No
alcanzarían las páginas de nuestro periódico para citar ejemplos de la
obsoleta y hostil política del bloqueo económico contra Cuba en más de
55 años
Si todavía alguien cree que el
bloqueo económico, comercial y financiero de Estados Unidos contra Cuba
es una exageración del Gobierno de la Isla, solo hay que remitirse al
más cercano episodio de esta política que califica como genocidio.
A Gustavo Véliz, embajador de la Mayor de las Antillas en Antigua y Barbuda, le llegó una comunicación de la compañía aérea y de logística estadounidense FedEx, en la cual se le expresaba que esa entidad había cancelado la cuenta a la delegación cubana en ese territorio caribeño, respondiendo a la política extraterritorial de bloqueo del Gobierno de Estados Unidos contra Cuba.
«Esto se debe a que FedEx y sus subsidiarias internacionales, como empresas de propiedad estadounidense, están sujetas a la legislación de EE. UU. No podemos manejar compras que vayan a cualquier parte de un Gobierno que esté sujeto a sanciones impuestas por la Oficina de Control de Activos Extranjeros, que es parte del esquema legal de control de exportaciones de EE. UU. Cuba es un país sujeto a sanciones por parte de Estados Unidos. Por lo tanto, no podríamos transportar ningún envío desde una embajada del Gobierno de Cuba; dichos envíos en este momento o en el futuro serán rechazados para ser recogidos o devueltos al remitente», dice la nota enviada a la representación cubana.
No alcanzarían las páginas de nuestro periódico para citar ejemplos similares a lo largo de más de 55 años de esta hostil política. Bastaría con recordar uno, que tampoco está lejos en el tiempo e ilustra el genocidio implícito en el modo de actuar del imperio.
En el 2016, el huracán Matthew dejó a Baracoa, en el extremo oriental cubano, en ascuas. En aquel momento, en virtud de la ley estadounidense, se le impidió a la embajada de Cuba en Ankara, Turquía, realizar una transferencia bancaria a la Isla, aun cuando esa región oriental cubana se hallaba en una dolorosa situación, la cual fue encarada con entereza por el Estado y el Gobierno.
La Asamblea General de la ONU durante 25 años consecutivos ha repudiado el bloqueo contra Cuba; en ese escenario el mundo entero ha respaldado las resoluciones cubanas para poner fin a la despiadada política estadounidense. Sin embargo, aquí la sordera de los gobiernos norteamericanos es real y congénita, porque no entienden el idioma de los pueblos. (Redacción Internacional)
A Gustavo Véliz, embajador de la Mayor de las Antillas en Antigua y Barbuda, le llegó una comunicación de la compañía aérea y de logística estadounidense FedEx, en la cual se le expresaba que esa entidad había cancelado la cuenta a la delegación cubana en ese territorio caribeño, respondiendo a la política extraterritorial de bloqueo del Gobierno de Estados Unidos contra Cuba.
«Esto se debe a que FedEx y sus subsidiarias internacionales, como empresas de propiedad estadounidense, están sujetas a la legislación de EE. UU. No podemos manejar compras que vayan a cualquier parte de un Gobierno que esté sujeto a sanciones impuestas por la Oficina de Control de Activos Extranjeros, que es parte del esquema legal de control de exportaciones de EE. UU. Cuba es un país sujeto a sanciones por parte de Estados Unidos. Por lo tanto, no podríamos transportar ningún envío desde una embajada del Gobierno de Cuba; dichos envíos en este momento o en el futuro serán rechazados para ser recogidos o devueltos al remitente», dice la nota enviada a la representación cubana.
No alcanzarían las páginas de nuestro periódico para citar ejemplos similares a lo largo de más de 55 años de esta hostil política. Bastaría con recordar uno, que tampoco está lejos en el tiempo e ilustra el genocidio implícito en el modo de actuar del imperio.
En el 2016, el huracán Matthew dejó a Baracoa, en el extremo oriental cubano, en ascuas. En aquel momento, en virtud de la ley estadounidense, se le impidió a la embajada de Cuba en Ankara, Turquía, realizar una transferencia bancaria a la Isla, aun cuando esa región oriental cubana se hallaba en una dolorosa situación, la cual fue encarada con entereza por el Estado y el Gobierno.
La Asamblea General de la ONU durante 25 años consecutivos ha repudiado el bloqueo contra Cuba; en ese escenario el mundo entero ha respaldado las resoluciones cubanas para poner fin a la despiadada política estadounidense. Sin embargo, aquí la sordera de los gobiernos norteamericanos es real y congénita, porque no entienden el idioma de los pueblos. (Redacción Internacional)
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