Por José Pertierra*
Una jueza federal en Miami dictaminó el viernes un fallo absurdo y cruel sobre uno de los Cinco cubanos, quien termina su sentencia carcelaria este 7 de octubre. La Jueza Joan Lenard declaró que René González, quien ya ha cumplido trece años en prisión por no haberse inscrito como agente del gobierno cubano, estará obligado a vivir los próximos tres años en Miami en lo que llaman “libertad supervisada”.
El Sr. González había solicitado permiso para regresar a Cuba para estar nuevamente con su esposa, Olga, y sus hijas, Ivette e Irma. Hace varios años, el Departamento de Estado decretó que jamás le otorgaría una visa a Olga. La ha permitido visitar a René solamente una vez durante los últimos trece años: un castigo cruel e inusual para cualquier preso.
Aunque es estadounidense de nacimiento, René González se crió en Cuba y tiene doble nacionalidad. A petición del gobierno cubano, regresó a los Estados Unidos para monitorear a los grupos extremistas de Miami, quienes desde sus guaridas en el sur de la Florida llevan a cabo ataques terroristas contra la población civil cubana. Pero como no le informó al Departamento de Justicia de sus actividades en los Estados Unidos, violó la ley. En cambio, el FBI nunca arrestó a los terroristas que René monitoreaba, y ellos siguen sueltos, protegidos y gozando de la vida en Miami.
¿Qué posible interés tiene el gobierno estadounidense de seguir castigando a una persona, cuyo único delito es luchar contra el terrorismo? ¿Por qué forzarle a quedarse en Miami, un semillero de terrorismo anti-cubano, por los próximos tres años? ¿No importa que los terroristas —desde sus bases en los Estados Unidos– hayan asesinado a 3,478 cubanos e incapacitado a 2,099 más durante las últimas cinco décadas? Además, ¿cómo quiere la jueza que el Señor González cumpla con los términos de su “libertad supervisada” en Miami?
Las condiciones que la corte le ha impuesto a René González incluyen prohibirle que “se asocie con individuos o grupos terroristas, o con miembros de organizaciones que promueven la violencia”. También le prohíbe “acercarse a o visitar lugares específicos donde se sabe que están o frecuentan individuos o grupos terroristas”. ¿Eso no significa que, para cumplir con la sentencia judicial, Miami es precisamente donde no debería vivir, ya que es el santuario de los terroristas en los Estados Unidos?
Los terroristas que René estaba encargado de monitorear siguen viviendo en Miami. Abiertamente apoyan el uso de la violencia contra Cuba. Este abril, Luis Posada Carriles, el autor intelectual de la voladura de un avión de pasajeros que mató a las 73 personas a bordo y de una campaña de terror contra La Habana que incluía poner bombas en los más famosos hoteles y restaurantes cubanos, afirmó su compromiso con la lucha armada contra el gobierno cubano. Posada Carriles y sus seguidores viven en Miami.
¿Por qué poner en peligro la vida de René y obligarlo a vivir por los próximos tres años lado a lado con los mismos terroristas que monitoreaba en Miami, cuando era agente del gobierno cubano?
Terroristas cubanoamericanos son los que asesinaron en los Estados Unidos a Orlando Letelier (el ex-Canciller de Chile), Ronnie Karpen Moffitt (una ciudadana estadounidense), Eulalio Negrín y Carlos Múñiz Varela (cubanoamericanos que apoyaban un diálogo pacífico con el gobierno cubano), y también a Felix García Rodríguez (un diplomático cubano en la ONU).
En una encuesta hecha en víspera del juicio contra los Cinco cubanos, la sicóloga Dra. Kendra Brennan concluyó que los cubanoamericanos de Miami mantienen “una actitud guerrerista contra Cuba.” Además, un estudio sobre la comunidad cubanoamericana de Miami, publicado por Americas Watch, dijo que “las fuerzas dominantes e intransigentes de la comunidad de los exiliados cubanos en Miami” tratan de silenciar las opiniones discrepantes sobre Cuba con la violencia. Por ejemplo, han bombardeado emisoras de radio y oficinas de revistas. Han amenazado a muerte a los que abogan por cambios en la política hacia Cuba. “Han puesto más de una decena de bombas, enfocándose en los que favorecen una apertura más moderada hacia el gobierno de Castro”, concluyó el informe.
