Los
estudios sobre el genoma del letal COVID-19, aparecido en China,
apuntan a que este coronavirus podría haberse sido originado en otro
lugar del mundo como EE.UU.
En
los primeros días de la propagación a nivel mundial del brote del nuevo
coronavirus, denominado COVID-19, hubo controversias sobre algunos
aspectos de esta enfermedad, como su naturaleza, características,
síntomas y tratamiento, pero lo que puso en alerta a todos los expertos y
los medios era el lugar de aparición de este virus que comenzó a
extenderse a todo el mundo desde un mercado de mariscos de la ciudad
china de Wuhan a finales de diciembre de 2019.
En ese momento, pocos distinguirían entre
la “identificación” y la “creación” de este misterioso virus. El hecho
es que el COVID-19 fue “detectado” por primera vez en el citado mercado
de mariscos de Wuhan, pero ¿fue necesariamente “creado” en ese mismo
lugar?
La propagación de un virus desconocido
desde China al resto del mundo se convirtió desde esas fechas en un
asunto de primer orden para la parrilla del prime time de los
noticieros de los medios de comunicación global, liderados, por
supuesto, por las potentes corporaciones estadounidenses, en cubrir todo
lo que concerniera a esta enfermedad y augurando a su público de la
destrucción completa del mundo responsabilizando de ello al gigante
asiático y obviando la naturaleza inofensiva del COVID-19 en comparación
a la influenza común en términos de letalidad.
Cualquier noticia sobre la crisis de
coronavirus, originada en China, no solo empujaría a la economía china a
la bancarrota, sino que también favorecería a los intereses de Estados
Unidos en medio de la guerra comercial entre Washington y Pekín, y es
por eso que a muchos se le viene a la mente que a lo mejor la fuente de
la cepa del virus podría provenir de Estados Unidos.
Hasta ahora, han surgido algunos
motivos para pensar de esta forma, ya que, varios expertos
estadounidenses han confesado que algunos enfermos locales se han
contagiado del COVID-19 por razones “desconocidas” y sin que hubieran
viajado a los países epicentro de su transmisión o que tuvieran contacto
con personas infectadas con el coronavirus.
Aunque todavía puede ser demasiado pronto para llegar a una conclusión definitiva, el portal digital Global Research Analytics
recopiló recientemente una parte de un informe de Larry Romanov,
experto en economía de la Universidad de Fudan, con sede en Shanghai,
publicado al respecto con el título de “El coronavirus de China: una
evolución impactante. ¿Es posible que su cepa se originó en Estados
Unidos?”.
Conforme a esta publicación, los primeros estudios científicos sobre el genoma del nuevo coronavirus muestran que China no es la fuente de esta enfermedad.
Para argumentar su teoría, Romanov anota que después del brote del
COVID-19 los medios de comunicación occidentales rápidamente tomaron el
podio y lanzaron la versión de que aparentemente se había originado y
extendido desde el país asiático.
Sus reclamos, escribe, era que el patógeno
se originó en animales en un mercado húmedo de Wuhan. De hecho, el
origen del virus fue desconocido durante mucho tiempo, pero ahora, según
informes de medios chinos y japoneses, parece probable que el
coronavirus se originó en varios lugares y comenzó a extenderse solo
después de que fuera introducida al mercado de mariscos en la citada
urbe china de más de 13 millones de habitantes.
Además, añade, algunas pruebas sugieren
que la cepa del virus no se habría originado en China en ningún caso,
tal y como apuntan algunas agencias de noticias japonesas y otros medios
al señalar que podría haber sido engendrado por primera vez en Estados
Unidos.
Después de recoger muestras de ADN —ácido
desoxirribonucleico que contiene las instrucciones genéticas usadas en
el desarrollo y funcionamiento de todos los organismos vivos— de entre
población china, los investigadores primero demostraron de forma
concluyente que este virus no se originó desde el marisco, sino también
desde múltiples puntos de origen incierto habría llegado al referido
mercado de los mariscos en Wuhan y, a partir de allí, es cuando
empezaría su periplo infeccioso alrededor del mundo.
Al respecto, el periódico chino Global Times
informó en su día de que según un nuevo estudio realizado por
investigadores chinos se ha percatado de que la cepa del COVID-19 puede
haberse originado a principios de noviembre, un mes antes de que se
detectaran sus primeros casos de contagios en Wuhan.
El estudio, publicado en Chinashio,
una de las fuentes chinas gratuitas disponibles para los investigadores
en el campo de la ciencia, sugiere que el nuevo coronavirus provenía de
una o más fuentes en el bullicioso mercado de mariscos y luego debido a
los múltiples contactos cercanos entre las personas que realizaban sus
compras en ese lugar se inició la cadena de propagación a otros lugares
en un corto plazo de tiempo.
Estos resultados se derivan del análisis
de datos genómicos, fuentes de contaminación y la ruta del brote de
varias cepas del nuevo coronavirus recogidas de toda China, acota la
publicación china.
Los investigadores que realizaron
el estudio creen que los portadores originales trasmitieron el virus a
los trabajadores y vendedores del mercado de mariscos, y luego estos
contagiaron a los compradores de sus productos.
Las autoridades médicas chinas llevaron a
cabo investigaciones rápidas y extensas sobre el origen del virus,
identificando todas las especies y variantes mutadas mediante la
recolección de aproximadamente 2 muestras del nuevo genoma coronario de
cinco países diferentes en los cinco continentes.
Durante su análisis, concluyeron
que los nuevos brotes del coronavirus comenzaron a propagarse nada más
finalizarse los Juegos Mundiales Militares de 2019 que se celebró en
Wuhan entre los días 18 y 27 de octubre.
Por su parte, los expertos japoneses en
una investigación independiente sostienen que esta enfermedad no se
originó en China, sino que vino de fuera de este país asiático.
Esto significa que el COVID-19 se originó
en un país distinto de China, pero ahora surge la pregunta de dónde está
el verdadero origen del nuevo coronavirus. Si las autoridades chinas
verificaran los genomas del virus de dos países diferentes para
encontrar el origen del patógeno, probablemente tendrían una razón
convincente para buscar fuera de las fronteras chinas.
Con estas revelaciones, se ha ido tomando
fuerza la teoría de que el brote del coronavirus se originara en EE.UU.,
en este sentido, el medio japonés Asahi Shimbun informó a
principios de febrero que el brote del coronavirus se había originado
dentro del territorio estadounidense, no en China, y algunas o muchas de
las 14 000 muertes por gripe común en Estados Unidos que se produjo
durante el año puede haber sido el resultado de una infección por el
COVID-19.
El rotativo People Daily China citando a Asahi Shimbun
escribe que algunos de estos estadounidenses pueden haber sido
infectados sin saberlo con el coronavirus y es muy posible que el
Gobierno de EE.UU., presidido por Donald Trump, no se haya percatado
completamente hasta qué punto este nuevo patógeno se ha extendido entre
su población.
Ante la insistencia de los medios
asiáticos de que este brote se habría originado en el suelo
estadounidense, a los Centros para el Control y la Prevención de
Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) de EE.UU. no les quedó otro
remedio que anunciar que se pondrían a trabajar en los laboratorios
gubernamentales situados en Los Ángeles, San Francisco, Seattle, Chicago
y Nueva York para evaluar a las personas con síntomas similares a la
gripe común con el objetivo de detectar si han sido infectadas con el
nuevo coronavirus.
Al respecto, Asahi Shimbun asegura
que nadie sabía hasta la fecha la causa de la muerte en las víctimas de
la gripe estadounidense porque la Administración Trump o se niega a
examinar a las personas para detectar qué virus originó sus
fallecimientos u oculta los resultados de dichas pruebas.
Lo que no aclara el medio nipón es si este
virus coronario infectó a la población estadounidense de forma natural o
accidental o fue intencional. Empero, lo que es claramente evidente es
con qué destreza los medios occidentales han ido rehuyendo de informar
de cualquier dato que apuntara a EE.UU. como el origen del brote de la
enfermedad que hasta ahora ha infectado a más de 145 000 personas de 140
países del mundo, y de las cuales han muerto más de 5000.
Un virólogo taiwanés aseveró en un
programa televisivo, transmitido el 9 de febrero en Taiwán, que, tras
analizar algunos cuadros y diagramas de flujo sobre los cambios
genéticos del nuevo coronavirus, puede plantear la posibilidad de que
este patógeno se habría originado en Estados Unidos.
Conforme a sus palabras, la cepa del
COVID-19 que ha infectado a un reducido grupo de taiwaneses, en concreto
a tan solo 49 personas, de las cuales se ha confirmado la muerte de una
de ellas, solo se ha visto en Australia y EE.UU., y dado que Taiwán no
ha sido infectado por australianos, solo puede haber ingresado dentro
de este territorio desde Estados Unidos.
La lógica subyacente aquí es, expone el especialista taiwanés: “La
ubicación geográfica que tiene la mayor diversidad de especies del
virus debe ser necesariamente la fuente del origen del virus, ya que una
especie de virus no puede derivar de la ‘nada’”.
El experto sugiere que solo en Estados
Unidos se ha detectado la presencia de las cinco especies conocidas de
coronavirus, y que es probable que las cepas de estos patógenos en otros
países se hayan originado en este territorio. Mientras que, agrega, en
Wuhan y gran parte de China solo hay una variante del coronavirus y así
como en Taiwán, Corea del Sur, Tailandia, Vietnam, Singapur, el Reino
Unido, Bélgica y Alemania.
Además, aclara que el tipo del coronavirus
que se encuentra en Corea del Sur y Taiwán es diferente del que se
encuentra en China. Este brote puede ser más contagioso, pero mucho
menos letal; ya que esto puede explicar por qué la tasa de mortalidad
coronaria en Taiwán es un tercio de la de China o en el caso de Corea
del Sur, con 7137 casos confirmados solo se han registrado 50 muertes.
La prevalencia de la propagación del
COVID-19 en Irán e Italia no se ha ensayado todavía, pero las
autoridades persas aseguran que el genoma del patógeno que ha contagiado
a más 12 700 iraníes, de las cuales 611 han perdido la vida, es similar
al que contagió a más de 80 000 ciudadanos chinos, de los que murieron
unos 3189.
Mientras en Italia se han contagiado 17
600 personas y fallecido unas 1266, resulta que los datos proporcionados
por el Gobierno de Irán confirman que la cepa coronaria detectada entre
los pacientes es la especie más letal al tener una tasa de mortalidad
de entre 2 % y 5 %.
Ahora bien, a causa del gran volumen de
cobertura y el enfoque mediático de Occidente en China, la mayoría del
mundo cree que el brote del coronavirus se ha originado en este país
asiático para extenderse a todas las demás naciones del mundo. Sin
embargo, esta narrativa parece totalmente equivocada, ya que estos
medios eluden con mucha astucia informar los casos confirmados de contagio en EE.UU., y menos aún la cifra de las víctimas mortales; y todo esto responde ante la imperativa de no relucir la incapacidad del Ejecutivo de Trump de afrontar la catástrofe sanitaria
que les espera a los estadounidenses y, por ende, alejar de los focos
mediáticos el hecho de que este patógeno que va a cobrar numerosas vidas
entre la población de esta nación, probablemente, se habría creado en
un laboratorio científico de este mismo país norteamericano.
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