Unos 110 invitados seleccionados por EE. UU. asistirán los días 9 y 10 de diciembre a la «Cumbre por la Democracia», eludiendo los espacios de la Asamblea General de la ONU y utilizando el autoritario método de sentar parámetros, sin consultar a nadie, para elegir a los participantes
Unos 110 invitados seleccionados por EE. UU. asistirán los días 9 y 10 de diciembre a la «Cumbre por la Democracia», eludiendo los espacios de la Asamblea General de la ONU y utilizando el autoritario método de sentar parámetros, sin consultar a nadie, para elegir a los participantes.
Según lo previsto por los señores del evento, los debates se centrarán en torno a tres temas clave: defensa ante el autoritarismo, abordar y combatir la corrupción y promover el respeto por los derechos humanos.
Mientras se realiza el evento, un video que circula desde hace varios días en las redes sociales muestra a grupos de personas transitando por las calles de Filadelfia, totalmente desorientados, con movimientos caóticos, como si fueran zombis.
No se trata de un filme de terror al estilo de La noche de los muertos vivientes, rec o 28 días después. La grabación, que se ha convertido en viral en el ciberespacio, muestra a personas en la vía pública consumiendo drogas, entre ellas el fentanilo. El hecho ocurre en las calles de Kensington, barrio ubicado en Filadelfia, pero bien pudiera suceder en muchas ciudades de Estados Unidos.
El fentanilo es un opiáceo que se utiliza para tratar el dolor asociado al cáncer, entre otras enfermedades, es 50 veces más poderoso que la heroína y hasta cien más que la morfina. Su potencia y sus efectos inmediatos son la causa de la adicción que genera.
Según el Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de EE. UU., el consumo de este opioide sintético creció más de un 38 % durante la pandemia de la COVID-19. Se estima que 100 000 personas murieron por sobredosis en ese país solo hasta el mes de abril del presente año.
En declaraciones a The Guardian, Nora Volkow, directora del Instituto Nacional sobre el Abuso de Drogas de ese país, calificó la situación como «una epidemia dentro de la pandemia».
Junto a las defunciones por sobredosis crece también la violencia que acompaña al empleo y tráfico de estupefacientes. En ciudades como Los Ángeles, Miami o Nueva York se ha desatado una ola de crímenes violentos, tiroteos, saqueos y robos.
En EE. UU. abundan los campamentos de adictos al aire libre. Usted puede tropezarse bajo un puente, en casas abandonadas o en un solar yermo con la imagen dantesca de seres humanos convertidos en espectros, otros tendidos en el suelo rodeados de un mar de jeringuillas, agujas usadas y cucharas quemadas.
Ese es uno de los rostros de la democracia del descarte que nos quieren imponer como la única posible, que no garantiza a sus ciudadanos derechos fundamentales como el derecho a la vida y a la salud.
No es difícil prever qué se discutirá en la tal cumbre exclusiva, donde los «dueños» del mundo condenarán a todo aquel que no se alinea a su política y a sus planes de dominación y saqueo.
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