Vivir del cuento sigue siendo el programa más
popular de la televisión cubana. Es también un espacio muy bien
realizado, donde desde la dirección de actores hasta la más eficaz
edición, consiguen un producto de una alta calidad estética. Porque no
siempre lo popular (mejor lo famoso) es bueno. Hay muchos factores que
puedan incidir en que alguien ocupe la cúspide del estrellato hoy y
mañana haya pasado su hora.
Ignacio Hernández, Nachi, y su tropa siguen grabando las veces que
haga falta, hasta que la escena quede lista. En los últimos tiempos
tienen el mérito de haber filmado en un hospital, un exquisito homenaje
al cine de principios de siglo XX con aquellas camillas corriendo como
sucedía en los gags del cine mudo. También se metieron en el aeropuerto,
no sé si detuvieron algún vuelo porque de Chequera se puede esperar
cualquier cosa.
Y precisamente quiero detenerme en ese personaje de Mario Sardiñas.
Este actor no tuvo un buen desempeño en el protagónico del programa Los
amigos de Pepito, pero en su función de contraparte de Pánfilo es
justamente lo que necesita Vivir del cuento, esa propuesta televisiva que ha hecho crecer a todos sus intérpretes, incluso al multipremiado y reconocido Luis Silva.
No transcurren dos minutos sin que Pánfilo y Chequera estén juntos, y
el segundo constantemente da pie al chiste del primero, siempre le pasa
la bola. Chequera tiene que ser tosco, torpe, negociante, inculto,
jodedor, mujeriego y hasta ingenuo, pero a la vez noble, cariñoso, con
su viejo, culto, decente, fiel, inteligente, y fino amigo. Son un dúo de
cómicos que se complementan, como han existido tantos en la historia
del audiovisual.
Sería injusto no reconocer cómo se ha superado Sardiñas desde su primer Vivir del cuento
hasta ahora y habría que preguntarse ¿puede existir Pánfilo sin
Chequera? Me dirían y tienen razón: en más de una oportunidad se ha
cambiado una contraparte, a veces con buenos resultados, pero en este
caso se extrañaría sobremanera la antítesis de Pánfilo.
Esa pareja puede desandar un largo camino. Sus integrantes han
logrado un complemento ideal para el tipo de humor que nos llega cada
lunes a las 8 y 30 de la noche.
Andy Vázquez, que puede ser Facundo, Aguaje y montón de personajes
más, recibió por esa versatilidad el Premio Caricato de la Asociación de
artistas escénicos de la UNEAC y bien que lo merece.
Existe un personaje, Ruperto, interpretado por Omar Franco (me debes
una entrevista, no lo olvido Omar) que en el programa donde aparece se
ofrece una lección de la historia más reciente. El propio Ruperto ha
dicho que nació gracias a una idea de Pánfilo, digo de Silva. Ha sido
una manera efectiva de renovar las escenas: con Ruperto a uno le puede
venir de golpe, por ejemplo, qué unos añitos atrás se podía comprar un
pernil de cerdo en setenta pesos o que Yugoslavia era un país.
Al margen de la calidad de los guiones, la actuación y la dirección general, Vivir del cuento
tiene tantos seguidores porque es un termómetro social. Como sátira el
televidente recibe lo que sucedió un mes atrás y se ríe, a la vez que
piensa.
A todo el colectivo felicidades por los premios y por el nivel de
teleaudiencia, a ti Silva por la excelente entrevista que le concediste a
Amaury Pérez Vidal y al resto de amigas y amigos, a la hora de este
programa no me llamen, ni toquen a mi puerta: estoy viendo, por placer,
no por trabajo, mi programa favorito.
(Tomado del Portal de la TV Cubana)
*Periodista cubana especializada en temas culturales. Colabora sistemáticamente con el diario digital La Jiribilla.
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