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Pero en Cuba pocas personas creen que sean ciertos los 22 casos de los raros episodios que Estados Unidos sostiene que tiene confirmados.
“Llevamos 50 años de bloqueo y no es la primera, ni la última excusa que inventan para tratar de desacreditar a Cuba y a sus dirigentes”, dijo a la AP, Alexander Tamame, un abogado de 36 años. “Mi idea es que no haya ocurrido nada realmente, si no ya se hubiera sabido, los americanos (estadounidenses) no aportaron pruebas”.
Funcionarios estadounidenses informaron recientemente que diplomáticos de su embajada en La Habana comenzaron a oír zumbidos agudos en sus casas el año pasado y luego presentaron síntomas como sordera, problemas de visión y dificultades para concentrarse.
Y a pesar de una cooperación sin precedentes por parte de Cuba para que Estados Unidos pudiera investigar los casos, el gobierno del presidente Donald Trump aseguró que su colega Raúl Castro no garantizó la seguridad a los estadounidenses.
En Cuba, los ciudadanos son escépticos de los supuestos ataques, tanto entre quienes se mostraron partidarios del gobierno como entre los admiradores de Estados Unidos. Algunos incluso hicieron bromas o ironizaron.
“No creo nada de eso. Vamos, todas las personas tendrían que haber sido afectadas iguales y nadie se está quejando por eso. Es el mismo organismo, el mismo cuerpo, la misma sangre de los americanos (estadounidenses) que de nosotros”, dijo Luis Felipe González, un taxista de 59 años, mientras esperaba a clientes. “Es una propaganda absurda”.
La desconfianza refleja una postura cada vez más firme por parte del gobierno cubano, el cual pasó de expresar su preocupación sobre los incidentes a cuestionarse si en verdad ocurrieron.
Después de que los ataques se hicieron públicos, hace tres meses, el Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba señaló en un comunicado que el gobierno estaba dispuesto a cooperar para aclarar los hechos.
“Cuba tomó con suma seriedad este asunto y actuó con celeridad y profesionalismo para el esclarecimiento de esta situación, iniciando una investigación exhaustiva, prioritaria y urgente”, agregó entonces la nota de la cancillería.
En septiembre, el canciller Bruno Rodríguez solicitó una reunión urgente con el secretario de Estado, Rex Tillerson, lo cual hizo pensar a funcionarios estadounidenses que le compartiría información sobre lo que habría ocurrido, según un funcionario con conocimiento del encuentro, pero no autorizado a ser identificado públicamente. En lugar de eso, el ministro cubano sólo reiteró que su país no estuvo implicado y que no sabía quién podría estar detrás de la situación.
Rodríguez también pidió a Tillerson que su gobierno no reaccionara de manera exagerada cerrando la embajada, la cual se abrió en 2015.
Cuando este mes Estados Unidos retiró parte de su personal de La Habana y expulsó diplomáticos cubanos poco después, Rodríguez hizo énfasis en que se trataba de “presuntos incidentes” y culpó a Washington de no compartir la información.
Otros funcionarios cubanos fueron más lejos.
“En la (película) Guerra de las Galaxias no hubo tanta fantasía, no se les ocurrió este tipo de ataque”, dijo Mariela Castro, la hija del presidente, en una entrevista en septiembre pasado con la cadena árabe Al Mayadeen. “Se vale de cualquier mentira, de cualquier disparate para justificar sus acciones vandálicas”, añadió sobre el gobierno estadounidense.
El mismo tono fue usado el domingo por el vicepresidente Miguel Díaz-Canel.
“Algunos voceros y medios de comunicación se prestan a divulgar insólitas patrañas sin evidencia alguna, con el perverso propósito de desacreditar la impecable actuación” de Cuba, dijo Díaz-Canel durante un discurso en la central ciudad de Santa Clara
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Cuba y Estados Unidos viven una de las peores crisis diplomáticas en los últimos años desde que en 2014 el ex presidente Barack Obama modificara sensiblemente la política hacia la isla con un histórico acercamiento.
“Suena a Guerra de las Galaxias y a algo estúpido”, dijo Dayán Rosete, un estudiante de idiomas de 23 años.
Las burlas se extienden entre los cubanos en momentos que crece el enojo hacia Estados Unidos, que además del retiro de diplomáticos dejó de emitir visas desde Cuba y advirtió a sus ciudadanos sobre los peligros de viajar a la nación caribeña.
La paralización desbarató miles de esperanzas de cubanos de visitar a sus familias en los meses próximos y tendrá algún impacto en la industria del turismo, uno de los sectores más importantes de la isla.
(AP)
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