En horas de la noche de este miércoles 5 de octubre falleció aqui en la ciudad de Matanzas a los 81 años de edad, Mario Martín Manduca.
Quizá para muchos este nombre resulte desconocido, sin embargo fue de los hombres que supo defender con valentía la dignididad de nuestro pueblo cuando Estados Unidos invadió la isla de Granada en octubre de 1983.
Mario Martín Manduca fue de esos hombres sencillos de aquellos que soño Martí. Hombre de campo creció en contacto con el sudor y el trabajo, pero cuando la patria necesitó ser protegida se convirtió en miliciano, dispuesto a defenderla a cualquier precio.
Mario Martín Manduca fue maestro voluntario de Educación Obrero Campesina, donde impartió clases en pleno campo por la zona de Canasí, después devino constructor y con esa condición marcho a Granada a colaborar en la construcción del aeropuerto internacional de ese pequeño país.
Estando allí, lo sorprendió la invasión militar de Estados Unidos, y este hombre soltó su instrumento de trabajo para convertirse en un soldado en la defensa de la soberanía de ese pueblo hermano.
Combatió muy poco, porque una bala enemiga lo hirió gravemente, motivo por el cual quedó posteriormente inválido para toda su vida.
Fidel lo conoció personalmente, dos veces lo fue a visitar al Hospital Hermanos Amejeiras mientras se encontraba convaleciente una vez en Cuba.
El propio Comandante en Jefe, le propuso que escribiera un libro acerca de su vida.
Mario le dijo a Fidel que él no era escritor. y Fidel le respondió ¿ Y quién dice que no puedes convertirte en un escritor ?, y ante esta petición Mario comenzó a escribir la historia de su vida desde su nacimiento en 1935 hasta los últimos dias de su participación en los hechos de Granada.
El libro fue procesado en el combinado del libro " Alfredo López" y vió la luz en julio de 1990 con una edición de 10 mil ejemplares. Su Título: " El camino de un hombre".
Después de aquello Mario Martín Manduca volvió hacia la ciudad de Matanzas, residiendo en una modesta casa que le construyeron sus propios compañeros constructores, pero teniendo que vivir toda su vida en un sillón de ruedas y en no pocas ocasiones algo insatisfecho por la atención que recibía.
Por su propia voluntad su cadáver fue cremado y sus cenizas enviadas a Santa Clara donde reside su familia.
Creo que si ahora mismo el Comandante en Jefe supiera de esta triste noticia, sentiría mucha pena, nosotros siempre lo recordaremos como un gran amigo, un revolucionario cabal, un hombre que amó su patria pero sobre todo que supo y fue capaz de defenderla en un momento muy difícil.
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