Por: Ventura de Jesús
Situado a menos de 30 pasos del ilustre Teatro Sauto, en el mismo corazón de La Vigía, está plantado el Palacio de Junco, un rincón donde cabe la historia de la tricentenaria ciudad de Matanzas y que desde hace casi tres décadas funge como Museo Provincial.
La primera visión del edificio, desde la acera de enfrente o de cualquier punto que bordea la Plaza, tiene mucho que ver con el recuerdo y las nostalgias de lo que fuera la urbe yumurina. Entre otras curiosas referencias, la historia recoge que los espaciosos portales de ese inmueble sirvieron para mostrar la triste estampa de la reconcentración de familias dictada por Weyler.
En su interior, sin embargo, hay rastros que delatan también el curso de esta ciudad en medio siglo de Revolución.
A mediados del siglo XIX y en virtud del renombre de las colecciones de la familia matancera de Francisco de Ximeno, cobró auge la pretensión de concebir un museo para ofrecer un importante servicio cultural y científico a los coterráneos y visitantes.
Por diferentes motivos, no fue hasta el 6 de septiembre de 1959, en los albores de la Revolución, que se funda el Museo Histórico de la ciudad que 21 años después ocupara definitivamente el palacete construido a fines de esa centuria y que perteneciera a Don Vicente del Junco y Sardiñas, miembro de una acaudala familia matancera de la época.
En ese enclave, admite Lourdes Núñez, directora de la institución, 17 salas y una extensión en el centro escolar Mártires del Goicuría, acogen ricas colecciones que brindan testimonio vivo del quehacer del pueblo matancero, de su vida revolucionaria, productiva, historia y cultura.
ATRIBUTOS QUE ENORGULLECEN
Además de su gran poder de evocación y de ser el primero fundado luego del triunfo revolucionario, para Lourdes el principal mérito del museo es su estrecho vínculo con la comunidad y, básicamente, con los niños y jóvenes. "Eso es lo que mantiene vivo al centro y lo ubica en el centro de la cultura matancera, una institución que está constantemente colmada de gente", dice.
Cuenta que el Palacio de Junco tiene convenios de trabajo con las organizaciones, organismos y centros del territorio, en lo particular con la dirección de Educación, y que es algo común la realización de visitas devenidas clases vivas acerca de la historia cubana y local. También ayudan en la preparación de los maestros que imparten la asignatura de Historia.
Más allá de su función específica, la institución mantiene un programa de actividades de manera sistemática, que incluye peñas, exposiciones, conciertos y atención técnica y metodológica a la red de museos de la provincia. Los hermanos Mateo, muchachos de la capital que estudian en la Universidad de Matanzas, prefieren en particular la Tertulia de Carilda Oliver, con una frecuencia trimestral y que ya sobrepasa los 20 años. "Es un buen espacio de intercambio con el público de aquí y de otras partes del país que la admiran", reconoció uno de ellos de visita en la instalación este verano.
Distinguen además la peña del grupo folclórico Afrocuba, e Invitación entre puentes, a cargo del periodista y crítico Fernando Rodríguez Sosa. Son estas algunas de las señas de identidad de la ciudad y parte de la dicha de varias generaciones de matanceros.
CONSERVACIÓN Y PRESERVACIÓN
Gracias a la labor de especialistas y museólogos, el Museo Provincial Palacio de Junco ostenta diversos premios y reconocimientos, entre ellos el de colectivo Vanguardia Nacional por 18 años consecutivos. En las últimas dos décadas han incrementado considerablemente su colección de objetos museables en más de 30 000. Han publicado más de 30 libros y cuentan con alrededor de 500 catálogos, resultado de estudios de piezas y colecciones.
Aunque es un museo general, cuenta con salas de historia, de cultura y de ciencias naturales. Entre los detalles que más llaman la atención de los curiosos se encuentran la Momia de Matanzas, novedad histórica y científica que cautiva a todos; la pieza lapidaria más antigua de la ciudad, objetos originales de la esclavitud y de personalidades ilustres como Byrne, Juan Gualberto Gómez, Pedro Betancourt, José Jacinto Milanés, Plácido, Agustín Acosta y la propia Carilda, entre otros.
Sin que haya sido transfigurado por el tiempo, el edificio requiere de una reparación. Es algo que se aprecia a simple vista. El sistemático trabajo de conservación y preservación ha permitido mantener las colecciones en estado satisfactorio.
"Su condición actual se debe solo al hecho de que lo cuidamos mucho, y es lo menos que podemos hacer por una institución que constituye un paraíso de recuerdos y cultura, además de ser un excepcional testigo de estos 50 años de Revolución", señaló Lourdes.
Situado a menos de 30 pasos del ilustre Teatro Sauto, en el mismo corazón de La Vigía, está plantado el Palacio de Junco, un rincón donde cabe la historia de la tricentenaria ciudad de Matanzas y que desde hace casi tres décadas funge como Museo Provincial.
La primera visión del edificio, desde la acera de enfrente o de cualquier punto que bordea la Plaza, tiene mucho que ver con el recuerdo y las nostalgias de lo que fuera la urbe yumurina. Entre otras curiosas referencias, la historia recoge que los espaciosos portales de ese inmueble sirvieron para mostrar la triste estampa de la reconcentración de familias dictada por Weyler.
En su interior, sin embargo, hay rastros que delatan también el curso de esta ciudad en medio siglo de Revolución.
A mediados del siglo XIX y en virtud del renombre de las colecciones de la familia matancera de Francisco de Ximeno, cobró auge la pretensión de concebir un museo para ofrecer un importante servicio cultural y científico a los coterráneos y visitantes.
Por diferentes motivos, no fue hasta el 6 de septiembre de 1959, en los albores de la Revolución, que se funda el Museo Histórico de la ciudad que 21 años después ocupara definitivamente el palacete construido a fines de esa centuria y que perteneciera a Don Vicente del Junco y Sardiñas, miembro de una acaudala familia matancera de la época.
En ese enclave, admite Lourdes Núñez, directora de la institución, 17 salas y una extensión en el centro escolar Mártires del Goicuría, acogen ricas colecciones que brindan testimonio vivo del quehacer del pueblo matancero, de su vida revolucionaria, productiva, historia y cultura.
ATRIBUTOS QUE ENORGULLECEN
Además de su gran poder de evocación y de ser el primero fundado luego del triunfo revolucionario, para Lourdes el principal mérito del museo es su estrecho vínculo con la comunidad y, básicamente, con los niños y jóvenes. "Eso es lo que mantiene vivo al centro y lo ubica en el centro de la cultura matancera, una institución que está constantemente colmada de gente", dice.
Cuenta que el Palacio de Junco tiene convenios de trabajo con las organizaciones, organismos y centros del territorio, en lo particular con la dirección de Educación, y que es algo común la realización de visitas devenidas clases vivas acerca de la historia cubana y local. También ayudan en la preparación de los maestros que imparten la asignatura de Historia.
Más allá de su función específica, la institución mantiene un programa de actividades de manera sistemática, que incluye peñas, exposiciones, conciertos y atención técnica y metodológica a la red de museos de la provincia. Los hermanos Mateo, muchachos de la capital que estudian en la Universidad de Matanzas, prefieren en particular la Tertulia de Carilda Oliver, con una frecuencia trimestral y que ya sobrepasa los 20 años. "Es un buen espacio de intercambio con el público de aquí y de otras partes del país que la admiran", reconoció uno de ellos de visita en la instalación este verano.
Distinguen además la peña del grupo folclórico Afrocuba, e Invitación entre puentes, a cargo del periodista y crítico Fernando Rodríguez Sosa. Son estas algunas de las señas de identidad de la ciudad y parte de la dicha de varias generaciones de matanceros.
CONSERVACIÓN Y PRESERVACIÓN
Gracias a la labor de especialistas y museólogos, el Museo Provincial Palacio de Junco ostenta diversos premios y reconocimientos, entre ellos el de colectivo Vanguardia Nacional por 18 años consecutivos. En las últimas dos décadas han incrementado considerablemente su colección de objetos museables en más de 30 000. Han publicado más de 30 libros y cuentan con alrededor de 500 catálogos, resultado de estudios de piezas y colecciones.
Aunque es un museo general, cuenta con salas de historia, de cultura y de ciencias naturales. Entre los detalles que más llaman la atención de los curiosos se encuentran la Momia de Matanzas, novedad histórica y científica que cautiva a todos; la pieza lapidaria más antigua de la ciudad, objetos originales de la esclavitud y de personalidades ilustres como Byrne, Juan Gualberto Gómez, Pedro Betancourt, José Jacinto Milanés, Plácido, Agustín Acosta y la propia Carilda, entre otros.
Sin que haya sido transfigurado por el tiempo, el edificio requiere de una reparación. Es algo que se aprecia a simple vista. El sistemático trabajo de conservación y preservación ha permitido mantener las colecciones en estado satisfactorio.
"Su condición actual se debe solo al hecho de que lo cuidamos mucho, y es lo menos que podemos hacer por una institución que constituye un paraíso de recuerdos y cultura, además de ser un excepcional testigo de estos 50 años de Revolución", señaló Lourdes.
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