Por: Bárbaro Velazco Valderrama.
Fuente: Revista Triunvirato Órgano de la Filial Matancera de la Unión de Historiadores de Cuba.
En Marzo de este año cumpliéronse 127 años de la muerte de un hombre que legó a ésta, su ciudad adoptiva, innumerables testimonios de su accionar tesonero por el progreso de la urbe: Ambrosio de la Concepción Sauto y Noda.
Había nacido en Guanajay el 7 de diciembre de 1807 y apenas con 24 años de edad (1831) llega a Matanzas donde comienza a laborar como practicante de farmacia, rama en la que en no poco tiempo, a fuerza de perseverancia, llega a doctorarse y a convertirse en propietario de una de las más prestigiosas boticas de la isla.
En enero de 1842 contrae matrimonio con la señorita Juana S Jenkes, hija de una de las familias más antiguas de la ciudad,
Su prestigio como ciudadano generoso se acrecienta en la medida en que contribuye activamente en la materialización de proyectos como un nuevo cementerio, el acueducto y la construcción de la iglesia San Pedro Apóstol.
Además su farmacia fue el primer establecimiento matancero que produce y vende refresco de soda embotellado en sifón y en donde funcionó el primer sistema de alumbrado de gas de la villa. Por gestión de Sauto se introdujo y puso en marcha la primera imprenta rotativa a solo tres años de su invención en Estados Unidos.
Ocupó diversos cargos públicos desde los que continuó su preocupación por la sociedad matancera,
Diversidad de productos farmacéuticos se comercializaron, por su inventiva en Matanzas y en toda Cuba.
Su Nombradía rebasa las fronteras de la Isla al obtener medallas y menciones en exposiciones internacionales. Las fuentes consultadas recogen el hecho de que la Reina Isabel II, pudo curarse de un doloroso herpes, por la eficacia de una fórmula que el Dr. Sauto preparó, lo que le valió un reconocimiento como Boticario de cámara de su majestad.
También en la vida cultural se patentizó el protagonismo y beneficencia de Sauto; Las Asociaciones Santa Cecilia, Filarmónica de Isabel II, el Casino Príncipe Alfonso y la Biblioteca Pública, conocieron de su entusiasmo como patrocinador o director .Además integró la Orquesta de la Academia Filarmónica de Apolo en condición de chellista. En su casa montó una pequeña sala teatral en la que con otros aficionados escenificaron no pocos pasajes dramáticos.
Desde la génesis del nuevo coliseo para la ciudad integró la junta que lo regenteaba, primero como miembro ejecutivo y posteriormente como inspector de obra. Ha pasado a la posteridad su celo, al encargarse personalmente de la calidad de los materiales que se empleaban y de la ejecución de los diversos trabajos y todo ello sin abandonar la atención a su farmacia y otras responsabilidades.
Sin embargo el testimonio mayor de tanto altruismo se revela cuando agotado el capital inicial de la construcción, Sauto aporta de su peculio la cantidad necesaria que cubriera el monto final de la ejecución.. Además fungió como administrador del Teatro casi hasta su muerte.
Significativo resulta también que a partir de julio de 1863 se vendiera a la puerta del teatro la publicación El Cartel, redactada, dirigida e impresa por Sauto.
El 24 de marzo de 1880 muere en la ciudad que tanto amó. Y en prueba de justa gratitud, al cesar la dominación colonial en la Isla (1898), los matanceros deciden nombrar Sauto a su principal teatro como perpetuo tributo a la memoria de quien tanto contribuyó al florecimiento material y espiritual de la Atenas de Cuba.
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