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Pasa Barack Obama a la ofensiva política y electoral contra Donald Trump
2020-07-31 11:49:41 /
Noticiero Nacional de Radio
Barack Obama pasó a la ofensiva política y electoral contra Donald
Trump, con uno de los discursos más afilados desde que el primer
presidente negro de Estados Unidos dejó la Casa Blanca, a juicio de los
analistas que hoy destacan en todo el Mundo la salida a escena del ex
mandatario.
Y lo hizo en el funeral que ayer honró a John Lewis, quien falleció
el 17 de julio pasado y era considerado uno de los llamados "seis
grandes" líderes afro-estadounidenses en la lucha por los derechos de
los negros en la nación norteña, el siglo pasado.
En la ceremonia, Obama lanzó duras críticas al gobierno de Trump,
comparando las políticas de Trump con las del exgobernador de Alabama,
George Wallace, uno de los más prominentes defensores de la segregación
racial en la historia de la nación norteña.
"George Wallace puede que ya no esté, pero hemos podido
ser testigos de cómo el gobierno manda agentes para usar gases
lacrimógenos y palos contra manifestantes pacíficos",
llamó la atención Obama, quien recordó que hoy es posible ver a policías
arrodillados en el cuello de los estadounidenses negros, en una
referencia a la muerte de George Floyd hace un par de meses.
Pero Obama fue más lejos en su discurso de ayer, al declarar que
desde el poder político estadounidense se están atacando derechos de los
votantes con precisión quirúrgica.
Al referirse a las elecciones presidenciales de noviembre, Obama
afirmó que el gobierno de Trump hace todo lo posible para disuadir a las
personas de votar, al cerrar los colegios electorales e imponer leyes
de identificación restrictivas a las minorías y a los estudiantes.
En ese contexto, Obama propuso una serie de reformas a la votación en
los Estados Unidos, entre ellas, que los estadounidenses queden
registrados automáticamente para votar, crear nuevas mesas electorales
para ampliar la votación anticipada, convertir el día de las elecciones
en un feriado nacional para que los trabajadores tengan tiempo libre
para votar y hacer que las personas en Washington y en Puerto Rico
tengan la misma representación que otros ciudadanos estadounidenses.
En el caso de Washington, Obama aludía al hecho de que la capital es
un distrito federal y, por lo tanto, no tiene representantes en el
Congreso.
En cuanto a Puerto Rico, es un estado libre asociado que no tiene
tampoco legisladores en el Capitolio y cuya población no puede
participar de las elecciones presidenciales.
Obama pidió también el fin del obstruccionismo o filibusterismo, como
se conoce al acto de realizar largos discursos y debates en el Congreso
y gastar el tiempo asignado a un proyecto de ley, y así evitar que sea
aprobado.
El ex presidente calificó esa maniobra parlamentaria como una
"reliquia de Jim Crow", un conjunto de leyes que impusieron hasta mil
965 la segregación racial en los estados del sur de la nación norteña y
se utilizaron para privar de derechos a los negros.
A menos de 100 días de las elecciones presidenciales del 3 de
noviembre, Barack Obama afiló su retórica política, de acuerdo con el
análisis del corresponsal de la cadena británica BBC, Anthony Zucher.
Si bien Obama no dudo en realizar críticas veladas a Donald Trump en
el pasado, a propósito de su manejo de la epidemia del nuevo
coronavirus, Zucher consideró que la nueva actitud del ex presidente
sugiere que sabe que tiene solo unos pocos meses para ayudar a impedir
la reelección del magnate.
Durante tres años y medio de su mandato, Trump se ha empeñado
precisamente en desmantelar el legado presidencial de Obama, en temas
como la atención médica, la inmigración, el clima, la política exterior y
otros asuntos.
Donald Trump dice que las elecciones de noviembre serán
"las más amañadas de la historia" mientras pide acabar con el voto por
correo. Las encuestas muestran una clara ventaja de Biden sobre Trump pic.twitter.com/l7w8pu0JAD
Eusebio Leal, Historiador de la Ciudad de La Habana. Foto: Ismael Francisco/ Cubadebate
En horas de la mañana de este viernes falleció el compañero Eusebio Leal Spengler, víctima de una penosa enfermedad. En las próximas horas nuestro pueblo será informado sobre la organización de los funerales.
Hace unos meses, en una entrevista ofrecida a la Mesa Redonda el 18 de octubre de 2019, el Historiador de la Ciudad de La Habana dijo:
“Yo no aspiro a nada, no aspiro ni siquiera a eso que
llaman la posteridad; yo no aspiro a nada, yo solo aspiro a haber sido
útil. Y le pido perdón a todos aquellos que, a lo largo de la vida, en
la búsqueda necesaria de lo que creí mi verdad, pude haber ofendido; y a
mis propios errores que cometí con la pasión juvenil en que todo hombre
y todo pueblo busca sus propios caminos. Yo creo que al final lo
encontré, y que esa luz que veo ahora, ahí, en medio de las tinieblas
del ocaso, es finalmente el camino”.
Díaz-Canel: Celebremos su maravilloso paso por la vida, demasiado breve para quienes le quisimos
“Celebremos su maravilloso paso por la vida, demasiado breve para quienes le quisimos por su obra y por sí mismo. Hay que seguir por sobre esas huellas, la paciente e infinita labor de salvar el patrimonio de nuestra Cuba a la que tanto amó y consagró su vida”.
Última entrevista de Leal a la Mesa Redonda: “Solo aspiro a haber sido útil”
Descargue el libro “La Habana que vive en Eusebio Leal- Dossier de entrevistas”
El siguiente libro es una compilación de Cubadebate y la Mesa Redonda
con algunas entrevistas realizadas por Randy Alonso a Eusebio Leal a lo
largo de los años: “La novia de Martí y Fidel es Cuba”, “La Habana me
llevó la vida” y “La Habana es hoy un símbolo completo y absoluto de la
nación cubana”.
En video, La Habana 500 en el sentir de Eusebio Leal
Eusebio, el sentir de una vida
Eusebio Leal Spengler nació en La Ciudad de
La Habana, el 11 de septiembre de 1942. Fue Doctor en Ciencias
Históricas de la Universidad de La Habana, Máster en Estudios sobre
América Latina, el Caribe y Cuba, especialista en Ciencias
Arqueológicas.
Cursó estudios en la Universidad de La Habana 1975 de Licenciatura en Historia. Ha
cursado estudios de post-grado en Italia sobre restauración de Centros
Históricos por beca conferida por el Ministerio de Relaciones Exteriores
de la República Italiana.
Fue Miembro del Comité Central del Partido Comunista de Cuba desde el
IV Congreso, Diputado a la Asamblea Nacional del Poder Popular en la
IV-1993, V-1998, VI-2003, VII-2008, VIII-2013 y IX –2018 Legislaturas,
Embajador de Buena Voluntad de la Organización de las Naciones Unidas.
Comienza a trabajar en 1959 en la Administración
Metropolitana de La Habana y en 1967 fue designado Director del Museo de
la Ciudad de La Habana, sucediendo en su cargo al Doctor Emilio Roig de Leushenring, del que fuera discípulo.
Asume las obras de restauración de la Casa de Gobierno, antiguo
Palacio de los Capitanes Generales y Casa Capitular que concluyen en
1979. En 1981 se le confiere la responsabilidad de conducir las
inversiones de las obras de restauración aprobada por el Gobierno de la
Ciudad el 5 de mayo de aquel año.
El 16 de abril de 1986 le es asignadala responsabilidad de las obras
en la Fortaleza de San Carlos de La Cabaña y, más tarde, en el Castillo
de los Tres Reyes de El Morro. Conforme a la declaración de la UNESCO el
perímetro de las antiguas murallas y el Sistema de Fortificaciones para
la defensa de la ciudad fue inscripto en el Indice del Patrimonio
Mundial en 1982 con el número 27.
Historiador de la Ciudad de La Habana. Presidente de
Honor del Comité Cubano del ICOM y Presidente de Honor del Comité
Cubanodel ICOMOS y de la Sociedad Civil Patrimonio, Comunidad y Medio
Ambiente; Decano de la Facultad del “Colegio Universitario San Gerónimo
de La Habana”, Título de Profesor de Mérito de la Universidad de La
Habana, presidente de la Red de Oficinas del Historiador y Conservador
de las Ciudades Patrimoniales de Cuba, presidente de Honor de la
Sociedad Económica de Amigos del País, presidente del Grupo de
Parlamentarios de Amistad Cuba- México.
Además, vicepresidente del Grupo de Parlamentarios de Amistad Cuba- Japón.
Ha escrito ensayos, prólogos y artículos sobre historia de Cuba,
arte, restauración y otros temas de carácter general. Es autor de los
libros: Regresar en el tiempo, Detén el paso caminante, Verba
Volant, Fiñes, Carlos Manuel de Céspedes El Diario Perdido, La Luz
sobre el Espejo, Poesía y Palabra (I y II), Para no Olvidar( I,IIy III),
Fundada Esperanza, Patria Amada,Bio
La
situación de EE.UU., entre los efectos del coronavirus y las protestas
antirracistas, tiene al presidente Trump contra las cuerdas y es lógico
que Biden rediseñe su campaña hacia el arrinconamiento del adversario.
Según recoge
RealClear Politics, una página que se encarga de listar la mayoría de
encuestas realizadas, todas las recientes dan el triunfo a Biden y
varias de ellas ubican la diferencia en dos dígitos.
El manejo de la epidemia puede costarle a Trump las elecciones de noviembre.
Lo sabemos no solo porque el país rápidamente se convirtió en el de
mayor número de contagios y muertes (ya pasó los 150.000 decesos) sin
una política coherente para frenar su avance, sino también porque los
recientes discursos del mandatario dan cuenta de que la forma de
enfrentar la coyuntura desde su comienzo, desacreditando el peligro y
mofándose de las medidas de protección, ha tenido que cambiarse por el mensaje de un estadista preocupado por la salud de su pueblo y responsable ante lo que está ocurriendo.
Finalmente el 13 de julio, y después de renegar de su utilización incluso en actos públicos, tuvo que sacarse una foto con mascarilla, un verdadero golpe al hígado de su arrogancia.
Ese
fenómeno comunicacional llamado Trump, que ante los ataques responde
arremetiendo sin piedad, huyendo hacia adelante, ha tenido que ceder a
uno reflexivo que tiene que aceptar sus errores, y eso no ocurre sin que
antes se le hayan prendido las alarmas en su comando de campaña, que el
16 de julio cambió a Brad Parscale por Bill Stefien en la jefatura
máxima.
Ociel Alí López, sociólogo, analista político y profesor de la Universidad Central de Venezuela
Ese fenómeno comunicacional llamado Trump, que ante los
ataques responde arremetiendo sin piedad, huyendo hacia adelante, ha
tenido que ceder a uno reflexivo que tiene que aceptar sus errores.
No es solo el coronavirus el causante de sus movimientos defensivos.
Desde que a comienzos de junio surgieran protestas antirracistas en todo el país, el control del orden público ha sido un dolor de cabeza en plena campaña electoral.
Innumerables videos mostraron un EE.UU. arrasado por incendios,
saqueos, disturbios, manifestaciones. Un hecho inédito por su magnitud,
que también ha golpeado el ego de quien tuvo como principal oferta
electoral en la campaña de 2016 "hacer grande a América otra vez".
Las
jornadas de lucha callejera terminaron siendo un estallido social que, a
diferencia de otros anteriores signados por el malestar, han movido la
fibra del "ser estadounidense", lo que ha interpelado al colectivo sobre
la historia como nación y es posible que esto tenga impacto electoral.
Casi
dos meses después, en las calles de Portland, Seattle, Austin,
Nebraska y Los Angeles se ha reavivado la protesta, desde que hace pocos
días agentes federales irrumpieran en Portland y reprimieron
manifestaciones.
Por eso Biden ha hecho concesiones importantes,
girando hacia la izquierda, cuidando con mucho detalle su alianza con
Sanders y los sectores juveniles movilizados, que suelen ser
abstencionistas, y reivindicando la esencia de las protestas: "La
historia de EE.UU. no es un cuento de hadas", dijo el día en que se
conmemoraba un año más de la Independencia, en referencia al debate
sobre las estatuas derribadas durante las
manifestaciones: "Ahora
tenemos la oportunidad de dar a los marginados, demonizados, aislados y
oprimidos su parte completa del sueño americano. Una oportunidad para acabar con las raíces del racismo sistémico de este país, para estar a la altura de las palabras sobre las que se fundó esta nación".
Ociel Alí López, sociólogo, analista político y profesor de la Universidad Central de Venezuela
Biden ha hecho concesiones importantes, girando hacia la
izquierda, cuidando con mucho detalle su alianza con Sanders y los
sectores juveniles movilizados, que suelen ser abstencionistas, y
reivindicando la esencia de las protestas.
En
paralelo, para asegurar el voto afroamericano, le está sacando el mejor
de los provechos a su mejor aliado: Barack Obama, al punto de
convertirlo en el pivote de su campaña, especialmente a partir de la
conferencia que tuvo el 23 de julio, donde trató de mantener la figura
de Obama-líder, y se mostró más que próximo al expresidente, como
el vice del primer mandatario de raza negra de la historia.
Es
aquí donde se ve con mayor ahínco que la estrategia general de Biden en
los actuales momentos es la de diseñar una campaña "catch all" (atrápalo
todo), donde el centro de la atención no lo tenga él, sino el propio
Trump como adversario general.
Lo que intenta hacer su equipo de campaña es convertir las elecciones del 3 de noviembre más en un referendo revocatorio
contra Trump que en unas presidenciales comunes, donde la lucha es
entre dos liderazgos claramente diferenciados. En este caso, más que
dos candidatos hay un presidente y toda una campaña general para
desplazarlo por los votos.
Con esto se busca que la articulación
entre minorías se solidifique, gracias al rechazo de la imagen de Trump
más que desde la figura gris de Biden, que cada vez luce más discreto y
del cual difícilmente podría creerse que cumpla la misión de cambio
radical que exigen las expectativas de los movilizados.
Cambio de velocidad
Trump, por su parte, reconoce la difícil situación y ha logrado dar pasos hacia atrás para intentar transformarse en una propuesta mucho más potable que el Trump de los primeros años de su gobierno, especialmente con el tratamiento hacia las minorías.
