domingo, 11 de abril de 2021

Respuesta rusa: Sin matices ni medias tintas

Arnaldo Musa / Cubasí

Luego de calificar irrespetuosa y falsamente a Vladimir Putin de asesino, por defender el derecho a la vida de los habitantes

Independentistas en Ucrania, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, ha dispuesto nuevas sanciones contra el país euroasiático, que se añaden a las muchas esgrimidas por Donald Trump.

El hecho, al igual que otras actitudes de Biden hacia China, constituye una resurrección de la Guerra Fría, por lo cual Moscú ha acelerado preparativos militares ante el anuncio del presidente estadounidense de enviar tropas a Ucrania, y efectuado un importante golpe económico, al anunciar que su comercio de exportación, incluido el petróleo, ignorará al dólar norteamericano como moneda.

Esto coincide con la política china de que muchos rubros que compraba en el exterior, principalmente con dólares, serán ahora producidos en el mercado nacional, por lo cual no será necesario utilizarlos.

Ello demuestra que el chantaje y la política contraproducentes de Estados Unidos, o sea, las represalias imperialistas, pueden representar un estímulo para resolver los problemas internos y que no se dependa tan fuerte del mundo exterior en sectores clave como la defensa, finanzas y la seguridad alimentaria.

Ya el periódico China Daily había asegurado que los efectos de las sanciones de Occidente debilitarían las posiciones del dólar de Estados Unidos en Rusia y acelerarían el proceso de transición de los activos de grandes compañías rusas a los bancos del gigante asiático en yuan y en dólares de Hong Kong. Se mencionan al respecto las compañías Magafon, Novatek, Severstal, Nornikel, Alrosa y la Corporación Unida de Construcción Naval.

No es la primera vez que las respuestas moscovitas a las sanciones occidentales preocupan a algunos de los aliados europeos que aceptan siempre los caprichos de Estados Unidos.

Está aún presente que antes de comenzar la política de sanciones estadounidenses, Rusia importaba alimentos y productos agrícolas para su producción por 43 000 millones de dólares, 1 300 millones de ellos desde Estados Unidos, pero la Casa Blanca prohibió tales compras de carne, pescado, leche y productos lácteos, frutas y verduras de EE.UU., la Unión Europea, Australia, Canadá y Noruega.

HOY COMO AYER

Pero antes, como ahora, numerosos ciudadanos rusos expresaron que no tienen miedo a los impactos de las sanciones de Occidente y confían en la pericia de su gobierno, al tiempo que comenzaron las fisuras entre los que siguieron paso a paso las órdenes de sanciones emanadas desde Washington.

Empresarios alemanes lamentaron la congelación de contratos millonarios con Rusia, principalmente en el sector marítimo; Austria y Finlandia señalaron que serán perjudicados con la prohibición de compra de alimentos, y Polonia pidió a Estados Unidos que importara lo que dejará de vender a Moscú.

Así Rusia respondió al castigo imperial con las palabras de Putin de que “los instrumentos políticos de presión a la economía son inaceptables, contradicen todas las normas y reglas”, mientras se despertaba un sentimiento de unidad en el pueblo ruso, que incluye a los diferentes partidos políticos y magnates capitalistas dentro y fuera de la Federación.

En este portal ya habíamos señalado que “mientras el simple ciudadano dice sentirse orgulloso de cómo Moscú ha llevado su diferendo con las potencias occidentales, empresarios de diversos sectores, principalmente el petrolero, subrayaron que no claudicarán ante las presiones de los ‘enemigos de siempre’, como los calificó uno de los dueños de equipos de fútbol europeo”.

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