el arroz, la leche y la carne de
cerdo.
Según declararon especialistas del Ministerio de la
Agricultura en la Mesa Redonda, los impactos más significativos en los
precios de los insumos fueron:
- Se redujo entre un 30 y un 60% los precios de los que se habían aprobado sin subsidio.
- Se eliminó el subsidio del presupuesto a la venta de insumos.
- Se incrementó el precio del combustible hasta 3 pesos.
- La relación entre la disminución del precio de los insumos y el
incremento del precio del combustible es favorable a la disminución de
los precios.
- Aceptación general en los intercambios que en todo el país se
hicieron con los productores, aunque requirió de explicaciones
adicionales en el caso del precio de la leche por su vinculación con la
calidad.
Entonces se impone la aclaración de que los precios de ventas
hasta ahora descritos solo se aplican cuando las contrataciones ocurren
con Acopio.
“Generalmente los alimentos no salen tan caros del campo. Los precios
que se ponen aquí no tienen nada que ver con los de la ciudad. Por
ejemplo, la malanga es 3.10 pesos o 3.20, y allá en La Habana se vende hasta en 18. Eso es algo absurdo, abusivo.
¿Cómo si usted produce aquí con un precio va a llegar al consumidor con
otro tan alto? Con esos mecanismos que le suben los precios a los
productos los campesinos no tenemos nada que ver”, asegura el pequeño
agricultor Horacio Báez González.
El presidente de la CCS Antero Regalado considera que “los precios a
los que se comercializa hoy en La Habana se deben porque todavía hay
demasiados intermediarios en la cadena de distribución. Hoy el producto
sale a un precio del campesino y cuando llega a La Habana tienen cinco,
seis y hasta diez veces el valor con el que salió del campo”.
Abelardo tiene el criterio de que “nosotros siempre hemos mantenido
bien bajos los precios de los productos y en consonancia con el costo de
producción de los alimentos de manera general”.
“Sin embargo, no es secreto para nadie que en La Habana se le aumenta
de manera descabellada el precio, por los intermediarios que hay,
repito, y también por la inseguridad de los medios estatales que
atienden la comercialización; aunque también por la irresponsabilidad de
algunos campesinos que no cumplen con su plan de producción y de ventas
y tratan entonces de vender sus cosechas por otros destinos”, aseveró.
Otro grupo de campesinos cree que se podía prever que los precios
estarían altos para estas fechas porque el clima “no estuvo de nuestro
lado”, pues en septiembre y octubre no se pudieron cultivar algunas
hortalizas que debían cosecharse a finales de año y entonces fue mucho
mayor la demanda que la oferta.
“Ahí es donde se aprovechan los inescrupulosos”, pero incluso así “es
injusto y criminal cómo han subido los precios”, aseveraron.
Álvarez Silva cree que
“las lluvias de diciembre y ahora en enero, cuando en casi una semana no ha escampado, ha retrasado las cosechas, las que se puedan salvar, claro, porque se han perdido productos como el tomate, el ajo, el frijol o la cebolla”.
Insumos: Cuando la cuenta no da
Si bien es cierto que en la actualidad los precios de los insumos que necesita el campesino son menores que un año atrás, la
calidad de los mismos no posibilita mayores rendimientos. Los
productores afirman que tampoco se garantizan a tiempo, ni en las
cantidades necesarias.
“Los insumos no llegan a nosotros al ciento por ciento, algunos
llegan al 10 por ciento, otros al 30 por ciento, y necesitamos que todos
los recursos lleguen a nuestras manos y con la calidad requerida para
lograr la superproducción que se pide. Vemos que por otras vías se
resuelven. Sabemos que llegan al país, pero los campesinos no lo
recibimos como es debido, y si lo recibiéramos, la producción se
duplicaría; porque, le digo una cosa, el campesino sí trabaja para
asumir los compromisos, y para mantener su familia de manera honrada,
sin afán lucrativo, pero necesita lo debido. Si eso sucediera, los
sobrecumplimientos estuvieran al máximo”, expresa Idarmi Ponce Musivae,
copropietaria de la Finca Las Delicias.
Grosso modo, ese mismo criterio tienen Julián González Rodríguez,
dueño de la Finca San Francisco y Antonio Hernández Morera, propietario
de la Finca Las Ninfas.
“Recibimos lo que se llama paquete tecnológico, que es de cuando el país estaba en el Período Especial de verdad. Abono, petróleo, pesticida…, pero eso no es lo necesario para que el campesino produzca más de lo que produce.
Hay veces que los productos están, pero llegan por medio de
revendedores, no por el canal que deben venir. Es una deficiencia que el
Estado debe tomar medidas con eso”, argumenta González Rodríguez.
Y Hernández Morera supone que “cuando los insumos no están a veces en
tiempo o están incompletos, que no alcanzan para el ciclo de vida de
cualquier producto, debe ser por causas ajenas a la voluntad de las
personas responsables de hacerlas llegar…, por cuestiones puntuales,
transporte, o quizás un cheque que no está a tiempo para pagar…”.
