Elecciones del 2016 en los EEUU: El pelotón se alarga y las liebres se van retirando
Faltan más de cuatro meses para que
se depositen los primeros votos preliminares en el proceso de nominación
del candidato de cada partido mayoritario (Demócrata y Republicano) a
la presidencia de la república. Son ellos los únicos con posibilidades
de alcanzar ese cargo cuando se celebren las elecciones generales en
noviembre del próximo año. En el tiempo político restante mucho puede
cambiar en el panorama político dadas las numerosas manifestaciones de
fraccionamiento y descontento que se manifiestan en los afiliados de
cada partido y de la población en general.
En un inicio de la campaña (y aún desde meses antes) había un gran
favorito por cada uno de los dos partidos. Se daba por descontado que
Hillary Clinton lograría la nominación por los demócratas, casi sin
oposición y se hablaba de su “coronación” como candidata demócrata. Por
el lado republicano, la preferencia recaía en John Ellis (Jeb) Bush, el
delfín del “clan” Bush, que ha aportado los presidentes 41mo y 43mo, el
padre: George Herbert, y el hermano George Walker. No es una
presunción festinada; ambos aspirantes tienen amplia experiencia
política, fuertes conexiones en los círculos políticos y financieros,
son conocidos a nivel nacional e internacional y han creado fuertes
equipos y estrategias para la contienda electoral por la presidencia.
Pero ha sucedido lo imprevisto. Aspirantes que se encuentran fuera de
los círculos de dirección de los partidos mayoritarios y que en algunos
casos no son siquiera afiliados a dichas organizaciones, se han
convertido en fuertes contendientes a la nominación y hasta aparecen en
las encuestas de opinión pública por encima de los favoritos iníciales.
Esta situación es consecuencia del extendido desagrado, entre las
personas con intenciones de concurrir a las urnas en las elecciones
primarias, por la actuación de las organizaciones partidistas y de los
funcionarios electos, tanto a nivel federal como estadual. Reflejo, a la
vez, de la percepción en la población de la incapacidad del sistema
político para garantizar un desarrollo sostenido de la sociedad en todos
los ámbitos.
En términos generales, y en comparación con el panorama dentro del
Partido Republicano, el Demócrata se mantiene relativamente unido ante
el proceso electoral, pero en la llamada ala progresista del partido
prevalece la desconfianza y el descontento hacia la figura de Hillary
Clinton, que repercute en el vuelo que ha tomado la candidatura del
senador independiente por Vermont, Bernard Sanders.
Se une a ello una sostenida e intencionada campaña de ataques contra
Hillary de sus adversarios políticos, que no parece tener fin, en temas
tales como los beneficios económicos obtenidos por la Fundación Clinton
en acciones que se equiparan con la venta de influencia; su actuación
como secretaria de estado durante los acontecimientos en Libia; el uso
de una cuenta personal de correo electrónico para tramitar cuestiones
oficiales como secretaria de estado; las deficiencias en la comunicación
con la población y con la prensa; y hasta, más recientemente, el
supuesto maltrato al personal que se encargaba de su seguridad personal
como funcionaria gubernamental.
La situación ha alcanzado un grado tal que, más allá de que se
demuestren o no las acusaciones o alegatos, lo que se cuestiona es la
idoneidad de Hillary Clinton como presidenta de los Estados Unidos,
poniéndose en tela de juicio la credibilidad, honestidad, confiabilidad,
sinceridad y autenticidad de la candidata. No obstante, ella sigue
siendo considerada la aspirante con mayores posibilidades de obtener la
nominación como candidata a la presidencia en la Convención Nacional del
Partido Demócrata que tendrá lugar en Philadelphia del 25 al 28 de
julio de 2016.
Hillary sigue siendo la primera en las encuestas públicas a nivel
nacional, es la que más dinero ha recaudado muy por encima de los otros
aspirantes de su partido y ha recibido el respaldo público de muchos
líderes demócratas y de organizaciones sociales de tendencia demócrata
como la National Education Association y la American Federation of
Teachers, las dos organizaciones de profesores y maestros más relevantes
en los Estados Unidos, aunque estos llamados “endosos” están aún en un
nivel incipiente.
Por su parte, Bernard Sanders, quien recibe un importante respaldo
público según las encuestas, particularmente en los estados donde
primero se realizaran eventos de primarias: Iowa y New Hampshire, acorta
la distancia que lo separaba de Hillary y hasta ocasionalmente logra
una muy ligera ventaja. Hoy es el único efectivo rival de la puntera..
Hay otras tres figuras demócratas que han declarado su aspiración.
