miércoles, 24 de junio de 2015

Carilda, una mujer a quien se lee

Carilda Oliver Labra nos de­muestra con este premio a la autora más leí­da en las bibliotecas del país, que se pueden conjugar una alta ca­lidad li­teraria y un afán de ser comprendida por los públicos más di­versos
Carilda Oliver. Foto: Jose M. Correa
Hace unas semanas escuché en el Noticiero Nacional de Televisión que el premio Puertas de Espejo de la Bi­blioteca Nacional en la categoría de literatura para adultos 2013 ha­bía sido otorgado a la poeta ma­tancera Ca­rilda Oliver Labra por su li­bro Una mu­jer que escribe, publicado por Ediciones Ma­tanzas.

La noticia llegó tarde, pero traía la curiosa sorpresa de que fuera un vo­lu­men de poesía, ese género al que al­gunos achacan tener muy pocos lec­tores, el más solicitado en todas las bi­bliotecas del país, según las en­cuestas que se realizan para otorgarlo.

Tendría yo que realizar un breve viaje al territorio matancero para que la autora me obsequiara esa an­to­logía, prologada y seleccionada, de en­tre toda la vasta obra de Oli­ver La­bra, por Raydel Hernández Fer­nán­dez.

La antología pretende y consigue demostrar cómo el tono cívico y eró­tico son, desde el comienzo mis­­mo de Carilda con Al sur de mi garganta, dos aspectos inseparables de la obra de la gran matancera, Pre­mio Na­cio­nal de Literatura y una de las vo­ces (no solo femeninas) más im­portantes del panorama actual de la poesía cu­ba­na contemporánea
.
En el polémico prólogo de R. H. Fer­­nández se afirma que la mayoría de los estudios realizados sobre la obra de Oliver Labra “se pierden en la fas­cinación, en los coloridos, en los tro­pos o sucumben al embrujo de so­ñar con la escritora en vez de to­carl­a, y por esta razón los juicios re­sul­tan po­co objetivos”.

En una introducción que escribí para otra antología de Carilda, publicada hace unos diez años, señalaba yo esa manía de situar a la autora en la estrecha clasificación de poetisa eró­tica, aspecto que el prologuista rei­vin­dica justificando, sin embargo que lo que yo llamaba una “distorsión” al ubi­carla en ese acápite, se de­be a que rea­lizo una interpretación del vocablo “aso­ciada al sensualismo banal”.
Y tal vez tenga razón. Convertir a Carilda en un mito de acuerdo con atributos como su belleza, su desenfado, su desinhibición al tocar los te­mas re­lacionados con la sexualidad, ha he­cho que olvidemos esa otra par­te que es su excelente calidad y su preo­cu­pación por un entorno que la lle­vó a escribir en plena dictadura ba­tis­tia­na el hermoso Canto a Fidel, hoy una pieza emblemática de la lírica cubana cívica del siglo XX.

Releí los inmensos poemas de Carilda antologados en Una mujer es­cribe y comprendí que su inmenso poder de comunicación, en el que no se hacen concesiones a la ca­li­dad del texto, la convierten en la autora más leí­da en el género poético por lec­tores de todas las edades y de todos los estratos.

Quizá ese poder resida sobre to­do en su autenticidad, en esa manera de acercarse a ella misma y, a través de ese acercamiento, conseguir la identificación con un receptor que se reconoce en ella más allá de lo que pudiera resultar escandaloso o de los atrevimientos formales y conceptuales en los que su conciencia de género hace énfasis y la convierte en una fe­minista dispuesta siempre a despertar las inquietudes de las mujeres que la leen, pero también de los hom­­bres y, he aquí, una de sus ma­yores virtudes, que la alejan de esos ghetos donde muchas mujeres que escriben se encierran con una absurda agresividad hacia el sexo opuesto.

Carilda Oliver Labra nos de­muestra con este premio a la autora más leí­da en las bibliotecas del país, que se pueden conjugar una alta ca­lidad li­teraria y un afán de ser comprendida por los públicos más di­versos
.
Es una lección para ciertos autores que conciben el lenguaje críptico e incomprensible como virtudes o piensan que mientras más ininteligibles, más inteligentes son.

De todos modos, los poetas de­bemos sentirnos satisfechos de que el pú­blico cubano, a diferencia de lo que viene ocurriendo en distintas par­tes del mundo, pueda disfrutar de la poesía como ese género enriquecedor que es.claro que, para ello, hay que contar con ese gran talento de nuestra Carilda y escribir con la sinceridad y el desgarramiento que se advierten en sus textos, capaces de llegar no solo al alma sino también al intelecto del lector, provocando ese estremecimiento que solo consiguen las obras maestras. 

Muy merecido este premio de la Bi­­blioteca Nacional y muy bien ago­tados los ejemplares que Ediciones Unión pu­so a disposición de los cu­b­a­nos.

Carilda es una autora a la que siem­pre habría que tener en las li­brerías cu­ba­nas. Su poesía, tan universal como ma­tancera y cubana, es una de las po­cas que no se empolvarán en los anaqueles; porque esta mu­­jer que escribe, tan modesta, tan de­licada en su trato con admiradores y colegas, es una de las grandes de His­­pa­noa­mé­ri­ca y con el transcurso de los años se vuelve más y más imprescindible para to­das las generaciones que hallarán en su obra el difícil tránsito a la intemporalidad que convierte a la literatura en al­go trascendente.

Felicidades a Carilda por este pre­mio aun cuando hayan transcurrido dos años desde que lo ob­tuvo y nuestros medios no ha­yan divulgado lo su­ficiente su in­creíble hazaña.

No hay comentarios.: