Por: José Miguel Vázquez.
Desde hace tiempo en Cuba se viene dando un fenómeno en cuanto a los nombres que les ponen a los niños y niñas al nacer.
Los tradicionales nombres de tiempos de nuestros abuelos, Rosa, María, Josefa, Carmen, Esperanza, Clotilde, Jesús y otros parecidos prácticamente han desaparecido.
Sucede que la fiebre de ponerles nombres raros a los muchachos y muchachas, tienen su origen lo mismo en una telenovela, una película, un artista famoso, alguna obra literaria etc., y es entonces que comenzaron a aparecer nombres tales como Yunisleikys, Brisesky, Yunisleidys, Bruleidys, y Biniesky, por solo citar unos cuantos.
La situación es tal que al momento de inscribir un niño al nacer es todo un problema para los encargados de estas gestiones que se rompen la cabeza averiguando de donde salieron tales nombres.
Traigo esto a colación por que nada mas y nada menos que el Papa Benedicto 16 acaba de solicitar de los padres que le pongan nombres cristianos a sus hijos y destierren la mala práctica de bautizarlos con nombres raros y complejos.
Considero que esta tendencia es igual en otros países, y reitero Cuba no se ha escapado de ella.
Hay el hecho simpático de que una muchacha llamada Tetiasis, grabó su nombre en un tatuaje en uno de sus glúteos, y un amiguito al ver tal ocurrencia le dijo: ¿Tú te imaginas cuando tengas 80 años ese nombre en una de tus nalgas flacas como debe lucir?, y tal expresión causó risa.
Lo cierto es que no debemos eliminar esos nombres tan lindos que desde siempre estuvieron en nuestras familias.
Ojala que los llamados del Papa encuentren oídos receptivos, y se abandone la mala práctica de buscar supernombres extraños, extemporáneos y tontos para nuestros hijos.
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