Ninguna de ellas tiene reales posibilidades de presentar batalla. El
único otro posible contendiente es el vicepresidente Joseph Biden, pero
ha pasado la fecha de fines de septiembre que fijó como límite para
anunciar su aspiración, y aún no lo ha hecho, a pesar de las demandas
públicas de sus seguidores instándolo a que se incorpore a la contienda.
Como Biden no dice ni que sí ni que no, todo indica que está dejando
correr los acontecimientos a la espera de que a corto plazo la
aspiración de Hillary Clinton naufrague y él pueda pasar a ser la tabla
de salvación. La incorporación de Biden transformaría sensiblemente la
lucha por la nominación entre los demócratas.
En definitiva, en el momento actual solo hay tres figuras demócratas
con posibilidades de lograr la nominación: Hillary, Sanders y Biden (si
finalmente lanza su aspiración).
En octubre se realizarán dos eventos que podrán tener una influencia
fundamental en la ruta de Hillary hacia la nominación demócrata. Son
eventos que serán observados cuidadosamente y los cuales ella necesita
aprovechar para dar un vuelco a su favor en la actual situación.
El 13 de octubre en Las Vegas, Nevada, se celebrará el primero de
seis debates entre los aspirantes a la nominación presidencial por el
Partido Demócrata y será el primer enfrentamiento público entre Hillary y
Sanders. Hasta el momento, sólo ha habido amagos de confrontación entre
ellos, por lo que sus actuaciones en el debate deberán ser
cuidadosamente calibradas para evitar choques de carácter personal. Y el
22 de octubre, Hillary (según ha anunciado su equipo de campaña)
comparecerá ante el Comité de la Cámara de Representantes que investiga
los hechos ocurridos en 2012 en el consulado de los Estados Unidos en
Benghazi, Libia, donde murió el embajador de los Estados Unidos ante ese
país, cuando ella era secretaria de estado de los Estados Unidos.
Dentro del Partido Republicano existe un mayor fraccionamiento. El
más reciente ejemplo se ha dado a partir de la decisión anunciada el
25 de septiembre pasado por el presidente de la Cámara de Representantes
(el tercer cargo electivo en rango del país), John Boehner, de
renunciar a su cargo antes de someterse a un voto de confianza promovido
por una treintena de representantes republicanos conservadores
extremos, agrupados en un llamado House Freedom Caucus. El proceso de
elección de un nuevo Presidente de la Cámara requería primero de una
sesión secreta de la bancada republicana y posteriormente, el 29 de
octubre, la votación en pleno de la Cámara para elegir al nuevo
presidente (speaker, que es el término empleado en inglés). Aunque se
comentaba que varios representantes podrían presentar su aspiración, se
consideraba que el sucesor natural era el actual líder de la mayoría
republicana, el representante por California, Kevin McCarthy, quien
sorpresivamente anunció el 8 de octubre que no se consideraba la persona
apropiada para el cargo y solicitó al presidente renunciante que
pospusiese la votación sobre su sucesor.
Para medir la profundidad de estas divisiones, debe recordarse que
ante el fracaso del candidato republicano en las elecciones
presidenciales de 2012, el Comité Nacional Republicano encomendó a una
comisión el estudio de las causas de la derrota la cual propuso un
conjunto de acciones encaminadas a revitalizar el mecanismo electoral
republicano asimilando los avances de las técnicas de la informatización
y la computación y adoptando políticas para aproximarse a grupos
sociales como los hispanos y los afroamericanos. Pero ese estudio
provocó amplias disensiones por parte de los grupos conservadores más
extremos. Además, el surgimiento de la tendencia Tea Party (ella misma
fragmentada), exacerbó la confrontación en las filas republicanas. Aún
cuando los republicanos lograron recuperar en las elecciones del 2010 al
2014 la mayoría de ambas cámaras del Congreso Federal y ocupan la mayor
cantidad de los cargos de gobernadores de los estados, esto no se
tradujo en una plan de acción política coherente; por el contrario, las
contradicciones se hicieron más profundas. Estos factores explican en
parte la crisis actual del Partido Republicano.
Para las elecciones presidenciales del 2016 se presentaron diecisiete
aspirantes a la nominación republicana, de los cuales quedan quince.
Según una reciente encuesta del Pew Research Center, el 65% de los
republicanos se siente satisfecho con este grupo de aspirantes porque en
los mismos ven representadas “nuevas ideas”. Según la encuesta, más de
la mitad apoyan ideas conservadoras extremas tales como desechar el
acuerdo nuclear con Irán (69 %), eliminar los fondos federales al
programa de Planificación Familiar (56%) y enviar tropas a combatir al
Estado Islámico (52%).
