La señora Miriam Celaya parece estar tocada en tomar la batuta en el ataque mediático contra la Revolución Cubana –interesada tal vez en ganar visibilidad mediática mediante la burda especulación sobre una inminente fractura o crisis de gobernabilidad en nuestra patria– sin tener reparo en acudir a la mentira, a la insidiosa especulación de agorera barata e, inobjetablemente, a sembrar dudas en la ciudadanía y en todo aquel interesado sobre la realidad actual en Cuba. Dos de sus artículos publicados en Cubanet: “Cuba en crisis: la presión aumenta” y “¿Huelga de almendrones en La Habana?”, aparecidos el 11 de julio y en el día de hoy, respectivamente, siguen este infame guión.
Textualmente, la
mayor de sus mentiras: “El gobierno está previniendo
a los comunistas sobre la importancia de estar atentos ante cualquier foco de
descontento”. La mercenaria especula sobre una orientación
emanada del Partido advirtiendo a los militantes de base a estar alertas sobre
posibles señales de estallido social, lo que resulta totalmente falso. Como
militante nunca he recibido tal orientación y sí la de estar atento a aquellos
problemas que afectan a la ciudadanía, con el compromiso de contribuir a la
búsqueda de soluciones y a procurar el enfrentamiento a lo mal hecho, a la
pasividad, a la falta de compromiso con el pueblo y a cualquier signo de
corruptelas. Los que me conocen bien, saben que no me callo y pongo el dedo en
la llaga sin temor alguno. Es mi convicción y mi deber como militante.
Por mi parte, no
necesito orientación alguna del Partido –y lo mismo sucede con sus militantes y
el pueblo revolucionario– para estar atento a los planes de la contrarrevolución
por trastrocar nuestro orden constitucional. La convicción no necesita
orientación para estar activa.
Su suerte de predicción sobre un inmediato y venidero caos social en
Cuba es especulación barata. Nuestro pueblo mayoritario entiende, como yo, que
existen problemas en nuestra sociedad. A esos problemas, en parte objetivos, y
en una considerable parte subjetivos, nos enfrentamos con apego a nuestros
principios. Es nuestra tarea hallar solución a los mismos, pero no existe en
nosotros ni desánimo, ni derrotismo, ni pérdida de confianza en nuestra
dirección política.
Sembrar dudas, falsas alertas de descontento social, incitar a la
desobediencia civil, es parte del discurso mediático de nuestros enemigos, que
la Celaya intenta infructuosamente de “vender” a los demás. Su manipulación de rumores
sobre supuestas huelgas venideras de taxistas privados, su
incitación velada a la emigración como salida valedera para lograr la felicidad
en el Norte, la siembra de desconfianza en la dirección del país, es parte de
su discurso insidioso. No hará mella alguna entre nuestros ciudadanos.
No voy a detenerme a enumerar los problemas que existen nuestra
sociedad y sobre los cuales tenemos pleno conocimiento y buscamos soluciones en
beneficio para nuestro pueblo, incluyéndolo en ese empeño y no de espaldas a él.
Dentro de ellas –tal como añora esta difamadora de oficio– jamás habrá una
terapia de choque o la búsqueda del capitalismo como una opción. La Revolución
resistirá este nuevo escenario y saldrá adelante con el apoyo del pueblo
trabajador, sin hacer caso a quienes auguran su caída. De esta forma, Miriam
Celaya, verás que tu rol de especuladora barata, fracasará. Quédate tú con la
zanahoria.
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