No
solo hizo un cambio de velocidad con relación al coronavirus. También
ha tenido que relajar la presión y eliminar los insultos contra los
latinos, un sector que Biden podría conquistar efectivamente gracias a
las amenazas que representa el candidato republicano.
Al respecto,
el actual presidente hizo un giro discursivo a partir de su reunión con
su par Andrés Manuel López Obrador, el 8 de julio, a quien mencionó
como "el mejor presidente que ha tenido México", y ha pausado la
ofensiva antimigrante para hablar bien de los mexicanos: "Son gente
trabajadora, son gente increíble, son un gran porcentaje de los
propietarios de los negocios. Tienen mucho éxito".
También con
Venezuela. Después de su discurso de la unión en febrero, se esperaba
que la crisis de ese país tendría un lugar privilegiado durante su
campaña. Por el contrario, avanzada la campaña, ha dudado públicamente de la fortaleza de Guaidó,
y no se ha detenido a polemizar con Maduro, de hecho, hasta ha asomado
la posibilidad de una reunión con el mandatario venezolano, lo que
también ha sido utilizado por Biden. En una visita a Florida el 9 de
julio, que incluyó actos en la sede del Comando Sur y en El Doral, un
bastión venezolano en las afueras de Miami, cuando se esperaba que
aplicara medidas radicales sobre Venezuela, se concentró en develar la
"amenaza socialista" de Biden.
Varios analistas interpretan que en
los últimos meses de campaña Trump quiere cambiar esa imagen de
perseguidor de latinos y de caudillo violento hacia América latina.
Es
cierto que con el malestar por los resultados del manejo de la pandemia
y por una alianza fuerte con minorías, Biden puede estar acercándose
hacia un triunfo electoral.
Pero condenar a Trump en los actuales
momentos y cercarlo simbólicamente antes de tiempo, significa no conocer
la fortaleza de su propuesta política a la que sigue apostando, a pesar
de los pasos atrás de las últimas semanas.
Si en política no hay muertos, Trump sigue siendo un candidato formidable y puede lograr (otra vez) lo impensable.
El contragolpe de Trump
Las encuestas que ponen por delante al candidato demócrata no generan mucha confianza por dos razones.
La primera es que, en 2016, todas las encuestadoras se equivocaron dando como ganadora a Clinton.
Ya el descrédito se había disparado desde que en el referendo de junio
de 2016 ganó inesperadamente, y contra todos los estudios de opinión, el
Brexit en Gran Bretaña.
Y si los errores ocurrieron en momentos
de normalidad, cabría esperar que el distanciamiento físico y la
cuarentena haga del oficio de encuestar una práctica casi imposible
donde el muestreo, el margen de error y la recolección de datos pueden
ser aún más imprecisos. Muchas de las encuestas que recogían datos
puerta a puerta ahora lo hacen telefónicamente, y esto impide
corroborar su margen de error.
Pero no es solamente la factibilidad de las encuestas.
El
triunfo de Trump en 2016 dio cuenta de una repotencialización del
sujeto tradicional norteamericano. El ciudadano promedio. Los Homero
Simpson, obreros y granjeros, protestantes blancos que se conformaron en
el núcleo duro de apoyo a Trump y que, además, gracias al formato de
los colegios electorales, pueden ganar la contienda aunque pierda en
número de votos.
Hacia ellos va el vertiginoso discurso del líder
carismático, que ha concentrado su esfuerzo en tenerlos adheridos a
punta de discursos ideológicos combinados con reformas económicas reales
que, antes de la pandemia, lograron bajar de manera consistente el
índice de desempleo y aumentar la producción nacional, entre otras
variables económicas.
Habría que evaluar también, sobre el impacto
de la pandemia, el manejo que ha hecho Trump no solo a nivel sanitario
sino también económico.
Trump logra simpatizar con quienes están en desacuerdo con la cuarentena
y ese tipo de medidas que terminan ahogando la economía. Quizá en un
primer momento este enfoque parece salvaje e insensible, pero a casi
cinco meses del inicio de la cuarentena termina siendo comprensible,
debido a los estragos de las medidas contra la propagación del covid-19
en materia económica.
Prometiendo una vacuna contra el virus espera hacer tabula rasa de los resultados tan nefastos de su gestión en la pandemia, y lograr así un milagro electoral.
Pero
además, Trump ha sabido usar el populismo financiero durante la
cuarentena, otorgando importantes beneficios directos a la población,
entre los que están incluidos las minorías étnicas.
La estrategia
de dividir el voto afroamericano, por medio del lanzamiento de la
candidatura de Kenye West, un cantante e influencer negro seguidor de
Trump, por un lado reconoce la incapacidad de su figura para conectar
con estos a pesar de algunos gestos, pero a la vez puede terminar siendo
efectiva si, al menos, astilla el apoyo a Biden en este importante
sector, donde hay corrientes que miran al demócrata con desconfianza.
Mas allá de la efectividad en restar voto afroamericano al partido de Biden, el centro de preocupaciones de la campaña de Trump se concentra en sellar la alianza con los sectores populares blancos que le han respaldado y le dieron el triunfo en 2016.
Por
eso, la estrategia del comando de Biden, que busca realizar una campaña
de interconexión entre minorías (negros-latinos-jóvenes) en un momento
donde los nervios están a flor de piel, puede resultar exitosa debido a
los errores de Trump, pero también podría resultar contraproducente si
el republicano consolida el respaldo de la clase trabajadora y la
población blanca de todo el país, que ve al demócrata como un
representante de los intereses de la élite de Washington y al auge de
las minorías como una amenaza para su propia existencia.
Hacia
ellos va el discurso ideológico de Trump, que relaciona las protestas no
con una lucha racial sino con la injerencia de quienes recientemente ha
llamado "nuevo fascismo de extrema izquierda", que a su juicio estarían
usando a Biden a su antojo.
Ociel Alí López, sociólogo, analista político y profesor de la Universidad Central de Venezuela
Si la candidatura de West logra restar votos, y la
desconfianza hacia Biden logra ser suplida por la respuesta económica de
ayuda social frente a la pandemia, entonces no solo Trump estaría vivo y
en la pelea, sino que incluso podrá repetir la historia de 2016, venir
de atrás y dar un batacazo.
La
idea de convertir esta elección en un referendo contra Trump puede
servir si los sectores en pugna realmente se movilizan y cambian la
correlación de fuerzas en los estados clave.
Pero si la
candidatura de West logra restar votos, y la desconfianza hacia Biden
logra ser suplida por la respuesta económica de ayuda social frente a la
pandemia, sumado a la amenaza que puede significar para el voto blanco y
tradicional un hipotético triunfo liberal o "socialista", entonces no
solo Trump estaría vivo y en la pelea, sino que incluso podrá repetir la
historia de 2016, venir de atrás y dar un batacazo.
Eso lo veremos el 3 de noviembre, por ahora quedan más de tres meses de campaña.
