Julio Antonio Mella
Por: Odalys Cimadevilla Valdés
(Tomado de CUBASI)
En la noche del 10 de enero de 1929 manos asesinas segaban la vida de una de las grandes figuras históricas de Cuba y América Latina: Julio Antonio Mella.
Joven brillante, de verbo ardiente y de ideas intrépidas, caía abatido en la capital mexicana por balas renegadas de matones al servicio de la tiranía de Gerardo Machado.
Fundador de la FEU, organizador del Primer Congreso de Estudiantes, iniciador de la reforma universitaria, artífice de la Universidad Popular José Martí y de la Liga Antiimperialista de Cuba y fundador junto con Carlos Baliño del primer Partido Comunista de Cuba, dirigente destacado en Cuba y a nivel continental, periodista, escritor y ensayista, teórico del marxismo, editor de revistas y periódicos, conspirador infatigable, Mella es el revolucionario cubano que más hizo en tan corto tiempo.
Lo más temido por sus enemigos no era su desempeño revolucionario, sino la radicalidad y madurez de su pensamiento. Su lucha contra la corrupción dentro de la Universidad y su afán por una profunda transformación social no solo en Cuba, sino en América influyó en figuras como José Antonio Echeverría, Raúl Roa, Pablo de la Torriente Brau, Rubén Martínez Villena, Fidel Castro...
Cuatro años después de su asesinato, en 1933, Raúl Roa escribía: “…Mella devino símbolo. Por eso, sigue siendo útil después de muerto, como él mismo pidiera. Por eso, su nombre es hoy para nosotros bandera… No hay en rigor, premio más alto para un revolucionario desaparecido, que este de seguir sirviendo a la causa desde la tumba”.
Solo hombres ideológicamente afines a Mella, de su propia envergadura moral, podrían ponerlo vivo en letras de molde. Un Rubén Martínez. Un Pablo de la Torriente Brau. Un Fidel Castro.
Ante las cenizas de Mella el 29 de septiembre de 1933, Villena expresaba: “Estamos aquí para tributar el homenaje merecido a Julio Antonio Mella, inolvidable para nosotros, que entregó su juventud, su inteligencia, todo su esfuerzo y todo el esplendor de su vida a la causa de los pobres del mundo, de los explotados, de los humildes… Estamos aquí, sobre todo, porque tenemos el deber de imitarlo, de seguir sus impulsos, de vibrar al calor de su generoso corazón revolucionario…”
En la velada por el aniversario 50 del Primer Partido Comunista de Cuba, en 1975, el presidente cubano Fidel Castro reconocía en Mella al joven brillante, lúcido, valiente, una de las más extraordinarias figuras de la historia de nuestro país.
Y más adelante abundaba: “Mella, desde el primer instante descolló como un extraordinario combatiente revolucionario… ¡Es conmovedora la historia de esta vida tan breve, tan dinámica, tan combativa y tan profunda!”
La vida y la obra de Julio Antonio Mella constituyen una lección ejemplar y clarísima que ofrecer a los jóvenes. Su imitación por las presentes y futuras generaciones sería incuestionablemente fecunda y trascendental.
Joven brillante, de verbo ardiente y de ideas intrépidas, caía abatido en la capital mexicana por balas renegadas de matones al servicio de la tiranía de Gerardo Machado.
Fundador de la FEU, organizador del Primer Congreso de Estudiantes, iniciador de la reforma universitaria, artífice de la Universidad Popular José Martí y de la Liga Antiimperialista de Cuba y fundador junto con Carlos Baliño del primer Partido Comunista de Cuba, dirigente destacado en Cuba y a nivel continental, periodista, escritor y ensayista, teórico del marxismo, editor de revistas y periódicos, conspirador infatigable, Mella es el revolucionario cubano que más hizo en tan corto tiempo.
Lo más temido por sus enemigos no era su desempeño revolucionario, sino la radicalidad y madurez de su pensamiento. Su lucha contra la corrupción dentro de la Universidad y su afán por una profunda transformación social no solo en Cuba, sino en América influyó en figuras como José Antonio Echeverría, Raúl Roa, Pablo de la Torriente Brau, Rubén Martínez Villena, Fidel Castro...
Cuatro años después de su asesinato, en 1933, Raúl Roa escribía: “…Mella devino símbolo. Por eso, sigue siendo útil después de muerto, como él mismo pidiera. Por eso, su nombre es hoy para nosotros bandera… No hay en rigor, premio más alto para un revolucionario desaparecido, que este de seguir sirviendo a la causa desde la tumba”.
Solo hombres ideológicamente afines a Mella, de su propia envergadura moral, podrían ponerlo vivo en letras de molde. Un Rubén Martínez. Un Pablo de la Torriente Brau. Un Fidel Castro.
Ante las cenizas de Mella el 29 de septiembre de 1933, Villena expresaba: “Estamos aquí para tributar el homenaje merecido a Julio Antonio Mella, inolvidable para nosotros, que entregó su juventud, su inteligencia, todo su esfuerzo y todo el esplendor de su vida a la causa de los pobres del mundo, de los explotados, de los humildes… Estamos aquí, sobre todo, porque tenemos el deber de imitarlo, de seguir sus impulsos, de vibrar al calor de su generoso corazón revolucionario…”
En la velada por el aniversario 50 del Primer Partido Comunista de Cuba, en 1975, el presidente cubano Fidel Castro reconocía en Mella al joven brillante, lúcido, valiente, una de las más extraordinarias figuras de la historia de nuestro país.
Y más adelante abundaba: “Mella, desde el primer instante descolló como un extraordinario combatiente revolucionario… ¡Es conmovedora la historia de esta vida tan breve, tan dinámica, tan combativa y tan profunda!”
La vida y la obra de Julio Antonio Mella constituyen una lección ejemplar y clarísima que ofrecer a los jóvenes. Su imitación por las presentes y futuras generaciones sería incuestionablemente fecunda y trascendental.
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