lunes, 19 de octubre de 2015

Ley de Ajuste Cubano se tambalea o el muro se está cayendo. #Cuba #Miami #EEUU


 

Por Rosa Mirian Elizarde / Desbloqueando Cuba

El muro se está cayendo, pero en Miami. Cuando pocos podían viajar a Cuba, el mito de la de Ley de Ajuste Cubano suponía un estado dictatorial en la Isla tan férreo, que no había que probar nada para recibir ayuda económica, seguro médico y residencia casi automática en EEUU, salvo que se era cubano. Ningún otro emigrado recibió (ni recibe) semejantes beneficios en toda la historia de ese país de inmigrantes. El cálculo era que si la Isla no caía por su propio peso bajo la desestabilización política que supone la promesa del paraíso a 90 millas en la “tierra de la libertad”, los huidos de la “dictadura” darían muy mala prensa al aislado gobierno de La Habana.

El problema ahora, para los que inventaron la Ley, es que con las nuevas medidas de Obama de relajamiento de ciertas categorías de viaje para los ciudadanos norteamericanos, todo el que va y viene de la Isla desmiente la falsa premisa. Para colmo les ha dado por viajar a Cuba a algunas multimillonarias estrellas de la farándula y una legión de senadores y congresistas de ambos partidos, que se dan baños de multitudes en la Isla, felices de la vida, cosa que gritan a los cuatro vientos en los medios de comunicación. 

A eso se añade que los inmigrantes cubanos no solo van y vienen como Pedro por su casa, sino que se acogen a los exclusivos beneficios que en EEUU reciben por haber nacido en la Isla, para disfrutarlo en su país natal.

En la era de la transición en Miami del telón de acero cubano a la cortina rasgada, Ileana Ros y sus cofrades del lobby pro-bloqueo están desesperados. En una serie de artículos publicados esta semana en el Sun Sentinel, de Florida, admiten a los periodistas que no quieren levantar la Ley de Ajuste -se quedarían sin electores-, pero a la vez hablan de impedir que los beneficiados con ella puedan regresar a su país. En un giro rocambolesco de la historia, cuando no culpan de traición a los emigrantes -ex “luchadores por la libertad”-, los acusan de delincuentes, y reiteran el discurso envenenado de siempre, como el rey desnudo que una vez descubierto por el niño siguió como si nada, “con sus ayudas de cámara sosteniendo la inexistente cola”, diría el genio de Hans Christian Andersen.

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