El programa “People’s Pulse” de la cadena estadounidense
CNN en aras de tomar el pulso electoral de EE.UU. a falta de 100 días
para la nueva cita con las urnas, prevista para el próximo 3 de
noviembre, entrevistó el martes a un grupo de seis votantes republicanos
residentes en los estados de Florida y Texas, siendo ambos feudos
republicanos por excelencia, quienes en las anteriores elecciones
presidenciales de 2016 votaron al actual mandatario Donald Trump pero
que a día de hoy la mitad de ellos se lamenta haberle depositado su
confianza viendo como su caótica gestión para contener la propagación de
la pandemia del nuevo coronavirus, causante de la COVID-19, está
haciendo un verdadero estrago entre la población de la nación de las
barras y las estrellas.
Tras una breve introducción sobre el hilo conductor del programa y
las presentaciones protocolaria, el presentador de CNN invitó a sus
invitados a que mostraran con sus manos cuántos de ellos votaron por el
presidente Trump en 2016, y acto seguido, los seis levantaron la mano.
El anfitrión continuó dirigiéndose a ellos formulándoles que a pesar
de que habían votado todos ellos a Trump en ese momento, cuántos de
ellos planeaban volver a votar por el líder republicano en el primer
martes de noviembre, al que solo tres de los participantes levantaron
las manos en señal de aprobación.
En este punto, el conductor del espacio televisivo dio la palabra a
los participantes para que pudieran expresar sus puntos de vista sobre
el actual inquilino de la Casa Blanca.
“Creo que su manejo de esta epidemia fue terrible”, dijo Daniel
Turner, uno de los que lamenta haber votado por Trump. En
contraposición, Elie Bernstein, quien sigue apoyando al magnate
neoyorquino, señaló que no cree que “nadie más hubiera manejado el
problema del coronavirus mejor que Trump”.
Tras una pausa, el presentador de CNN pidió a sus invitados que
alzaran sus manos si alguno de entre sus amigos, familiares y allegados
había muerto por las causas letales de la COVID-19, a cuya petición
respondieron levantado sus manos tres de ellos.
Tommy Stallings, uno de
los que había secundado a la cuestión planteada, apostilló diciendo que
por suerte sus familiares y conocidos, entre ellos varios de sus
sobrinos, afectados por el virus solo se enfermaron por un periodo de
tiempo sin llegar a morirse. No obstante, sostuvo que él y su esposa
llevan regentando una empresa desde hace siete años que tuvieron que
cerrarlo durante 84 días. “Toda esa coyuntura sucede bajo el mandato de
Trump”, enfatizó.
En cómputo general, la división electoral entre los votantes
estadounidenses es un tema que los medios locales vienen reflejando en
sus sondeos de opinión para orientar de algún modo el panorama político
que les espera a los norteamericanos a medida que se acerca la fecha de
las elecciones.
Unos comicios marcados por cómo se desarrollará de aquí hasta el tres
de noviembre cuestiones tales como la crisis sanitaria del coronavirus y
la disputa comercial con China. Muchos expertos vaticinan la salida de
Trump de la Casa Blanca, por la falta de apoyo entre sus
correligionarios republicanos al ver como podrían perder los comicios
por su mal manejo de la pandemia de la COVID-19..
La
Habana, 29 jul (Prensa Latina) Joseph Biden, virtual candidato
demócrata a la presidencia de Estados Unidos, enfrenta en los próximos
días la crucial e histórica elección de su compañero de fórmula para
enfrentar en las urnas a los republicanos.
El exvicepresidente durante el gobierno de Barack Obama ratificó que
será una mujer, preferiblemente afroestadounidense, quien lo acompañe en
el reto que representa el republicano Donald Trump, un duro escollo
aunque golpeado y criticado al máximo por su incompetencia y mal manejo
de la crisis de la Covid-19.
El casi seguro candidato de los
azules adelantó la víspera que en la primera semana de agosto
seleccionará a su compañera de fórmula para el 3 de noviembre.
'Voy a tener una opción en la primera semana de agosto y les prometo que les haré saber cuando la tenga', dijo.
Desde
hace meses se conoce de su interés de ir acompañado por una mujer, el
sector de votantes más numeroso en el país, y desde entonces los medios
políticos y de prensa norteamericanos mencionan a más de una decena de
figuras, incluso se habló hasta de Michele Obama, la exprimera dama.
Entre
la lista de potenciales compañeras de fórmulas del demócrata, quien
deberá ser confirmado como candidato en la Convención Nacional del
partido en agosto, se incluyen las senadoras Kamala Harris -considerada
por varias fuentes la de más peso-, Elizabeth Warren, Tammy Duckworth y
Tammy Baldwin.
Otros nombres mencionados por medios y analistas
son los de las congresistas Val Demings y Karen Bass; las gobernadoras
de Michigan, Gretchen Whitmer, y de Nuevo México, Michelle Lujan
Grisham; la alcaldesa de Atlanta, Keisha Lance Bottoms; y la exasesora
de seguridad nacional Susan Rice.
Rompiendo agosto se despejará
el misterio que permitirá al partido llegar a la Convención Nacional
Demócrata del 17 de agosto, en Milwaukee, Wisconsin, con una boleta que
le permita unidad para derrotar a Trump, al que mucho consideran que
gobierna a través de twitter.
Aunque Biden aparece al frente en
la mayoría de las encuestas, si no en todas, Trump no está acabado aun
cuando algunos analistas políticos consideran que bajo su mandato el
país está gobernado por un 'borracho al timón', dando tumbos.
De
acuerdo con el promedio de encuestas del portal digital
RealClearPolitics, el retador tiene una ventaja de nueve puntos
porcentuales, al contar con el respaldo de un 50,5 por ciento de los
votantes, frente a un 41,5 por ciento del jefe de la Casa Blanca.
Sin
embargo, no son pocos los que llaman a ser cautelosos, pues el
presidente no está acabado y muchos no olvidan lo que pasó cuando se
enfrentó a Hillary Clinton en 2016 y salió por la puerta ancha pese a
que escasos pronósticos lo daban vencedor.
Ahora, la elección de
la compañera de boleta reviste grandes complejidades y hay disimiles
valoraciones sobre el impacto que eso tendría si logran sacar al
multimillonario hombre de negocios de la Oficina Oval y darle un
puntapié al basurero de la historia.
Si Biden gana en noviembre,
su compañero de fórmula podría convertirse en el vicepresidente más
importante de la historia moderna de Estados Unidos, estiman analistas
de medios como The New York Times, The Atlantic, entre otros.
La
mujer que Biden escoja podría ser vista como una potencial presidenta en
espera, una señal para la agenda del Partido Demócrata en los años
venideros, y tal vez el jugador más significativo que trate de ayudar a
Biden a manejar un país -y un gobierno federal- en crisis.
Por su
experiencia en el cargo, el demócrata ampliaría la autoridad de un
puesto constitucionalmente insignificante más allá de los precedentes y
empoderaría a una mujer para que se proyecte hacia la elección en 2024
si es que la maquinaria partidista no mira en otra dirección.
Ya
sean las senadoras Harris o Bass, o la exasesora de seguridad nacional
Rice, entre otras, el retador Biden tiene donde escoger. Mujeres con
experiencia en política y en el Congreso, capaces de enfrentar a Trump
en una controversia y sentarlo en el banquillo de los acusados en varios
temas donde mostró incompetencia y falta de resultados.
