viernes, 9 de octubre de 2015

Elecciones del 2016 en los EEUU: El pelotón se alarga y las liebres se van retirando


Elecciones del 2016 en los EEUU: El pelotón se alarga y las liebres se van retirando


Aunque Donald Trump se ha mantenido por tres meses en primer lugar en las encuestas, esto no significa que  tenga asegurada  la nominación. Prevalece en los comentaristas el criterio de que Trump debe ir perdiendo terreno en las semanas subsiguientes. Foto: Reuters
Aunque Donald Trump se ha mantenido por tres meses en primer lugar en las encuestas, esto no significa que tenga asegurada la nominación. Prevalece en los comentaristas el criterio de que Trump debe ir perdiendo terreno en las semanas subsiguientes. Foto: Reuters

Faltan más de cuatro meses para que se depositen los primeros votos preliminares en el proceso de nominación del candidato de cada partido mayoritario (Demócrata y Republicano) a la presidencia de la república. Son ellos los únicos con posibilidades de alcanzar ese cargo cuando se celebren las elecciones generales en noviembre del próximo año. En el tiempo político restante mucho puede cambiar en el panorama político dadas las numerosas manifestaciones de fraccionamiento y descontento que se manifiestan en los afiliados de cada partido y de la población en general.

En un inicio de la campaña (y aún desde meses antes) había un gran favorito por cada uno de los dos partidos. Se daba por descontado que Hillary Clinton lograría la nominación por los demócratas, casi sin oposición y se hablaba de su “coronación” como candidata demócrata. Por el lado republicano, la preferencia recaía en John Ellis (Jeb) Bush, el delfín del “clan” Bush, que ha aportado los presidentes  41mo y 43mo, el padre: George Herbert,  y el hermano George Walker. No es una presunción festinada; ambos aspirantes tienen amplia experiencia política, fuertes conexiones en los círculos políticos y financieros, son conocidos a nivel nacional e internacional y han creado fuertes equipos y estrategias para la contienda electoral por la presidencia.

Pero ha sucedido lo imprevisto. Aspirantes que se encuentran fuera de los círculos de dirección de los partidos mayoritarios y que en algunos casos no son siquiera afiliados a dichas organizaciones, se han convertido en fuertes contendientes a la nominación y hasta aparecen en las encuestas de opinión pública por encima de los favoritos iníciales. Esta situación es consecuencia del extendido desagrado, entre las personas con intenciones de concurrir a las urnas en las elecciones primarias, por la actuación de las organizaciones partidistas y de los funcionarios electos, tanto a nivel federal como estadual. Reflejo, a la vez, de la percepción en la población de la incapacidad del sistema político para garantizar un desarrollo sostenido de la sociedad en todos los ámbitos.

En términos generales, y en comparación con el panorama dentro del Partido Republicano, el Demócrata se mantiene relativamente unido ante el proceso electoral, pero en la llamada ala progresista del partido prevalece la desconfianza y el descontento hacia la figura de Hillary Clinton, que repercute en el vuelo que ha tomado la candidatura del senador independiente por Vermont, Bernard Sanders.

Se une a ello una sostenida e intencionada campaña de ataques  contra Hillary de sus adversarios políticos, que no parece tener fin, en temas tales como los beneficios económicos obtenidos por la Fundación Clinton en acciones que se equiparan con la venta de influencia; su actuación como secretaria de estado durante los acontecimientos en Libia; el uso de una cuenta personal de correo electrónico para tramitar cuestiones oficiales como secretaria de estado; las deficiencias en la comunicación con la población y con la prensa; y hasta, más recientemente, el supuesto maltrato al personal que se encargaba de su seguridad personal como funcionaria gubernamental.

La situación ha alcanzado un  grado tal que, más allá de que se demuestren o no las acusaciones o alegatos, lo que se cuestiona es la idoneidad de Hillary Clinton como presidenta de los Estados Unidos, poniéndose en tela de juicio la credibilidad, honestidad, confiabilidad, sinceridad y autenticidad de la candidata.  No obstante, ella sigue siendo considerada la aspirante con mayores posibilidades de obtener la nominación como candidata a la presidencia en la Convención Nacional del Partido Demócrata que tendrá lugar en Philadelphia  del 25 al 28 de julio de 2016.

Hillary sigue siendo la primera en las encuestas públicas a nivel nacional, es la que más dinero ha recaudado muy por encima de los otros aspirantes de su partido y ha recibido el respaldo público de muchos líderes demócratas y de organizaciones sociales de tendencia demócrata como la National Education Association y la American Federation of Teachers, las dos organizaciones de profesores y maestros más relevantes en los Estados Unidos, aunque estos llamados “endosos” están aún en un nivel incipiente.

Por su parte, Bernard Sanders, quien recibe un importante respaldo público según las encuestas, particularmente en los estados donde primero se realizaran eventos de primarias: Iowa y New Hampshire, acorta la distancia que lo separaba de Hillary y hasta ocasionalmente logra una muy ligera ventaja. Hoy es el único efectivo rival de la puntera..

Hay otras tres figuras demócratas que han declarado su aspiración. Ninguna de ellas tiene reales posibilidades de presentar batalla. El único otro posible  contendiente es el vicepresidente Joseph Biden, pero ha pasado la fecha de fines de septiembre que fijó como límite para anunciar su aspiración, y aún no lo ha hecho, a pesar de las demandas públicas de sus seguidores instándolo a que se incorpore a la contienda. Como Biden no dice ni que sí ni que no, todo indica que está dejando correr los acontecimientos a la espera de que a corto plazo la aspiración de Hillary  Clinton naufrague y él pueda pasar a ser la tabla de salvación. La incorporación de Biden transformaría sensiblemente la lucha por la nominación entre los demócratas.

En definitiva, en el momento actual solo hay tres figuras demócratas con posibilidades de lograr la nominación: Hillary, Sanders y Biden (si finalmente lanza su aspiración).

En octubre se realizarán dos eventos que podrán tener una influencia fundamental en la ruta de Hillary hacia la nominación demócrata. Son eventos que serán observados cuidadosamente y los cuales ella necesita aprovechar para dar un vuelco a su favor en la actual situación.

El 13 de octubre en Las Vegas, Nevada, se celebrará el primero de seis debates entre los aspirantes a la nominación presidencial por el Partido Demócrata y será el primer enfrentamiento público entre Hillary y Sanders. Hasta el momento, sólo ha habido amagos de confrontación entre ellos, por lo que sus actuaciones en el debate deberán ser cuidadosamente calibradas para evitar choques de carácter personal. Y el 22 de octubre, Hillary (según ha anunciado su equipo de campaña) comparecerá ante el Comité de la Cámara de Representantes que investiga los hechos ocurridos en 2012 en el consulado de los Estados Unidos en Benghazi, Libia, donde murió el embajador de los Estados Unidos ante ese país, cuando ella era secretaria de estado de los Estados Unidos.

Dentro del Partido Republicano existe un mayor fraccionamiento. El más reciente ejemplo  se ha dado a partir de  la decisión anunciada el 25 de septiembre pasado por el presidente de la Cámara de Representantes (el tercer cargo electivo en rango del país), John Boehner, de renunciar a su cargo antes de someterse a un voto de confianza promovido por una treintena de representantes republicanos conservadores extremos, agrupados en un llamado House Freedom Caucus. El proceso de elección de un  nuevo Presidente de la Cámara requería primero de una sesión secreta de la bancada republicana y posteriormente, el 29 de octubre, la votación en pleno de la Cámara para elegir al nuevo presidente (speaker, que es el término empleado en inglés). Aunque se comentaba que varios representantes podrían presentar su aspiración, se consideraba que el sucesor natural era el actual líder de la mayoría republicana, el representante por California, Kevin McCarthy, quien sorpresivamente anunció el 8 de octubre que no se consideraba la persona apropiada para el cargo y solicitó al presidente renunciante que pospusiese la votación sobre su sucesor.

Para medir la profundidad de estas divisiones, debe recordarse que ante el fracaso del candidato republicano en las elecciones presidenciales de 2012, el Comité Nacional Republicano encomendó a una comisión el estudio de las causas de la derrota la cual   propuso un conjunto de acciones encaminadas a revitalizar el mecanismo electoral republicano asimilando los avances de las técnicas de la informatización y la computación y adoptando políticas para aproximarse a grupos sociales como los hispanos y los afroamericanos. Pero ese estudio provocó amplias disensiones por parte de los grupos conservadores más extremos. Además, el surgimiento de la tendencia Tea Party (ella misma fragmentada), exacerbó la confrontación en las filas republicanas. Aún cuando los republicanos lograron recuperar en las elecciones del 2010 al 2014 la mayoría de ambas cámaras del Congreso Federal y ocupan la mayor cantidad de los cargos de gobernadores de los estados, esto no se tradujo en una plan de acción política coherente; por el contrario, las contradicciones se hicieron más profundas.   Estos factores explican en parte la crisis actual del Partido Republicano.

Para las elecciones presidenciales del 2016 se presentaron diecisiete aspirantes a la nominación republicana, de los cuales quedan quince. Según una reciente encuesta del Pew Research Center, el 65% de los republicanos se siente satisfecho con este grupo de aspirantes porque en los mismos ven representadas “nuevas ideas”. Según la encuesta, más de la mitad apoyan ideas conservadoras extremas tales como desechar el acuerdo nuclear con Irán (69 %), eliminar los fondos federales al programa de Planificación Familiar (56%) y enviar tropas a combatir al Estado Islámico (52%).