Es irresponsable y arriesgado que Estados Unidos fuerce a René González a quedarse en ese ambiente de violencia y terrorismo por los próximos tres años. Su vida corre peligro.
La Jueza Lenard explicó que no puede adecuadamente evaluar “las circunstancias del delito, o la historia y las características del condenado”.
¿En serio, señora jueza? Pero si las “circunstancias del delito” son que René González no vino a los Estados Unidos para cometer espionaje contra el gobierno de lo Estados Unidos o para cometer crímenes. Su tarea fue simplemente monitorear a los terroristas, quienes operaban con total impunidad en los Estados Unidos y cuyos blancos eran civiles inocentes en Cuba. La idea fue simplemente compilar evidencia que Cuba posteriormente le entregó al FBI para que Washington procesara a los terroristas.
Los terroristas cubanoamericanos, por ejemplo, orquestaron un plan para poner una serie de bombas en los más famosos hoteles y restaurantes de La Habana, incluyendo el emblemático Hotel Nacional y el legendario restaurante que prefería Hemingway: La Bodeguita del Medio. El propósito de la campaña terrorista era destruir a la industria turística en Cuba, y de esa manera golpear a la economía del país que ya estaba debilitada después del derrumbe del bloque socialista de la URRS y Europa Oriental.
Especialmente después del 11-9, los Estados Unidos han sostenido que tienen como prioridad castigar a los terroristas y premiar a los que combaten el terrorismo. Si es así, entonces debiesen permitir que René González regrese a su familia en Cuba, en vez de obligarlo a que se quede en Miami rodeado de los terroristas que le quieren pasar la cuenta.
La Jueza Lenard también alega en su decisión que, si permite que René regrese a Cuba el 7 de octubre, no podrá evaluar si el “pueblo estadounidense estaría protegido de futuros crímenes que pueda cometer el condenado”. Pero el único crimen que cometió René fue no haberse inscrito como agente extranjero. ¿Cómo pudiera él ser un peligro para el pueblo estadounidense si regresa a su país? ¿Cuánto tiempo necesita la Jueza Lenard para evaluar adecuadamente algo tan claro como el agua de un manantial?
La jueza también alega que necesita más tiempo para que Estados Unidos le pueda dar a René “entrenamiento, educación y servicios médicos de la manera más efectiva”. ¡¿Qué?! René ya ha dicho que no tiene intención alguna de quedarse a vivir en los Estados Unidos. Su abogado expresó claramente que René ha ofrecido renunciar a su ciudadanía estadounidense con tal de poder regresar a su casa en Cuba. No necesita de la educación o el entrenamiento de los Estados Unidos, cuyo propósito sería ayudarlo a reintegrarse a la sociedad estadounidense. El simplemente quiere regrarsar a Cuba para reunirse nuevamente con su familia, y no recibir instrucciones sobre cómo vivir en este país y pasarse tres años alejado del nido familiar. Finalmente, en Cuba tendrá a su disposición la mejor atención médica, sin costo alguno para los Estados Unidos o para él mismo.
Sin sorpresa alguna, la fiscal encargada del caso, Caroline Heck-Miller, se opuso a la solicitud de René de poder regresar a Cuba al cumplir con su condena carcelaria. Esta es la misma fiscal que decidió no procesar a Luis Posada Carriles por terrorismo, a pesar de que la abogada del Departamento de Seguridad se lo pidió.
La única salvación que tiene la inexplicable y rara decisión de la Jueza Lenard es que le deja la puerta abierta a René para que vuelva a hacer el pedido de regresar a Cuba, “si las circunstancias ameritan una modificación de su sentencia”.
¿Cuáles circunstancias son las que espera la jueza? ¿Qué algún terrorista en Miami le dispare un tiro a René?
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