Sin
embargo, en los días que faltan hasta noviembre 3, el actual ocupante de
la butaca presidencial en la Casa Blanca puede recuperarse y
escudriñando su forma de actuar, aun son posibles sorpresas pese al
empujón que daría una mujer vicepresidente a Biden. mem/lb
Entre los resentidos de la farándula destaca la ex primera
actriz Susana Pérez quien ahora se gana, literalmente, los frijoles en
Miami como vocera de la campaña de Trump.
Abrumado por su decadencia política, Donald Trump intenta remendarse de cara a las próximas elecciones de noviembre.
En estas circunstancias sus hombres echan mano a cualquier cosa, a jefes de grupos neo nazis hasta resentidos de la farándula.
De ahí que ellos, en aras de obtener migajas, no temen vender sus almas al Diablo y atacar a Cuba.
En 1902 Estados Unidos apoyado en su ocupación militar, le impuso la
Enmienda Platt cuyo texto autorizaba intervenir en la nación vecina
siempre que lo estimara necesario.
Se apropió de las mejores tierras a precios irrisorios, y desmovilizó al Ejército Libertador que derrotó al poder colonial.
De manera gradual se fue apoderando de su industria azucarera y otras
riquezas fundamentales del país hasta consolidar su poder neocolonial.
La embajada de Estados Unidos en La Habana se convirtió en la verdadera jefatura gubernamental del país.
Vale recordar que a solo algo más de unas semanas del triunfo de la
Revolución Cubana en 1959, Washington lanzó su primera campaña contra La
Habana.
El pretexto fue que en Cuba se había instaurado un baño de sangre contra opositores al naciente proceso revolucionario.
¿De qué se trató en realidad?
Juicios y condenas judiciales a torturadores y asesinos de la tiranía de Fulgencio Batista.
Desde aquellos días hasta el presente gobiernos de Estados Unidos
han manipulado campañas y mentiras para manejar asuntos internos de la
isla.
La administración ultraderechista de Donald Trump no ha sido una excepción, ha formado parte de esa realidad.
Algunos ejemplos sirven para corroborar lo dicho.
-Intensificó al máximo el bloqueo económico, comercial y financiero contra Cuba.
-Recrudeció las dificultades en torno a compras de materia prima vinculadas al sector de la salud.
-Desató una cruzada contra los suministros de petróleo a la isla
-Redujo drásticamente el número de vuelos hacia Cuba y los limitó a La Habana.
-Recortó el envío de remesas.
-Eliminó el otorgamiento de visas en Cuba.
-Prohibió el arribo de buques cruceros a La Habana.
-Despliega una brutal campaña contra las misiones médicas cubanas en el exterior.
Esto, y más enfilado a herir la posibilidad de adquirir recursos financieros.
Tal bochornoso espectáculo es aplaudido por lo peor de la sociedad y
el mundo político de Estados Unidos que incluye a quienes ladran a la
luna.
Nota de aclaración: El siguiente artículo fue tomado de El Nuevo Herald de Miami. No es costumbre por la naturaleza anticubana de esta publicación hacernos eco de ese órgano,. En este caso solo nos limitamos a reproducir este artículo por lo dramático que resultan las actuales condiciones que vive Estados Unidos.
¿Y si Trump pierde y se niega a dejar la presidencia?
por Rosa Townsend
La pregunta es muy seria y se la están haciendo a los niveles más
altos de las esferas políticas, judiciales y legislativas, a raíz de que
Donald Trump haya declarado que no está dispuesto a ceder fácilmente el
poder si pierde la elección frente a Joe Biden.
“No voy a decir que sí [voy a conceder la derrota]. Tengo que ver”, respondió en una reciente entrevista en Fox News. La declaración elevó el grado de alarma, dado que no es la primera vez que insinúa su deseo de perpetuarse en el poder.
Si
llegara esa situación el caos sería inimaginable, empezando porque no
hay nada escrito en la Constitución ni en las leyes federales que
garantice un traspaso pacífico de poder. El proceso ha funcionado sin
incidentes durante 220 años, incluso a través de guerras, basado sólo en
el honor y buena voluntad de los dos candidatos involucrados.
Por impensable que ahora pueda parecer la ruptura de esa tradición,
es totalmente posible. Estados Unidos se vería abocado a una crisis sin
precedentes, para la que no existe un mapa claro de soluciones. Aunque
sí hay caminos legales para evitar el descenso al infierno dantesco de
Washington. Y también, como no, sistemas para torpedearlos.
La
preocupación ante un eventual rechazo de Trump a dejar la presidencia no
es nueva. Ha ido aumentando a medida que sus instintos autócratas iban
saliendo a la luz. O mejor dicho, Trump iba exhibiéndolos, incluso
alardeando: “El deseo popular es que yo me quede 20 años más en la
presidencia”, es una de las fórmulas que ha repetido en los mítines que
se siente arropado por sus fanáticos.
En torno al temor de un
“tirano Trump” se ha creado casi un género literario. Libros, artículos o
conferencias exploran tal zozobra. Destaca el texto del profesor de
Amherst College, Lawrence Douglas, “Will He go? Trump and the Looming
Election Meltdown” (Se irá? Trump y el inminente desastre electoral”).
Y también se están realizando simulacros para gestionar el
“apocalipsis”, en caso de que Trump, como Nerón, decida “incendiar Roma”
antes que salir de la Oficina Oval por voluntad propia. Y digo irse por
las buenas, porque ya Nancy Pelosi ha advertido
que por las malas sería “fumigado” de la Casa Blanca. Con esa palabra,
fu-mi-ga-do. Por cierto, Pelosi es según la Constitución, la tercera en
línea para asumir la presidencia en caso de que no hubiera un claro
ganador o la situación descendiera al caos abismal.
Qué ironía
sería para un misógino que lo segundo que más teme después de la
etiqueta de “perdedor” es que sea una mujer quien le sustituya, y dentro
del universo femenino, es difícil pensar en alguien a quien Trump más
deteste que a Pelosi.
Volviendo a los simulacros, hay uno bipartidista en el que participan
al menos 60 personas, incluidos ex gobernadores y ex secretarios de
gobiernos republicanos y demócratas. El grupo se llama Transition
Integrity Project.
Pero antes de seguir explorando las opciones
y contra-opciones, conviene contextualizar la realidad en que nos
encontramos a menos de 100 días de las elecciones: no se puede decir que
la suerte de Trump esté ya echada, pero sí que se le ha volteado.
Es patente su continuo hundimiento en todas las encuestas, su
incapacidad para gestionar las crisis y su afán de usar tácticas
autoritarias. Estas últimas sirven de aperitivo para imaginar cómo sería
una segunda presidencia sin el freno de tener que rendir cuentas ante
el electorado.
De momento, sus tácticas de militarizar las calles —empezando en
Portland— o el intento de deslegitimar por adelantado la votación de
noviembre, son ensayos de un Trump desesperado calibrando hasta dónde
puede quebrantar la democracia, para aferrarse al poder. O para
perpetuarse, como se ha atrevido a sugerir en varias ocasiones.
Me
refiero a quebrantar la democracia más de lo que ya la ha golpeado
desde que llegó a la Casa Blanca, debilitando instituciones y violando
normas. Creyéndose invencible, con la complicidad de la mayoría del
Partido Republicano. Tan ebrio de poder que durante seis meses ha negado
al enemigo innegable: una pandemia imposible de esconder con sus
típicas distracciones.
