domingo, 27 de noviembre de 2016

El troglodita Trump y la fiesta de Miami


Fidel en Playa Girón

Por M. H. Lagarde

En otra muestra de su ineptitud política y de su proyección neofascista el recién electo presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, arremetió el pasado sábado de forma irrespetuosa  y ofensiva contra el pueblo de Cuba.

En un comunicado hecho público pocas horas después del deceso del líder de la Revolución cubana, Fidel Castro Ruz, el presidente más impopular jamás electo en Estados Unidos afirmó que:

 "Hoy, el mundo marca el fallecimiento de un brutal dictador que oprimió a su propio pueblo por cerca de seis décadas. El legado de Fidel Castro es uno de escuadrones de fusilamiento, robo, sufrimiento inimaginable, pobreza y la negación de los derechos humanos fundamentales.

“Mientras Cuba sigue siendo una isla totalitaria, es mi deseo que este día signifique alejarse de los horrores que han durado demasiado, e ir hacia un futuro en el que el maravilloso pueblo cubano finalmente viva en la libertad que tanto merece.

“Aunque las tragedias, muertes y dolor causados por Fidel Castro no puedan ser borrados, nuestro gobierno hará todo lo posible porque el pueblo cubano pueda finalmente iniciar su viaje hacia la prosperidad y la libertad".

El irrespetuoso mensaje de Trump contrasta con las declaraciones de decenas de dirigentes políticos y figuras mundiales, incluyendo las del presidente saliente de Estados Unidos, Barack Obama, quien resaltó las emociones poderosas que provocó el compañero Fidel a lo largo de su vida, cómo impactó la Revolución en la vida de los cubanos y expresó sus condolencias a la familia del líder cubano.

La última bravuconada de Trump, en cambio, estuvo a tono con la inmoral fiesta para celebrar "por la muerte de Fidel" que cientos de cubanos protagonizaron,  en la madrugada del sábado, frente al restaurante Versailles de Miami, donde brindaron con champan y gritaron ofensas contra la memoria del recién fallecido líder cubano.

Como señaló Trump en su comunicado: "Me uno a los cubanoestadounidenses que me respaldaron durante la campaña presidencial, incluyendo la Asociación de Veteranos Brigada 2506 que me dio su apoyo, con la esperanza de que un día pronto veamos una Cuba libre".

Por lo visto el nuevo presidente quien perdió por sus pronunciamientos contra los inmigrantes y las mujeres la elección popular frente a la candidata demócrata Hillary Clinton, nada menos que por una diferencia de dos millones de votos, parece dispuesto a repetir el error de aquellas administraciones norteamericanas que optaron por beneficiar a un grupo de mafiosos herederos de la sangrienta dictadura de Fulgencio Batista en detrimento de los derechos humanos, no solo de la inmensa mayoría del pueblo de Cuba, sino también de los propios ciudadanos estadounidenses.

Durante su visita electorera a la brigada 2506 alguien debió decirle al próximo mandatario como un grupúsculo de mafiosos anticubanos embarcó con sus mentiras a la administración Kennedy en la fallida invasión de Bahía de Cochinos, la primera gran derrota del imperialismo en América.

Los batistianos, que después de asesinar a 20 mil jóvenes cubanos, y que tras el triunfo de la revolución encontraron asilo seguro en los Estados Unidos, lograron entonces convencer al gobierno de turno de que cuando los miembros de la invasora brigada 2506 desembarcaran en la Ciénaga de Zapata el "oprimido" pueblo de Cuba se lanzaría a las calles en su apoyo.

Como se sabe ocurrió todo lo contrario, el pueblo de Cuba salió a las calles en masa pero para seguir a su líder Fidel Castro a defender a la recién proclamada primera Revolución Socialista en América a solo 90 millas del imperio. La invasión de los electores de Trump duró solo 72 horas.

Si a partir de este lunes el nuevo presidente no está muy ocupado con el reality show de elegir su gabinete o en acariciar a alguna que otra modelo deslumbrada por su dinero, podrá conocer al verdadero pueblo libre de Cuba cuando salga de nuevo a las calles a rendirle tributo póstumo al más grande cubano del siglo XX.

Será sin dudas otra oportunidad para Donald Trump de elegir entre la verdad y la mentira, entre los vencedores o los derrotados.

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