viernes, 10 de julio de 2015

El Caballero de París: un personaje pintoresco y legendario. #Cuba #TenemosMemoria

La vida de un personaje habanero y cubano que trasciende la historia


Por Israel Valdés Rodríguez*

Muchos cubanos, sobre todo, los de mi generación, tuvimos la oportunidad de conocer a un personaje legendario que desde los años 50 del pasado siglo deambulaba por las calles habaneras. Ese personaje era conocido como “El Caballero de París”. El verdadero nombre de este pintoresco personaje era José María López Lledín.

José María López Lledín nació el 30 de diciembre de 1899 en la aldea de Vilaseca, en el término municipal de Consagrada, provincia de Lugo, España. Su padre se nombraba Manuel López Rodríguez, también nacido en Vilaseca, y su madre Josefa Lledín Mendez, nacida en Negueira en la misma municipalidad y provincia. Ambos progenitores poseían una pequeña villa con viñedo donde producían vinos y aguardiente.

Fue bautizado en la Parroquia del Salvador de Negueira. Comenzó su educación primaria a los 7 años de edad en Negueira y llegó a completar la mitad de su educación secundaria. Arribó a La Habana  el 10 de diciembre de 1913, a la edad de 12 años a bordo del vapor alemán “Chemnitz”. Se dice que otros seis hermanos también emigraron a Cuba.

Era de mediana estatura. Tenía el pelo desaliñado, castaño oscuro, aunque con el paso del tiempo su cabeza y barba se tiñeron de blanco. Sus uñas eran largas y retorcidas, resultado de una prolongada desatención personal. Siempre se vestía de negro, con una capa de igual color, que usaba incluso, en pleno verano. Siempre cargaba pliegos de papeles, sobre todo, periódicos, revistas y cartones, los cuales desplegaba en el lugar escogido, como lecho improvisado para pasar la noche. También porteaba una bolsa donde conservaba sus pertenencias
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Era un hombre gentil, de buenos modales, respetuoso, de andar lento. Aparecía en cualquier lugar de manera inesperada, aunque regularmente acostumbraba visitar sitios específicos de Habana Vieja, Centro Habana y Vedado. Era un gran caminante, aunque en ocasiones viajaba en las diferentes líneas de ómnibus citadinos y se le veía saludando muy cortésmente a todo el mundo y hablaba de diferentes temas: de filosofía, de religión, de política y de acontecimientos diarios del día.

José trabajó como encargado en una tienda de flores, como sastre en una tienda de libros y en una oficina de abogados. Estudió y refinó sus modales lo que le permitió conseguir empleos moderadamente remunerados tales como sirviente de restaurante en los hoteles Inglaterra, Telégrafo, Sevilla, Manhattan, Royal Palm, Salon A y Saratoga. Frecuentaba lugares como el Paseo del Prado, la Avenida del Puerto, la Plaza de Armas; por los alrededores de la Iglesia de Paula; en el Parque Central, donde algunas veces dormía en uno de los bancos; también por la Calle Muralla; en la esquina de Infanta y San Lázaro; en la esquina de 12 y 23 en el Vedado o en los bajos del Edificio “Carreño” en Humbolt y Malecón.

 Solo aceptaba dinero de las personas que conocía, a las que a su vez daba a cambio un obsequio, que podía ser una tarjeta coloreada por el o un cabo de pluma o lápiz entizado con hilos de diferentes colores, un sacapuntas u otros pequeños objetos. Tuvo dos hijos, una hembra y un varón con una señora que era secretaria de una compañía azucarera. Decía que su hijo vivía en Marianao y trabajaba en la radio, y que la madre e hija se habían marchado de Cuba años atrás
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La mayoría de las noticias que conforman la memoria histórica popular coinciden en afirmar que José María perdió su razón y se convirtió en “El Caballero” cuando fue arrestado en 1920 y remitido a la prisión del “Castillo del Principe” en La Habana, por un crimen que no había cometido.

 Un sobrino, nombrado Manuel, ha apuntado que su tía Mercedes, hermana de “El Caballero”, también concuerda con dicha versión. Lo que aún no ha sido establecido el delito por el cual se le incriminó y la sanción que cumplió. Son incógnitas que aún perduran, sin embargo, sus familiares sugieren su total inocencia.

 Hasta la actualidad los reporteros que han escrito historias sobre este legendario personaje no han encontrado documentación alguna que aporten evidencias sobre su detención y proceso jurídico. Se reseña que durante su estancia en la prisión aprendió el arte de confeccionar plumas elegantes de escribir, con plumas de aves (las antiguas plumas de caligrafía). Algunos dicen que en la prisión pronunciaba discursos aparentando ser un Papa, Rey o Caballero.

El 7 de diciembre de 1977, “El Caballero” fue internado en el Hospital Psiquiátrico de La Habana, producto de su estado físico deplorable y su avanzada edad. Allí se le dio un trato humanitario, como a todos los pacientes que ingresan en esta instalación hospitalaria. Le suministraron ropa limpia, incluso se le dio un tratamiento diferenciado al proporcionársele un traje negro, como el acostumbraba vestir, así como una esmerada atención médica y alimentaria.

 Durante su estancia en este hospital fue sometido a exámenes físicos, de laboratorio y psicológicos. Desafortunadamente sufrió una fractura de su cadera por motivo de una caída la cual fue atendida puntual y adecuadamente. Los estudios de siquiatría realizados en ese prestigioso hospital dieron como resultado que José María López Lledín padecía de parafrenia, considerado como una forma de esquizofrenia.
 No sufría de alucinaciones.

Murió a la 1:45 a.m. del 11 de julio de 1985 a la edad de 86 años. Inicialmente, fue sepultado en el cementerio de Santiago de las Vegas en La Habana. Sus restos fueron exhumados por el Doctor Eusebio Leal Spengler, nuestro ilustre historiador de la Ciudad de La Habana, y fueron transferidos al Convento de San Francisco de Asís, su último lecho de descanso. A la entrada de dicho convento se le erigió una estatua donde se perpetúa su memoria y se le rinde constantemente homenaje a este pintoresco personaje. Infinidad de transeúntes de La Habana Vieja (Nacionales y extranjeros) se acercan a esta estatua para tocarlo o fijar a través de fotos y videos la imagen inerte del “Caballero de París” y poseer un recuerdo latente de este legendario personaje.


* (San Antonio de los Baños, 1952) profesor e historiador, miembro del secretariado permanente de la Unión de Historiadores  de Cuba

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