Por: José Miguel Vázquez.
La Ermita de Montserrat, en otros tiempos una especie de santuario y punto final de peregrinación, además de sitio apropiado para festividades, enclavada en uno de los lugares más altos de la ciudad de Matanzas, ha venido siendo objeto de una reparación capital, tras muchos años de deterioro.
Allí todos los años se efectuaba la Fiesta de La Colla, que rendía reverencia a la Virgen de Montserrat, patrona de Barcelona, España.
Este sitio, una especie de lugar emblemático de la identidad matancera, resurge ahora como centro cultural, que tiene entre sus objetivos ofrecer una sana recreación a sus visitantes.
Este templo religioso, inaugurado en 1875, es conocido por los residentes en la ciudad como La Ermita, que ha servido además como lugar de cita para recomponer conflictos sentimentales, historias familiares, o simplemente como punto para admirar el bello panorama que ofrece a pocos metros el famoso Valle de Yumurí, y otros lugares de la tricentenaria ciudad.
Se cuenta que once años posterior a su apertura, fueron traídas de España, las esculturas ubicadas en el exterior de la capilla, y que representaban a las cuatro provincias catalanas. La imagen central colocada en el altar mayor, era una especie de reinterpretación de la Virgen de Montserrat.
Como les decía, este edificio acaba de ser restaurado para beneplácito de todos los visitantes naturales y foráneos, que por demás tendrá otras funciones acordes con los tiempos actuales, pero continuará siendo lo que siempre fue: un sitio que identifica a la ciudad de Matanzas.
La Ermita de Montserrat, en otros tiempos una especie de santuario y punto final de peregrinación, además de sitio apropiado para festividades, enclavada en uno de los lugares más altos de la ciudad de Matanzas, ha venido siendo objeto de una reparación capital, tras muchos años de deterioro.
Allí todos los años se efectuaba la Fiesta de La Colla, que rendía reverencia a la Virgen de Montserrat, patrona de Barcelona, España.
Este sitio, una especie de lugar emblemático de la identidad matancera, resurge ahora como centro cultural, que tiene entre sus objetivos ofrecer una sana recreación a sus visitantes.
Este templo religioso, inaugurado en 1875, es conocido por los residentes en la ciudad como La Ermita, que ha servido además como lugar de cita para recomponer conflictos sentimentales, historias familiares, o simplemente como punto para admirar el bello panorama que ofrece a pocos metros el famoso Valle de Yumurí, y otros lugares de la tricentenaria ciudad.
Se cuenta que once años posterior a su apertura, fueron traídas de España, las esculturas ubicadas en el exterior de la capilla, y que representaban a las cuatro provincias catalanas. La imagen central colocada en el altar mayor, era una especie de reinterpretación de la Virgen de Montserrat.
Como les decía, este edificio acaba de ser restaurado para beneplácito de todos los visitantes naturales y foráneos, que por demás tendrá otras funciones acordes con los tiempos actuales, pero continuará siendo lo que siempre fue: un sitio que identifica a la ciudad de Matanzas.
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