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Las condiciones gélidas y la nevada pueden vincularse con el recalentamiento planetario, pues los últimos estudios muestran que el derretimiento del hielo del Ártico perturba la corriente de aire en chorro llevando el aire helado hacia el sur. Mientras, en otras partes del mundo, se registran temperaturas más cálidas que el promedio.
Eso recuerda a las condiciones extremas registradas en reiteradas ocasiones en 2017, que golpearon a varias comunidades en todo el mundo y destrozaron marcas históricas. Mientras, los especialistas comprendieron mejor cómo el cambio climático aviva muchos de los desastres que vivimos.
El recalentamiento planetario crea condiciones que nos ponen a todos en riesgo, lo que se hace evidente con algunos de los eventos y avances científicos más notorios del año pasado.
Todavía no se conocen los datos para todo 2017, pero es muy probable que sea el tercer año más cálido de los últimos 138, y quizá el segundo, según uno de los estudios.
Y cabe destacar que está entre los años más calurosos sin El Niño, un fenómeno que suele empujar las temperaturas hacia los extremos.
Eventos extremos…
A principios de octubre ya habían ocurrido 15 eventos extremos y desastres climáticos en Estados Unidos, con pérdidas que ascendieron a 1.000 millones de dólares, emparejándolo al total de 2016 y tan solo uno menos que la marca de los “desastres de 1.000 millones de dólares” de 2011.
California acaba de experimentar su mayor incendio forestal, que obligó a evacuar a 50.000 personas, y tuvo lugar tras otro ocurrido en el norte de ese mismo estado unas pocas semanas antes, y en el que murieron 40 personas y quedaron 8.400 viviendas destruidas
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Los huracanes se sucedieron rápidamente unos a otros: Harvey dejó inundaciones derivadas de las numerosas tormentas y las lluvias extremas, que dejaron casi 800.000 personas necesitadas de asistencia; Irma, el más fuerte del océano Atlántico después de Wilma, en 2005; y María, el más fuerte que haya golpeado a Puerto Rico desde 1928.
Los especialistas trabajan para determinar el papel del cambio climático en esos eventos, pero ya han concluido que el recalentamiento planetario derivado de las acciones humanas posiblmenete aumente 3,5 veces las probabilidades de lluvias como las que trajo Harvey, así como su intensidad en 20 por ciento.
África oriental se hundió en una crisis humanitaria por la devastación causada por la sequía que, sumada a los conflictos, dejó a millones de personas hambrientas.
Australia superó más de 260 marcas de calor y precipitaciones, y registró su invierno más cálido de la historia.
El Boletín de la Sociedad de Meteorología de Estados Unidos concluyó en 2017 que los científicos pueden discernir cada vez más si el cambio climático incide en los eventos extremos.
El informe, que revisa 116 investigaciones de 18 países, concluyó que los múltiples eventos extremos de 2016, como la ola de calor extrema en Asia y la ola de calor marina que azotó la costa de Alaska, no hubieran ocurrido sin el impacto de las actividades humanas en el clima.
Otra notoria publicación concluyó que había una conexión entre la severidad de numerosos eventos extremos y las consecuencias del cambio climático en la corriente en chorro.
Los científicos que mapean el lecho marino y el lecho de roca concluyeron que entre dos y cuatro glaciares costeros están en riesgo de derretirse de forma acelerada y más de lo que se había considerado antes.
En la Antártida, los especialistas documentaron por primera vez un movimiento generalizado de agua de deshielo y de sistemas de drenaje de superficie a gran escala, que podría mandar agua a las plataformas de hielo, ya vulnerables, y acelerar la futura pérdida de casquetes glaciares.
Científicos determinaron que la extensión y el grado de disminución del hielo ártico no tiene precedentes desde hace por lo menos los últimos 1.500 años.
El mar Ártico se redujo a la menor marca que se haya registrado jamás en marzo, disminuye 2,8 por ciento cada década desde 1979. Además, ese mes, hubo uno por ciento menos de hielo marino antiguo (con cuatro inviernos), que es mucho más resistente al derretimiento que el nuevo.
La extensión de hielo estival ha aumentado en la Antártida en los últimos años, pero en 2017, los científicos registraron la menor superficie para esa estación. Los especialistas necesitan varios años más de recolección de datos para comprender si se debió solo a una variación o es un indicio de cambios más sistémicos.
El Boletín Meteorológico Mundial concluyó que las concentraciones de dióxido de carbono, 403,3 partes por millón (ppm) de 2016, fueron las más elevadas de los últimos 800.000 años y se ubicaron 45 por ciento por encima de la era preindustrial.
La última vez que la Tierra registró concentraciones comparables de dióxido de carbono fue cuando el mar estuvo entre 10 y 20 metros por encima del nivel actual, y la temperatura global era de entre dos y tres grados centígrados más alta.
Es demasiado pronto para conocer las concentraciones de gas de 2017, pero el Observatorio Mauna Loa registró lecturas por encima de las 410 ppm.
El Proyecto Carbono Global y la Universidad de Anglia del Este concluyeron que en 2017 se registró el mayor grado de contaminación de carbono, revirtiendo la tendencia a la ralentización de emisiones derivadas de combustibles fósiles y de la industria, registrada en los últimos tres años.
Los científicos descubrieron que las selvas pueden haber alcanzado un umbral crítico, pasando de ser sumideras de carbono, porque absorben más dióxido de carbono de la atmósfera del que emiten, a fuente de carbono, debido a la deforestación, la degradación y el cambio en el uso del suelo.
Las temperaturas del permafrost registradas en 2016 fueron las más cálidas, y los datos preliminares sugieren que será igual en 2017. El recalentamiento puede hacer que los ecosistemas de permafrost se descongelen, se desestabilicen y liberen los gases invernadero encerrados en su interior.
Una investigación publicada en la revista Nature concluyó que los ecosistemas demoran más en reponerse de las sequías, en especial en los trópicos y en las altitudes más elevadas, que anteriormente. El tiempo de recuperación es una señal de resiliencia de los ecosistemas, y una recuperación comprometida podría hacer que se murieran árboles.
Los científicos concluyeron que las anteriores estimaciones sobre el impacto del cambio climático en algunas especies estaban muy subestimadas, casi uno de cada dos mamíferos y una de cada cuatro aves amenazadas ya se habían visto perjudicadas por el recalentamiento planetario en por lo menos algún espacio del que ocupan.
Es necesario revertir el curso de los acontecimientos Está claro que la tendencia va en la dirección equivocada.
Pero 2018 ofrece un nuevo comienzo y la oportunidad de aprender de 2017 y de los anteriores años con marcas históricas. Que este año traiga una nueva determinación para revertir el curso y para tomar medidas con vistas a avanzar hacia un futuro de pocas emisiones de carbono.
(Con información de IPS)
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