Sin embargo, abunda, “aunque llegue a tiempo ese recurso tampoco es
el que necesitamos. Estamos convencidos que el Estado destina
importantes recursos para la agricultura y que llegan al país, pero por
se van por otras vías, no nos llegan directamente. Aquí nadie
tiene fábrica de veneno, ni tiene pozo de petróleo, ni fábrica de abono
tampoco, ¿verdad? ¿Y entonces?”
Precisa la presidenta de la ANAP
que “hasta la fecha, por ejemplo, los insumos productivos no llegaron
en la fecha establecida, ni tampoco ha llegado el 100 por ciento de la
cantidad que se contrató. Gelma tiene responsabilidad en eso, pero esta
entidad también depende de lo que pueda adquirir el país. Además de eso
tenemos problemas de envases, sobre todo en los picos de cosecha como el
tomate y la guayaba”.
GELMA, organización empresarial aprobada en el mes de noviembre del
año 2013 como comercializadora mayorista de insumos, equipamientos y
prestación de servicios técnicos especializados para el sector
agropecuario del país, debe favorecer la ejecución del plan de compras
del organismo, desde y hasta las formas productivas para asegurar los
procesos de producción planificados.
El objetivo es acercarla a las unidades productoras eliminando los
intermediarios y pasando de la asignación administrativa a métodos
económicos y contractuales.
Cerrando el ciclo: ¿A dónde van los productos?
Como parte de la experiencia de mercadeo puesta en práctica entre La
Habana, Artemisa y Mayabeque, comenzó a funcionar el 18 de diciembre el
mercado El Trigal, primer mercado mayorista de abasto de productos
agropecuarios del país, al cual pueden acudir personas naturales y
jurídicas y en el que el productor puede comprar y vender.
Igualmente se posibilitó vincular directamente a las unidades
productoras agropecuarias con el abastecimiento a los mercados, para que
participen en mayor medida del precio minorista.
“Eso es lo ideal, que el campesino pueda vender sus productos
directos al consumidor, pero sabemos que no puede hacerse en todos los
lugares. Nosotros tenemos dos agros en La Habana, en los cuales
ofertamos 15 ó 20 productos a precios asequibles. Cuando el tomate se
vende hasta en 25 pesos, en nuestro mercado se mantiene a 6. El
boniato el año entero se mantiene a peso, mientras que en otras
unidades de comercializa a 3.50 la libra, y no solo en La Habana, aquí
en el mismo municipio se vendió de esa manera.
Como parte de la experiencia de mercadeo puesta en práctica entre La Habana, Artemisa y Mayabeque, comenzó a funcionar el 18 de diciembre el mercado El Trigal, primer mercado mayorista de abasto de productos agropecuarios del país, al cual pueden acudir personas naturales y jurídicas y en el que el productor puede comprar y vender.
Igualmente se posibilitó vincular directamente a las unidades
productoras agropecuarias con el abastecimiento a los mercados, para que
participen en mayor medida del precio minorista.
“Eso es lo ideal, que el campesino pueda vender sus productos
directos al consumidor, pero sabemos que no puede hacerse en todos los
lugares. Nosotros tenemos dos agros en La Habana, en los cuales
ofertamos 15 ó 20 productos a precios asequibles. Cuando el tomate se
vende hasta en 25 pesos, en nuestro mercado se mantiene a 6. El
boniato el año entero se mantiene a peso, mientras que en otras
unidades de comercializa a 3.50 la libra, y no solo en La Habana, aquí
en el mismo municipio se vendió de esa manera.
“Vendemos en Tulipán y Panorama y también en 50 y 51 en Marianao,
aunque todavía no son los precios que queremos. Hay productos que
salimos a buscarlos en otras unidades productivas y a esos se les
incrementa el precio porque ya no dependen de nosotros. Pero en esta
cooperativa se discuten todos los meses los precios de los productos a
vender en el mercado, y estamos dispuestos a hacer lo necesario para
satisfacer al pueblo”, asegura Abelardo Álvarez Silva, Presidente de la
Cooperativa de Créditos y Servicio (CCS) Antero Regalado.
En cuanto a la experiencia de la venta y compra en el Trigal comentó:
“El Trigal fue una entidad creada con un objetivo muy positivo de
concentrar todas las producciones provenientes de Artemisa y Mayabeque
para que luego fueran distribuidas en La Habana. Pero realmente la
cooperativa mía no tiene nada que hacer en el Trigal, ni lo tuvo cuando
empezó, ni lo tiene ahora. Ese establecimiento dejó de ser hace
un tiempo para lo que fue creado y se ha convertido en un antro de
perdición en todos los aspectos. Los precios son abusivos, es por hoy un
negocio de muchos cuentapropistas para enriquecerse y donde se desvían
las producciones para otros destinos que no son los recomendables”, señala Álvarez Silva.
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