Donald Trump piensa que la apertura con Cuba “está bien”. El excéntrico
multimillonario, famoso por sus reality shows y comentarios xenófobos,
piensa que “cincuenta años es suficiente”, una declaración que lo
distancia con sus habituales opiniones en contra de la política exterior
de Barack Obama.
Eso sí, cree que “podríamos tener un acuerdo más fuerte” como dijo al sitio web The Daily Caller’s, sin entrar en más detalles, en una entrevista donde dedicó más tiempo a criticar el resultado de las negociaciones nucleares con Irán, el actitud de Rusia en el Ártico y la disputa con Beijing por la construcción de islas artificiales en el Mar de China Meriodional.
Como es costumbre, Trump no dejó espacio para la cortesía. Dijo que John Kerry estaba en camino de ser peor secretario de Estado que Hillary Clinton, por aceptar el acuerdo con los iraníes. “Es una desgracia para Estados Unidos, y pienso que es una desgracia para la humanidad.”
Pero con sus palabras en favor del acercamiento a Cuba, el señor Trump se convierte en el segundo candidato presidencial republicano en expresar su conformidad con el cambio iniciado en diciembre de 2014. El primero fue el senador por Kentucky, Rand Paul, un político de tendencia libertariana, de por si aislado del establishment de su partido.
El Donald se coloca en el extremo contrario de dos candidato republicanos procedentes de La Florida: el senador Marco Rubio y el ex gobernador Jeb Bush, la más reciente víctima de los insultos de Trump. El hijo y hermano de ex presidente ha reaccionado devolviendo el golpe retórico, como parte de una estrategia para escalar en las encuestas y hacer entrar en razón a las bases de su partido, seducidas por el estilo directo y políticamente incorrecto del magnate neoyorkino.
En el campo presidencial republicano, el tema Cuba queda relegado por Irán a la hora de atacar la política exterior de Obama. Marco Rubio le dedicado especialmente atención, prometiendo por escrito y en discurso un retroceso total, con cierre de embajadas y la reincorporación del nombre de la lista de estados patrocinadores del terrorismo.
Trump no siempre fue un entusiasta del entendimiento. En 1999, escribió un artículo de opinión en el Miami Herald alardeando de haber rechazado una oportunidad de invertir en Cuba y sugiriendo la posibilidad de extraditar a Fidel Castro hacia Estados Unidos durante uno de sus viajes al extranjero. El año siguiente, el Comandante en Jefe viajó a Nueva York para asistir a la Cumbre del Milenio en la ONU. Casi una década y media después, el showman más querido del Partido Republicano ni siquiera se entretiene en cuestionar los detalles del restablecimiento. Solo pide “un acuerdo más fuerte”, una versión propia de lo que anunció Hillary Clinton con su discurso en Miami.
Eso sí, cree que “podríamos tener un acuerdo más fuerte” como dijo al sitio web The Daily Caller’s, sin entrar en más detalles, en una entrevista donde dedicó más tiempo a criticar el resultado de las negociaciones nucleares con Irán, el actitud de Rusia en el Ártico y la disputa con Beijing por la construcción de islas artificiales en el Mar de China Meriodional.
Como es costumbre, Trump no dejó espacio para la cortesía. Dijo que John Kerry estaba en camino de ser peor secretario de Estado que Hillary Clinton, por aceptar el acuerdo con los iraníes. “Es una desgracia para Estados Unidos, y pienso que es una desgracia para la humanidad.”
Pero con sus palabras en favor del acercamiento a Cuba, el señor Trump se convierte en el segundo candidato presidencial republicano en expresar su conformidad con el cambio iniciado en diciembre de 2014. El primero fue el senador por Kentucky, Rand Paul, un político de tendencia libertariana, de por si aislado del establishment de su partido.
El Donald se coloca en el extremo contrario de dos candidato republicanos procedentes de La Florida: el senador Marco Rubio y el ex gobernador Jeb Bush, la más reciente víctima de los insultos de Trump. El hijo y hermano de ex presidente ha reaccionado devolviendo el golpe retórico, como parte de una estrategia para escalar en las encuestas y hacer entrar en razón a las bases de su partido, seducidas por el estilo directo y políticamente incorrecto del magnate neoyorkino.
En el campo presidencial republicano, el tema Cuba queda relegado por Irán a la hora de atacar la política exterior de Obama. Marco Rubio le dedicado especialmente atención, prometiendo por escrito y en discurso un retroceso total, con cierre de embajadas y la reincorporación del nombre de la lista de estados patrocinadores del terrorismo.
Trump no siempre fue un entusiasta del entendimiento. En 1999, escribió un artículo de opinión en el Miami Herald alardeando de haber rechazado una oportunidad de invertir en Cuba y sugiriendo la posibilidad de extraditar a Fidel Castro hacia Estados Unidos durante uno de sus viajes al extranjero. El año siguiente, el Comandante en Jefe viajó a Nueva York para asistir a la Cumbre del Milenio en la ONU. Casi una década y media después, el showman más querido del Partido Republicano ni siquiera se entretiene en cuestionar los detalles del restablecimiento. Solo pide “un acuerdo más fuerte”, una versión propia de lo que anunció Hillary Clinton con su discurso en Miami.
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