Los tres candidatos republicanos que mayor proporción de votos
reciben en esta encuesta son todos políticos no profesionales: Donald
Trump (25%), Ben Carson (16%) y Carly Fiorina (8%), para un 49% del
total. Aunque Donald Trump se ha mantenido por tres meses en primer
lugar en las encuestas, esto no significa que tenga asegurada la
nominación. Prevalece en los comentaristas el criterio de que Trump debe
ir perdiendo terreno en las semanas subsiguientes.
Una encuesta de Suffolk University/USA Today del 30 de septiembre,
reveló que el 61% de los encuestados tiene una opinión desfavorable
sobre Trump. Esos niveles son del 32% en cada caso para Carson y para
Fiorina. Al describir a Trump con una sola palabra, hubo 34 grupos de
adjetivos, de los cuales 21 fueron desfavorables o peyorativos, para un
56,5% de los encuestados, entre ellos, los 7 grupos con más respuestas
desfavorables, abarcan un total de 38,3%.
Esta sola encuesta no puede ser considerada determinante, pero si
refleja la percepción negativa que hay en la población sobre Donald
Trump, a lo cual hay que agregar su falta de experiencia en el gobierno,
la carencia de un equipo de campaña, la insuficiencia de recursos
financieros disponibles ya que a pesar de ser un milmillonario, su
fortuna personal no es en modo alguno suficiente para sufragar una
campaña electoral exitosa, el rechazo a su persona en los círculos
políticos de dirección republicanos y la ausencia de un proyecto de
gobierno entendible.
El resto de los aspirantes políticos profesionales republicanos
tienen en su conjunto el 26% de la intención de voto, siendo los mayores
porcientos para los senadores Marco Rubio (8%) y Ted Cruz (6%) y el ex
gobernador Jeb Bush (4%%), mientras que los nueve aspirantes restantes
(la mayor parte debe abandonar el empeño en un corto plazo) se reparten
el 8% de las preferencias. Un 25% de los encuestados no ha decidido por
quién votar.
Estas encuestas revelan una realidad: ninguno de estos aspirantes
restantes tiene las condiciones necesarias para poder librar de manera
victoriosa la campaña por la nominación como candidato a la presidencia,
tales como reconocimiento a nivel nacional, capacidad de recaudación,
respaldo de líderes políticos, sociales y empresariales, organización
del equipo de campaña. La única excepción es Jeb Bush, tal como
apuntamos al inicio de este artículo, pero ¡ojo!, estas son condiciones
necesarias, pero no suficientes.
En las actuales circunstancias, una previsión ponderada apuntaría a
que, cuando más, solo seis candidatos aspirantes sobrevivirían para
disputar la fase de las elecciones primarias a partir de inicios de
febrero de 2016. Donald Trump, Jeb Bush, John Kasich y Marco Rubio mas
uno o dos otros aspirantes (¿Ted Cruz?, ¿Carly Fiorina?)
.
El 28 de octubre tendrá lugar el tercer debate entre los aspirantes
republicanos. Falta saber quiénes de los aspirantes y a qué nivel
participaran, pero debe esperarse que en ese entorno se produzcan
nuevas bajas en el grupo, especialmente entre los cinco que se
encuentran en “estado terminal”.
Si se llegase a la Convención Nacional sin que ningún candidato
obtuviese el número de delegados para ser nominado se enfrentaría una
solución negociada (brokered convention, como se dice en inglés) con una
boleta electoral con candidatos a presidente y vicepresidente que
pueda contar con un apoyo mayoritario de un partido que presenta fuertes
divisiones en sus filas. Pero esta es una proyección a muy largo
alcance desde el punto de vista del tiempo político y muchos y diversos
acontecimientos pueden ir condicionando el terreno en las próximas
semanas.
Lo que si puede asegurarse con certeza es que en el transcurso de los
próximos tres meses, la lista de aspirantes republicanos y demócratas
sufrirá fuertes reducciones.
* Ramón Sánchez-Parodi es autor del libro “Cuba-Usa; Diez Tiempos de
una Relación” (Editorial Ocean Press, Mexico, 2010 y Editorial de
Ciencias Sociales, La Habana, 2012) y del libro “El Espectáculo
Electoral Más Costoso del Mundo” (Editorial Ciencias Sociales, La
Habana, 2015).
* Ramón Sánchez Parodi Fue nombrado jefe de la sección de Intereses de Cuba en Estados Unidos,
entre septiembre de 1977 y abril de 1989. Luego ocupó el cargo de
viceministro de Relaciones Exteriores de Cuba, hasta 1994. Y a partir de
entonces se desempeñó como embajador cubano en Brasil, hasta el año
2000. Además de sus actividades como funcionario del gobierno cubano,
Sánchez Parodi es periodista y escritor.
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