Y si esta semana se ha visto forzado a claudicar ante el coronavirus,
que nadie se llame a engaño, no lo ha hecho por la cifra de muertos.
Trump nunca se digna nombrar a esas casi 150,000 almas, muchas de las
cuales estarían vivas si él hubiera establecido un plan nacional para
proteger a la población, que es su primera responsabilidad como
presidente. Y su gran fracaso.
Son otros números los que le han
movido a reconocer la gravedad de la pandemia: el 10% a 15% que va
detrás de Biden en todas las encuestas. Incluida la de su canal
favorito, Fox News. El margen de victoria es igualmente amplio en
estados clave como Michigan, Wisconsin, Pennsylvania, Arizona y Florida.
En otras palabras, si continúa esta trayectoria la derrota sería
humillante.
Se lo recordó educadamente el periodista Chris Wallace en la
entrevista en Fox el 19 de julio en la que rehusó comprometerse a ceder
el poder en caso de derrota. Trump le respondió acusando al canal de ser
“fake news”. ¡A Fox News!, lo cual es el colmo y demuestra el callejón
sin salida en el que se encuentra. Y a solas con el virus. Ese es su
problema, que ningún humano le ha llevado a ese callejón, se metió él
solito, con Twitter y sin máscara.
Ahora, a toda prisa busca
una salida, mientras el virus avanza sin que el presidente todavía haya
presentado un plan. Y mientras Biden avanza sin que ninguna de las
caricaturas urdidas por Trump se le haya pegado.
A estas alturas, y después de desperdiciar la ocasión de su vida
pudiendo haber usado el COVID-19 para unir al país, la única estrategia
que le queda es la suya de siempre: dividir, crear caos. De eso trata el
envío de soldados en uniformes de guerra a las calles.
Para justificar su lema de campaña, “ley y orden”, antes tiene que crear desorden.
Y
para deslegitimar la elección por si pierde, antes tiene que impedir
que mucha gente vote, por correo o en persona. Al tiempo que inventa
conspiraciones, y quien sabe cuantas cosas más se están cocinando. Una
de las que se conoce es el ejército de abogados listo para cuestionar
los resultados el 3 de noviembre a todos los niveles.
Hay tantos potenciales escenarios que son imposibles de enumerar en
este espacio limitado pero trataré de ir analizando en sucesivas
columnas. Solo un apunte: el arbitraje final (en caso de que la elección
acabe en retos múltiples) puede desembocar en manos del Congreso o del
Tribunal Supremo. Y hasta llegar a esas instancias pasaría por cortes
inferiores, recuentos de votos etc.
Salvo milagros, hay un horizonte que parece incuestionable: Estados Unidos tiene que prepararse para una pesadilla.
Periodista y analista internacional. Twitter:@TownsendRosa.
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El 21 de julio la Junta de Supervisores de la ciudad de San Francisco adoptó la resolución 200773
que promueve la colaboración científica y médica entre la ciudad y el
condado de San Francisco y Cuba para abordar la pandemia de la COVID-19.
La resolución, introducida por la supervisora Hillary Ronen y
copatrocinada por Aron Peskin y Shamann Walton, también insta al
Congreso de los EE.UU a levantar las restricciones a la colaboración
suspendiendo las sanciones económicas y de viaje contra Cuba.
Después del voto unánime en favor de esta Resolución, San Francisco
se une a otras 13 ciudades que han adoptado instrumentos legislativos
similares en los últimos años en favor del mejoramiento de las
relaciones con Cuba. Además, es la tercera ciudad del estado de
California, junto a Richmond y Berkeley, en apoyar formalmente la
cooperación científica bilateral para enfrentar la COVID-19.
Durante la reunión de la Junta, varias personas se comunicaron por
vía telefónica para manifestar su apoyo a la Resolución utilizando como
argumentos el éxito de Cuba en el enfrentamiento a la pandemia, tanto a
nivel doméstico como en el mundo, así como la eficacia de los protocolos
y medicamentos cubanos.
Por: Marco Velázquez Cristo.
La mafia anexionista asentada en Miami pretende arrastrar al resto de
la comunidad cubana radicada en la Florida a su nueva cruzada contra
Cuba, al “Parón” como la han denominado, y cuyo objetivo es cortar el
envío de remesas a nuestro país, impedir las recargas de celulares desde
EE.UU., así como frustrar cualquier otro tipo de ayuda de los cubanos
residentes en ese país a sus familiares en Cuba.
El chantaje, la amenaza y el engaño son los métodos que utilizan en ese vil empeño.
No resulta ocioso recordar que, desde los albores del triunfo
revolucionario de enero del 59, las sucesivas administraciones
norteamericanas han tratado de utilizar a la emigración cubana como arma
política contra la Revolución en contubernio con esa derecha
retrograda, a la que ha alentado, financiado y tolerado todo tipo de
agresiones a nuestra patria.
Esa minoría reaccionaria que, durante décadas, ha
secuestrado y usurpado la voz de la comunidad de cubanos asentados en la
Florida, principalmente en Miami, ni la representa, ni tiene
legitimidad para hacerlo.
Han tratado de hacerla aparecer como una masa homogénea adversaria de
la Revolución, por eso los muestran como personas que huyen de una
supuesta dictadura y los califican de exiliados o refugiados políticos.
Pero la realidad es otra, ni existe tal dictadura y estudios serios
demuestran que la mayoría de los que emigran lo hacen por motivaciones
económicas o de reunificación familiar, solo una minoría ha aceptado
denigrar de su patria para obtener determinadas prebendas o beneficios
económicos, menos aún son los que se han afiliado a organizaciones
contrarrevolucionarias.
Esa comunidad ha aportado mártires al martirologio de la patria.
Carlos Muñiz Varela, joven cubano llevado a EE.UU. durante la
Operación Peter Pan, es uno de ellos, fue asesinado en Puerto Rico por
sus esfuerzos para propiciar los viajes de los comunitarios a nuestro
país y estar a favor de la normalización de las relaciones con los
Estados Unidos. Sicarios de la organización contrarrevolucionaria
financiada por la CIA de carácter terrorista, Omega 7 fueron los autores
materiales de tan cobarde hecho.
Ahora ese sector anticubano que se encuentra enquistado dentro de
ella, aprovechando que, en la Casablanca está instalado un presidente
que necesita de su influencia para tratar de ganar los 29 votos
electorales que otorga el Estado de la Florida, en las elecciones
presidenciales de noviembre y con él que comparten el odio visceral
hacia la Revolución cubana, y hacen causa común para recrudecer el
bloqueo, intenta presionar a nuestros compatriotas con el fin de tratar
de forzarlos a convertirse en enemigos y verdugos de sus propias
familias. Inútil empeño condenado al fracaso.
Para tratar de empujarlos a secundar tan viles acciones,
inventan las más burdas falacias, entre ellas, que el dinero que mandan,
el gobierno cubano se apropia de él, y por lo tanto lo fortalece.
