Por: Marco Velázquez Cristo.
La 2da temporada de la serie “ataques acústicos” que incluye dos
nuevas “victimas” de estos en Cuba, ha extendido su escenografía a
China.
En el caso de nuestro país el gobierno norteamericano con su
proverbial desfachatez y haciendo caso omiso de la opinión de
reconocidos expertos de varios países incluido el propio que, desestiman
la ocurrencia de esos supuestos hechos con irrefutables argumentos
científicos, continúa desarrollando la farsa agregando dos nuevos
“afectados”. El fin inmediato es seguir deteriorando las relaciones
diplomáticas hasta situarlas en un punto de ruptura, a la vez que causan
daño económico haciendo disminuir el flujo de turistas principalmente
los provenientes de EE.UU. y Canadá.
El intento de deteriorar la economía, acompañado de la drástica
reducción del personal diplomático que limita el otorgamiento de visas y
obstaculiza la emigración legal y las visitas familiares, así como la
pretensión de presentar al gobierno cubano como responsable de toda esta
situación tiene la finalidad de ir creando progresivamente las
condiciones para la desestabilización del país.
Presumen que aumentando las carencias del pueblo, se generaran
insatisfacciones y estados de irritación, que unidos a la presión de
los que desean emigrar, conducirán a situaciones de violencia y a un
éxodo masivo hacia EE.UU., ante cuyo escenario tendrían el pretexto
para, tal y como ha publicado el Servicio de Guardacostas decretar el
bloqueo naval para impedir que embarcaciones de La Florida puedan
llegar a Cuba y recoger a potenciales emigrantes, a la vez que
interceptarían a las provenientes de nuestro país, retornándolas a su
origen, actuación que justificarían aduciendo razones de seguridad
nacional, pero que en realidad estaría dirigida a elevar la tensión
interna en Cuba.
El imperio desea ese escenario, por lo que no sería extraño que
incremente la agresividad de sus acciones dirigidas a tratar de lograr
concretarlo.
La medida final sería la intervención militar.
Pero una cosa es lo que pueda estar tramando el imperio y otra lo que pudiera hacer en la realidad.
Puede el gobierno norteamericano mandar a todas las instituciones que
posee para la subversión político ideológica a dedicarse a tiempo
completo a trabajar sobre la sociedad cubana, puede orientar a sus
lacayos internos a apoyar las acciones de estas, puede seleccionar y
preparar sus agentes de influencia, puede buscar estrangularnos
económicamente, disminuir el flujo de turistas, llevarse sus
diplomáticos, romper las relaciones con Cuba, presionar a sus aliados
para que sigan su ejemplo, pero no podrá alcanzar sus fines.
La revolución cubana bajo la guía de Fidel supo educar, sembrar
valores y unir al pueblo, la confianza del cual jamás ha traicionado, ni
le ha mentido o desconocido, tampoco ha tomado ninguna medida en su
contra, aun en las peores circunstancias ha protegido a los más
vulnerables, siempre ha actuado de acuerdo a los intereses de la gran
mayoría, sus principales dirigentes no han practicado la doble moral o
el nepotismo, ni se han enriquecido a costa del sacrificio de sus
compatriotas, por eso la sentimos y es nuestra Revolución. Ir contra
ella, sería ir contra nosotros mismos y no somos suicidas.
Dentro de la sociedad cubana sus agentes de influencia, sus oficiales
encubiertos y sus aliados internos, no encontrarán, ni podrán crear las
condiciones para que el escenario de sus sueños se haga realidad.
Tampoco nos quedaremos cruzados de brazos dejándolos actuar.
En el plano internacional, el prestigio y la autoridad alcanzados por
la Revolución, labrados en más de medio siglo de intachable conducta de
apego a la verdad, de respecto a la autodeterminación de los pueblos,
de solidaridad con los más desposeídos y de defensa de sus derechos, de
ayuda desinteresada a estos, de vertical denuncia de las injusticias, de
no ceder ante chantajes o amenazas y mantener una trayectoria coherente
basada en los principios, no los pueden borrar ni mil imperios juntos.
No podrán aislarnos y al intentar hacerlo se aislarán ellos mismos.
En cuanto a China, el rumbo que está tomando el actual enfrentamiento
económico con EE.UU en el cual la entrada de la Unión Europea no se ha
producido como esperaban los estadunidenses que, tenían previsto sumarla
a su cruzada contra ese país, algo que públicamente había manifestado
Donald Trump, y por cuyo motivo habían excluido a las economías del
viejo continente del alza arancelaria al acero y el aluminio proveniente
de ellas, decisión que revirtió el magnate presidente aduciendo que las
exportaciones estadounidenses sufren por injustos aranceles que les
impone el bloque europeo, lo que transformó un potencial aliado en un
oponente que replicó subiendo el gravamen a unos cuantos productos
norteamericanos.
Este cambio debe haber enfurecido al beodo de la Casablanca y su
equipo de gobierno, sobre todo a su Secretario de Estado Mike Pompeo,
miembro “ilustre” del Tea Party y de la Asociación Nacional del Rifle,
tan soberbio y arrogante como su jefe.
Ambos halcones ultraconservadores deben andar muy frustrados con esa
situación que los pone en desventaja ante su principal oponente que son
los chinos, por eso empiezan a utilizar lo que al parecer se ha
convertido en parte del arsenal de medidas de la “nueva diplomacia”
estadunidense, “los ataques acústicos”, los cuales son empleados para
justificar la aplicación de otras acciones de mayor agresividad.
En China donde ya han iniciado la evacuación de algunos diplomáticos,
acompañada de la correspondiente campaña mediática para llamar la
atención sobre los fabricados hechos y posicionar las matrices de
opinión de su interés, es predecible que continúen la escalada
intentando aplicar sanciones que debiliten y limiten las posiciones y
capacidad de respuesta del país asiático en la guerra económica que
sostienen contra él.
Las sanciones son una de las medidas predilectas de la actual
administración norteamericana, a la aplicación de las cuales suelen
arrastrar a sus aliados, algo que podrían intentar en esta ocasión, no
solo para lograr un mayor impacto sino también para obligar mediante el
chantaje a transformarse en aliados a actuales oponentes, porque en el
tema de las sanciones son otros los intereses que entran a jugar.
Volviendo al tema de nuestra patria, quizás no tengamos que esperar
mucho por la próxima felonía de Norteamérica, que tal vez confundiendo
la sumisión de algunos que han cedido ante el chantaje, sucumbido a sus
propios errores y cobardemente inclinado su frente ante ella,
abandonando principios y amigos, incremente su agresividad pensando que a
todos puede doblegar.
A tales pretensiones que responda el Comandante invicto: “Nuestro
pueblo y nuestra Revolución lucharán hasta la última gota de sangre. A
Cuba jamás la tendrán”
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