El expresidente Jimmy Carter, se dirigió a Donald Trump en una entrevista con Newsweek, sobre la guerra comercial contra China
La enajenación del presidente de
Estados Unidos roza la ciencia ficción y lo ha mostrado durante su
estancia en la Casa Blanca. Pero hoy ese desvarío se hace crítico, al
peligrar su residencia en esa morada, tras las elecciones del venidero 3
de noviembre.
Contra toda lógica, Donald Trump argumenta que el déficit comercial
se arregla con aranceles más altos; que las rebajas tributarias dan
mayor recaudación; que el cambio climático no es verdad; que los
acuerdos comerciales perjudican a su nación; culpa a los inmigrantes de
la delincuencia y afirma que la posesión de armas no tiene nada que ver
con los récords de muertes en su país.
Con Trump en la silla presidencial, Estados Unidos abandonó el
Acuerdo de París sobre cambio climático; el Transpacífico de Cooperación
Económica; el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, uno
similar con Sudcorea, boicoteó la nominación de árbitros de la
Organización Mundial del Comercio, dejó el Consejo de Derechos Humanos,
la Unesco, la oms, y en cualquier momento hasta la onu quedaría plantada
por el magnate-presidente. Nada que le sepa a multilateralismo es del
gusto de su paladar supremacista.
La respuesta, ahora de cara al noviembre electoral, ha sido la de
hacerse el tipo duro con el gigante asiático, desatando una guerra
comercial, que se inició con los astronómicos aranceles de los dos
lados, pero que en los últimos días alcanza fricciones políticas
peligrosas como los cierres de los consulados en Houston y la acción
similar de su contraparte al clausurar el de Estados Unidos en Chengdu.
Según la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), el
país gobernado por Donald Trump ha llevado al comercio al tiempo de los
mercaderes de los siglos XVI y XVII, al sumirlo en un ejercicio de suma
cero, donde lo que un país gana lo pierde otro. No cabe en este enfoque
la posibilidad del beneficio mutuo, ni las ventajas de la
especialización ni la lógica de la ventaja comparativa. «En el límite,
este argumento
mercantilista enlaza bien con un intervencionismo que
favorezca a las empresas domésticas en comercio e inversión, apelando a
aranceles, subsidios, ventajas tributarias y administrativas. Esto es
exactamente lo que pretende hacer Trump y por ello es que está
inaugurando una nueva fase de la globalización, donde la principal
economía del planeta gradualmente va abandonando los ejes liberales que
promovió desde la posguerra. Como Estados Unidos enfrenta déficits
comerciales con 102 países, el desafío es arduo y habla de la necesidad
de considerar esta política con seriedad, pues de continuar,
significaría destruir todo el edificio multilateral construido a partir
del Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercial y luego con la
omc», apunta Osvaldo Rosales, de Flacso.
Hoy habría que sumarle a todo esto el mal manejo del ejecutivo
estadounidense de la pandemia de la COVID-19, con la mayor cantidad de
vidas humanas a su cuenta, y por demás, un tsunami de desempleo,
culpando a cualquiera por esos males, y a China en particular. Al
respecto, uno que se sentó en el mismo puesto que Trump, Jimmy Carter,
se dirigió a él en una entrevista con Newsweek, sobre la guerra
comercial con ese país:
«Temes que China se nos adelante, y estoy de acuerdo contigo. ¿Pero
sabes por qué China se nos adelanta? Yo normalicé las relaciones
diplomáticas con Beijing en 1979. Desde esa fecha, ¿sabes cuántas veces
China ha entrado en guerra con alguien? Ni una sola vez, mientras que
nosotros estamos constantemente en guerra. Estados Unidos es la nación
más guerrera en la historia del mundo, porque quiere imponer estados que
respondan a nuestro gobierno y a los valores estadounidenses, controlar
las empresas que disponen de recursos energéticos en otros países.
China, por su parte, está invirtiendo sus recursos en proyectos como
infraestructura, ferrocarriles, con trenes de alta velocidad
intercontinentales y transoceánicos, tecnología 6g, inteligencia
robótica, universidades, hospitales, puertos, edificios, en lugar de
utilizarlos en gastos militares. ¿Cuántos kilómetros de trenes de alta
velocidad tenemos en este país? Hemos desperdiciado 300 billones de
dólares en gastos militares para someter a países que buscaban salirse
de nuestra hegemonía.
China no ha malgastado ni un centavo por la
guerra, y es por eso que nos supera en casi todas las áreas. Si
hubiéramos tomado 300 billones para instalar infraestructuras, robots,
salud pública en ee. uu., tendríamos trenes balas transoceánicos de alta
velocidad, tendríamos puentes que no colapsen, sistema de Salud gratis,
no se infectarían miles de estadounidenses más que cualquier país del
mundo por la covid-19, tendríamos camino que se mantenga adecuadamente, y
nuestro sistema educativo sería tan bueno como el de Sudcorea o el de
Shanghai».
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