Es conocido que, el dinero remesado una vez en el país y en manos de
sus destinatarios, estos elijen libremente en que lo utilizaran. Si en
esas operaciones entra a alguna entidad estatal, no va al bolsillo de
nadie, sino que se usa en beneficio de toda la sociedad, en sectores
como los de la salud y la educación, a los cuales acceden de manera
gratuita al igual que el resto de los ciudadanos, las personas que
reciben esas ayudas monetarias, por lo que a las mismas le reportan una
doble utilidad.
El coro de repugnantes apátridas que en las redes sociales y desde
los medios de desinformación miamenses le sirven de voceros a esa
derecha cubanoamericana terrorista, repite cínicamente la misma
falsedad. Muchos de ellos mientras hacen campañas para desestimular el
envío de remesas e incitan a otras acciones como las ya señaladas,
continúan ayudando a sus familias, usando formas y vías que “burlan” las
medidas de restricciones impuestas por las autoridades norteamericanas,
las que conocen y toleran esas “violaciones”. ¿Por qué?, respuesta
obvia, son sus mercenarios. “…no es de cubanos vivir, como el chacal en la jaula, dándole vueltas al odio” José Martí.
Resulta indignante ver entre esos voceros de los mercaderes del odio,
a personas que mucho le deben al sistema social al que ahora se prestan
a denostar, de cuyas bondades se beneficiaron, y al que deben
educación, preparación profesional y hasta el rescate de las
consecuencias de malas decisiones personales tomadas.
Vale más un minuto de pie que una vida de rodillas. José Martí.
Pero su deleznable esfuerzo de contribuir al intento enemigo de
rendir por hambre y necesidades a todo un pueblo, a su pueblo, no
fructificará, tampoco podrán sumar a él, a la gran mayoría de la
comunidad cubana radicada en EE.UU.
Los tiempos y la composición de ese conglomerado de compatriotas han
cambiado. Ya no predominan dentro de él los batistianos, los asesinos
que escaparon de la justicia revolucionaria, los que se hicieron ricos
robándole al pueblo, los enemigos de la patria. Otros son los actores,
con diferentes orígenes y motivaciones que nada tienen que ver con los
de los que mencioné. El decoro de la inmensa mayoría de nuestros compatriotas
que viven en el norte revuelto y brutal que nos desprecia, prevalecerá
por encima de la maldad de los que pretenden utilizarlos como
instrumentos contra sus propias familias.
Están viviendo momentos muy difíciles, la pandemia de la Covid-19
hace estragos en la Florida, sus vidas están amenazadas y el sistema de
salud que debería protegerlos colapsa ante la enfermedad. Adicionalmente
sus ingresos personales en muchos casos se ven afectados, es un
escenario complejo y adverso para ellos.
Ojalá el gobierno norteamericano tuviera un momento de
lucidez y humanidad y permitiera que nuestros médicos cuidaran de esos
compatriotas que viven en su país, Cuba no pediría nada a cambio, le
bastaría con la satisfacción de haberles salvado la vida. Son cubanos y
con eso basta.
Si cuando todo esto pase, su situación económica y la perfidia del
gobierno yanqui no les permite continuar ayudando a sus familias en
Cuba, pueden estar tranquilos, ninguno será abandonado a su suerte,
incluyendo por supuesto a los allegados de los que hoy reptan a los pies
del peor enemigo de su tierra. Los que vivimos en la patria cuidaremos
de ellos.
Esos que, apoyan y tratan de justificar el bloqueo, que
instigan el odio y la división entre cubanos, que denigran de su país e
indignamente se prestan a agredir a su pueblo, arrastrarán la vergüenza y
el deshonor de haber cambiado patria por dinero.
Hoy,
más que nunca, a pocos meses de las elecciones presidenciales en
Estados Unidos, debemos estar atentos al lobo que se viste con piel de
cordero.
Se
acercan las elecciones presidenciales en Estados Unidos y con ello,
como suele ser habitual, la posibilidad que estalle una nueva guerra, la
intensificación de otras, alguna agresión vía un atentado directo o de
bandera falsa.
Ese es
el panorama que amenaza a algunos países del mundo: Irán, Venezuela,
Corea del Norte, Rusia, China, principalmente, enfrentados a la
Administración Trump y la política belicista características de los
gobiernos norteamericanos. Una realidad con hechos concretos,
implementados y con efectos visibles tales como: la intensificación de
sanciones contra los mencionados gobiernos y pueblos, catalogados como
un “peligro para la seguridad nacional de Estados Unidos” o como “una
amenaza inusual” con acciones violatorias del derecho internacional.
Sumando, además, el apoyo que otorga Washington a los crímenes sionistas
contra el pueblo palestino y la monarquía saudí contra el pueblo de
Yemen.
En el
caso específico de la llamada “política de máxima presión” contra la
República Islámica de Irán, esta es una de las líneas centrales de la
política exterior estadounidense, implementada al amparo de la violación
por parte de la Casa Blanca, del Plan Integral de Acción Conjunta (PIAC
o JCPOA, por sus siglas en inglés) que el pasado 14 de julio cumplió 5
años desde su firma en Suiza. Máxima presión que implica sanciones
económicas, tecnológicas, financieras, sanitarias, congelamiento de
bienes de la nación persa y la amenaza de impedir el levantamiento de
las sanciones en el campo militar, que debe terminar el próximo mes de
octubre pero que en manos de Trump se ha convertido en una presa
electoral para satisfacer al complejo militar-industrial, que necesita
para su desarrollo y posibilidades de venta de armas, que el mundo esté
en constante desestabilización.
Lo
sintomático, es que además de las sanciones unilaterales que lleva a
cabo contra Irán, Estados Unidos impulsa que sus aliados, en específico
los países europeos firmantes del JCPOA: Francia, el Reino Unido y
Alemania también se sumen a esa política de máxima presión, so pena de
sufrir ellos también las medidas coercitivas de una administración
cuestionada internacionalmente por el asesinato del teniente general
Qasem Soleimani, comandante de la Fuerza Quds del Cuerpo de Guardianes
de la Revolución Islámica (CGRI), asesinado en territorio iraquí por
misiles lanzados por fuerzas estadounidenses estacionadas en bases
militares del país árabe, que recibieron la respuesta contundente de
Irán como represalia ante ese crimen.
En el
caso de la Federación Rusa, la presión contra la nación euroasiática se
expresa de múltiples formas, donde la más peligrosa es la militar.
Esto, a través de la exigencia que hace Washington a sus socios
europeos, agrupados en la Organización del Tratado del Atlántico Norte
(OTAN), para que aumenten el gasto de su PIB al 2 % antes del año 2024 y
que posteriormente se incremente hasta un 4 %. Ya 15 países de un total
de 29 que conforman la Unión Europea han señalado que subirán su
porcentaje del PIB como lo demanda Estados Unidos. Esto, con el objetivo
de fortalecer a la OTAN que implica, medularmente, el aumentar la
compra de armas, equipos y sistemas de seguridad estadounidenses. Trump
ha sido categórico con los países europeos, en obligarlos a asumir ese
mayor costo económico, incluso con la decisión de disminuir, un
porcentaje importante, los efectivos militares estadounidenses
acantonados en Alemania, que implica pasar de 35 400 tropas a 25 000 soldados, que serían trasladados a Polonia, parte de la estrategia de presión contra Rusia.
Lo
consignado es un objetivo planteado, sin remilgos, por el jefe del
Pentágono, Mark Esper, quien ha hecho llamados permanentes a sus socios
europeos, para fortalecer la OTAN con el objeto de “disuadir a Rusia y
así potenciar a nuestros socios como esperamos”, objetivo que implica la
mejora de las capacidades de combate de la OTAN que debe asegurarse con
la contribución de la menos el 2 por ciento de su Producto Interior
Bruto destinado a la defensa. Hemos progresado mucho en eso en los
últimos dos años, pero hay que hacer más”, afirmó Esper, quien no ha
escatimado esfuerzos por conseguir que el cerco contra la Federación
Rusa se incremente, a través de fronteras militarizadas y el esfuerzo
destinado a lograr un enfrentamiento más directo entre Rusia y Ucrania a
través de provocaciones territoriales y suma de sanciones apelando al
supuesto apoyo de Moscú a los movimientos separatistas del este
ucraniano —que en un 90 % son rusoparlantes—.
Pence,
como secretario de Defensa de Trump, ha delineado una política que
contempla tanto a la Federación Rusa como a la República Popular China,
como peligros para Estados unidos y el mundo. “Cada vez está más claro
que Rusia y China quieren perturbar el orden internacional mediante el
veto de las decisiones económicas, diplomáticas y de seguridad de otros
países”. En el caso específico de la nación norteamericana,
Pence consigna que los gobiernos de Putin y Xi Jinping son un peligro
para la defensa, economía y seguridad y que tal peligro debe ser
contrarrestados. China es considerada un peligro en materia comercial y
tecnológica, lo que explica las decisiones contra la empresa Huawei, las
acusaciones de guerras cibernéticas que Pekín habría impulsado contra
Estados Unidos y la guerra arancelaria y económica iniciada por
Washington desde junio del año 2018.
En la
misma zona asiática, con relación a Norcorea, Estados unidos incrementa
su presión militar enviando aviones espías, al mismo tiempo que trata de
mostrar una cara amable, llamando a un diálogo al gobierno de Kim
Jong-un que ha resultado vano. Como apoyo a esta política de presión
contra Corea del norte, Washington se vale también del Reino Unido, que
para no ser menos, a principios de julio colocó
en su lista negra de personas y entidades sancionadas, a la Oficina del
Ministerio de Seguridad del Estado y la Oficina Correccional del
Ministerio de Seguridad Popular haciéndose parte de la política hostil
del Gobierno de Trump.
Un
conflicto que también tiene elementos de tensión militar, sobre todo
cuando la referencia es el Mar de la China, al Península coreana y las
presiones que Washington ejerce con ayuda de sus aliados de Australia,
Japón y Corea del Sur, fundamentalmente y los apoyos de Washington a los
grupos opositores en Hong Kong, acusando a China de afanes
expansionistas y de acosar a la región administrativa especial mediante
la imposición de una ley que castiga los actos considerados de sedición
lo que determinó que Washington le quitara a Hong Kong, el tratamiento
preferencial en materia económica.
Pekín
contesto, a través del embajador de China en Estados Unidos Cui Tiankai,
quien señaló “Washington debe reconocer la realidad de una China fuerte
donde tenemos el derecho legítimo de convertir a nuestro país en un
estado modernizado, fuerte y próspero, como cualquier otra nación del
mundo…¿Está EE.UU. listo o dispuesto a vivir con otro país, con una
cultura muy diferente, un sistema político y económico muy diferente
(...) en paz y cooperar en los numerosos desafíos globales que siguen
creciendo?” interrogante que aún no tiene respuesta pero que visualizó
negativa, sobre todo porque la estrategia electoral del equipo de Trump
ha elegido tomar dos focos de ataque. Joe Biden y Pekín, en forma
principal y a Rusia, Venezuela e Irán como segundo foco en aras de
conseguir apoyos a un régimen con baja adhesión de la ciudadanía.
Con
relación a Venezuela esa política de máxima presión referida, ha tenido
diversos cuadros que muestran a Washington de derrocar al Gobierno del
presidente Nicolás Maduro, “castigar” a su población, ejecutar acciones
que implican operaciones militares a cargos de mercenarios y desertores
del Ejército venezolano, además de ampliar en forma absolutamente
brutal, el embargo, las sanciones e incluso propiciar el robo de los
recurso financieros venezolanos en el extranjero como ha sido los 1200
millones de dólares en oro (31 toneladas) que se suponían resguardados
en una entidad financiera británica. Recordemos que en marzo de este
año, coincidente con el aniversario del fallecimiento del comandante
Hugo Chávez Frías, Trump ordenó, por quinto año consecutivo, el renovar
el decreto que signa a Venezuela como “una amenaza inusual para Estados
unidos. Un decreto que tuvo su origen en el gobierno del ex presidente
Barack Obama. Mostrando con ello que la supuesta diferencia en política
exterior entre republicanos y demócratas es simplemente una fábula.
Para su
labor contra la nación sudamericana, Estados Unidos se vale del apoyo
de regímenes incondicionales, como es el caso del gobierno de Boris
Johnson, que aupado por la propia justicia británica, ha expoliado el
depósito en oro, que el Gobierno venezolano mantiene en el Banco de
Inglaterra, argumentando reconocimiento al autoproclamado Juan Guaidó y
con ello una potestad espuria sobre bienes venezolanos. Tal como lo
señalé en el artículo el Reino Unido y su esencia de Bucanero, publicado
en el portal segundo paso.es, ha quedado en evidencia que “La Isla
Europea da muestras que su monarquía Constitucional, el gobierno
presidido por el conservador Boris Johnson y esta monserga de supuesta
defensa del modelo occidental de la democracia, el respeto a la
legalidad internacional tiene comportamientos similares e incluso
superiores, en niveles de delincuencia, que su primo estadounidense”.
Debemos
estar alertas, nada bueno se puede esperar de una política
estadounidense basada en la agresión, en la búsqueda de sometimiento y
menosprecio a la soberanía de los pueblos. Nada positivo es posible
esperar de un gobierno, que pretende contender su crisis sanitaria,
económica y social, apelando a la agresión contra aquellos países que se
levantan con dignidad e independencia. Un mundo, que a través de
algunas naciones, ha decidió dar lucha a un imperialismo a la baja, con
una hegemonía que no resiste el ímpetu de numerosos pueblos, que
reclaman un lugar preponderante en el escenario mundial, no en base al
poderío impuesto, sino con relaciones internacionales donde las mismas
leyes, que nos hemos dado como pueblos, se cumplan. No es utópico pensar
en ello, está establecido, es el marco legal que nos rige pero hemos
“dormido el sueño embrutecedor, de un imperialismo que actúa como el
opio, como una droga que paraliza y ciega.
La
unilateralidad estadounidense exige nuestro objetivo de
multilateralismo. La agresión exige un frente común y develar, que
aquellos que se jactan de su tipo de democracia, son simplemente
embusteros, corsarios, piratas y violadores de las leyes
internacionales, que suelen exigir su aplicación cuando se trata de
otros, pero negarse acatarla cuando su intimidación, sus violaciones son
desnudadas. Hoy, más que nunca, a pocos meses de las elecciones
presidenciales en estados unidos, debemos estar atentos al lobo que se
viste con piel de cordero.