Por. Pedro Jorge Velazquez.
No sé a ustedes, pero a mí me molesta tener que parar mi rutina de vida, mi tiempo de aprender, de escribir, de trabajar, incluso el de ocio, para tener que enfocarme nuevamente en el Movimiento San Isidro. Esta pantomima está hecha para eso: para desenfocarnos y distraernos de lo realmente importante; para que, por ejemplo, dejemos de hablar de los candidatos vacunales cubanos que son noticia hoy en el mundo entero y que comenzarán su estudio de intervención masiva a finales de este mes, para que nos desentendamos de que uno de los primeros vacunatorios de todo el país se ha colocado precisamente en el barrio de San Isidro.
Nos tiene que quedar claro que esto es una provocación para desviarnos y romper el consenso social que existe en nuestro país hasta en tiempos de crisis. Están, como dice el dicho, buscándole la quinta pata al gato, violando las leyes a diestra y siniestra porque tienen la atención de los medios internacionales y el apoyo del gobierno más poderoso del mundo que, al fin y al cabo, es su postor y líder.
Aquí nadie tiene privilegios para violar las leyes. La Carta Magna está ahí. Las conductas ilegales están bien tipificadas. Entonces nos toca aplicarlas, porque si a cualquier persona hoy se le pone una multa de 2000 pesos por bajarse el nasobuco en un lugar público, entonces no hay razón para dejar impunes a los que ayer armaron una concentración que violaba el distanciamiento social para bailar y gozar en plena calle sin los nasobucos puestos, en el día que hubo récord de contagios en este país.
Pero no fue solo el delito de propagación de epidemia, sino una violación conjunta y desmedida. Se incurrió, además, en desobediencia, desacato, resistencia y desorden público. Fue violado el artículo 144.1 del Código Penal que estipula claramente: “el que amenace, calumnie, difame, insulte, injurie o de cualquier modo ultraje u ofenda, de palabra o por escrito, en su dignidad o decoro a una autoridad, funcionario público, o a sus agentes o auxiliares, en ejercicio de sus funciones o en ocasión o con motivo de ellas, incurre en sanción de privación de libertad tres meses a un año o multa de cien a trescientas cuotas”.
La forma legal para proceder ante estos delitos existe y por tanto debe aplicarse. Es cierto que necesitamos pensar a la hora de tomar una decisión así, pues la campaña internacional que se nos viene encima puede terminar afectando al pueblo, pero la pregunta es ¿hasta cuándo? ¿cuántas veces pueden ellos violar las leyes? ¿cuál es el límite? Los cabecillas de San Isidro conocen muy bien el acoso económico contra el pueblo cubano y se escudan en él para violar las leyes, pues conocen que el encarcelamiento de cualquiera de ellos puede significar más sanciones para nosotros.
Pero aquí nunca se le ha temido a eso, mientras nuestra soberanía exista y nuestras disposiciones legales, escogidas por el pueblo, se hagan cumplir.
También daremos la guerra informativa y comunicacional. Si se explica con detalles, la gente entenderá qué ocurre y por qué se toman las medidas. No será una decisión por diferencias políticas, aunque lo traten de pintar así, sino una decisión estrictamente jurídica.
Yo conozco personas que piensan diferente y lo expresan y no violan ninguna ley. De hecho, la mayor prueba de que la represión que ellos alegan es mentira es que ayer armaron todo su espectáculo y nadie fue a golpearlos. Lo mejor es que está grabado por ellos mismos para si alguien quiere comprobar que allí no se tocó a nadie.
¿Por qué ellos pueden violar las leyes y los demás cubanos no? ¿Es un privilegio ser agentes pagados por un gobierno extranjero?
No hay dudas de por qué hacen todo esto. Cuba quedará en la cúspide de la ciencia mundial cuando las vacunas sean un suceso internacional tangible, cuando los países acudan al gobierno cubano para salvar a sus ciudadanos, cuando la dosis cubana camine por tierras vecinas como soñó Fidel. Cuba volverá a demostrar que el socialismo sí es una alternativa posible.
Eso los tiene desesperados. Además, el congreso del Partido está a las puertas de la esquina: un congreso donde se definirán los próximos grandes pasos y los cambios que necesita dar esta nación. En este contexto, podemos esperar que ocurran otros sucesos como el de ayer; pero si se están violando las leyes, si la defensa de nuestra democracia y soberanía es nuestro primer derecho, si la protección de la institucionalidad debe ser pública y no arbitraria ni discrecional, entonces no hay razón alguna para permitir la naturalización de la desobediencia, la ilegalidad y el más que probado mercenarismo.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario