Páginas demoledoras entran en juego y ni el poder presidencial puede parar su venta y lectura con los intríngulis de una administración peculiarmente caótica. Pero no es el único texto sobre el presidente Donald Trump
Por. Juana Carrasco.
El jueves, los abogados de Donald Trump enviaron una carta conminatoria para que la editorial desistiera de la publicación de Fire and Fury: Inside the Trump White House, un libro escrito por Michael Wolff. Así dijo The Washington Post, pero la respuesta fue todo lo contrario: Henry Holt & Co., la empresa editora, se apresuró a ponerlo en venta desde el primer minuto del viernes cinco de enero y ya se podían leer con muchos más detalles, frases y anécdotas, pormenores filtrados sobre una Casa Blanca caótica, disfuncional e incompetente, bajo la égida de un presidente neófito.
El escándalo de las revelaciones es tal que —al menos en Estados
Unidos— ha relegado a un segundo plano hasta el mismísimo «ciclón
bomba», que ha dejado helada la costa atlántica del país, con un saldo
de no pocos muertos y daños materiales. Pero los chismes políticos y
domésticos pesan e interesan mucho más
.
Todo esto a pesar de que el periódico The Hill apuntaba que ayudantes
actuales y antiguos de Trump consideraban que muchas de las historias
eran exageradas o total ficción, por lo que pensaban que Fuego y Furia: Dentro de la Casa Blanca de Trump no tendría resonancia más allá del cinturón de los principales partidarios del mandatario.
Aunque la frustración provenía más del hecho de que Michael Wolff, el
autor, un periodista con fama de exagerado, había campeado durante
meses por los salones de la mansión ejecutiva, cuando trabajaba en el
proyecto y «por la aparente baja estima que algunos miembros del
personal tienen del Presidente», de acuerdo a como es descrito en el
libro.
Una fuente cercana a ese ámbito le dijo a The Hill: «El mayor error
político en la historia de Estados Unidos fue permitir que un reportero,
cuya integridad ha sido impugnada en todo el espectro, ingrese a la
Casa Blanca y darle rienda suelta».
Salía a relucir como culpable un hombre que fue conocido como el
Rasputín de esa Administración, «guía espiritual» de Donald Trump, la
eminencia gris que le llevó a la Oficina Oval y contribuyó decisivamente
a propagar su lema de America First; en fin, «almas gemelas
ideológicas». Steve Bannon se lleva las palmas con extensas citas y sus
críticas al Presidente y a su familia, las grandes ronchas levantadas
por este escandaloso libro.
Tom Steyer —el multimillonario y gran donante de los candidatos del
Partido Demócrata que se ha gastado ya 20 millones de dólares en la
campaña Need to Impeach, como promoción por el juicio político a Trump—
anunció que ha comprado una copia del nuevo libro para cada
representante y senador (535) del Congreso. Él espera apoyo a su campaña
y Fire and Fury no deja de ser un buen impulso a su propósito.
En solo 20 minutos, Kranerbooks, una librería de Washington DC, había
vendido todo su lote de ejemplares cuando lo puso en vidriera y
estantes a la medianoche, y ante Dupont Circle docenas de ansiosos
lectores hacían cola para adquirir el libro-bomba, mientras escenas
similares se vivían en otras ciudades del país, incluso cuando algunas
de ellas estaban bajo gruesa capa de nieve.
Candela en algunos pasajes
Entre sus páginas, los ávidos lectores encontrarán que Trump no
esperaba ganar la presidencia, y esto yo me lo había imaginado más de
una vez por una actuación no pocas veces errática e improvisada hasta en
la escogencia de su gabinete y otros altos personajes del Gobierno.
Donald Trump no creyó jamás que fuese a ganar las elecciones. Y
cuando lo hizo, se quedó helado como un fantasma. Un estupor del que,
una vez investido Presidente, pareció seguir preso: no procesaba
información, no leía y ni siquiera ojeaba los informes. Era un «niño
grande» que abroncaba al servicio por tocar su cepillo de dientes y se
quedaba paralizado ante asuntos complejos. Así dice El País que lo
describe el libro de Wolff
El propio Trump, en días anteriores, había expresado a su amigo, el
presidente de la cadena Fox, Roger Ailes, su convicción de que haber
llegado hasta ahí era ya un triunfo que le abría las puertas de la fama,
aunque se le cerrasen las de la Casa Blanca. Pero todo cambió esa
noche. Perplejo, su consejero de campaña Steve Bannon lo vio
transformarse. Primero escéptico, luego horrorizado, y finalmente
iluminado: «Donald Trump se convirtió en el hombre que consideraba que
merecía ser y era perfectamente capaz de ser, el presidente de Estados
Unidos».
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