Los tres candidatos republicanos que mayor proporción de votos reciben en esta encuesta son todos políticos no profesionales: Donald Trump (25%), Ben Carson (16%) y Carly Fiorina (8%), para un 49% del total. Aunque Donald Trump se ha mantenido por tres meses en primer lugar en las encuestas, esto no significa que  tenga asegurada  la nominación. Prevalece en los comentaristas el criterio de que Trump debe ir perdiendo terreno en las semanas subsiguientes.

Una encuesta de Suffolk University/USA Today del 30 de septiembre, reveló que el 61% de los encuestados tiene una opinión desfavorable sobre Trump. Esos niveles son del 32% en cada caso para Carson y para Fiorina. Al describir a Trump con una sola palabra, hubo 34 grupos de adjetivos,  de los cuales 21 fueron desfavorables o peyorativos, para un 56,5% de los encuestados, entre ellos, los 7 grupos con más respuestas desfavorables, abarcan un total de 38,3%.

Esta sola encuesta no puede ser considerada determinante, pero si refleja la percepción negativa que hay en la población sobre Donald Trump, a lo cual hay que agregar su falta de experiencia en el gobierno, la carencia de un equipo de campaña, la insuficiencia de recursos financieros disponibles  ya que a pesar de ser un milmillonario, su fortuna personal no es en modo alguno suficiente para sufragar una campaña electoral exitosa, el rechazo a su persona en los círculos políticos de dirección republicanos y la ausencia de un proyecto de gobierno entendible.

El resto  de los aspirantes políticos profesionales republicanos tienen en su conjunto el 26% de la intención de voto, siendo los mayores porcientos para los senadores Marco Rubio (8%) y Ted Cruz (6%) y el ex gobernador Jeb Bush (4%%), mientras que los nueve aspirantes restantes (la mayor parte debe abandonar el empeño en un corto plazo) se reparten el 8% de las preferencias. Un 25% de los encuestados no ha decidido por quién votar.

Estas encuestas revelan una realidad: ninguno de estos aspirantes restantes tiene las condiciones necesarias para poder librar de manera victoriosa la campaña por la nominación como candidato a la presidencia, tales como reconocimiento a nivel nacional, capacidad de recaudación, respaldo de líderes políticos, sociales y empresariales, organización del equipo de campaña. La única excepción es Jeb Bush, tal como apuntamos al inicio de este artículo, pero ¡ojo!, estas son condiciones necesarias, pero no suficientes.

En las actuales circunstancias, una previsión ponderada apuntaría a que, cuando más, solo seis candidatos  aspirantes sobrevivirían para disputar la fase de las elecciones primarias a partir de inicios de febrero de 2016. Donald Trump, Jeb Bush, John Kasich y Marco Rubio mas uno o dos otros aspirantes (¿Ted Cruz?, ¿Carly Fiorina?)
.
El 28 de octubre tendrá lugar el tercer debate entre los aspirantes republicanos. Falta saber quiénes de los aspirantes y  a qué nivel participaran, pero debe esperarse  que en ese entorno se produzcan nuevas bajas en el grupo, especialmente entre  los cinco que se encuentran en “estado terminal”.
Si se llegase a la Convención Nacional sin que ningún candidato obtuviese el número de delegados para ser nominado se enfrentaría una solución negociada (brokered convention, como se dice en inglés) con una boleta electoral con candidatos a presidente y  vicepresidente que pueda contar con un apoyo mayoritario de un partido que presenta fuertes divisiones en sus filas. Pero esta es una proyección a muy largo alcance desde el punto de vista del tiempo político y muchos y diversos acontecimientos pueden ir condicionando el terreno en las próximas semanas.

Lo que si puede asegurarse con certeza es que en el transcurso de los próximos tres meses, la lista de aspirantes republicanos y demócratas sufrirá fuertes reducciones.

* Ramón Sánchez-Parodi es autor  del libro “Cuba-Usa; Diez Tiempos de una Relación” (Editorial Ocean Press, Mexico, 2010 y Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2012) y del libro “El Espectáculo Electoral Más Costoso del Mundo”   (Editorial Ciencias Sociales, La Habana, 2015).

La Habana, 8 de octubre de 2015




* Ramón Sánchez Parodi Fue nombrado jefe de la sección de Intereses de Cuba en Estados Unidos, entre septiembre de 1977 y abril de 1989. Luego ocupó el cargo de viceministro de Relaciones Exteriores de Cuba, hasta 1994. Y a partir de entonces se desempeñó como embajador cubano en Brasil, hasta el año 2000. Además de sus actividades como funcionario del gobierno cubano, Sánchez Parodi es periodista y escritor.

No hay comentarios.: