El actual gobierno de Donald Trump y sus adláteres (de origen cubano o no), han hecho todo lo posible para retroceder los modestos avances logrados a finales de la administración anterior. La vergonzosa acción ejecutiva (Acta de Miami) de hace más de un año, las infundadas acusaciones de “ataques sónicos”, que han dado el pretexto para la expulsión de diplomáticos y funcionarios consulares cubanos, el retiro de sus homólogos estadounidenses (causando enormes dificultades a las familias cubanas) el ataque sistemático al turismo y a cualquier cosa que mejore o estabilice las relaciones entre ambos países, ha sido una deplorable e invariable característica del actual gobierno de los EEUU.
La mayoría republicana en el Congreso ha jugado un papel destructivo impidiendo el avance de iniciativas legislativas para ir eliminando partes del cruel bloqueo económico, comercial y financiero contra Cuba. Esa misma mayoría republicana en el Congreso se opuso al expresidente Barack Obama en su política más positiva hacia Cuba, y restringió en mucho su trascendencia real. El que esta mayoría sea revertida después del 6 de noviembre, puede ser un momento de viraje de la actividad anti–cubana.
Y parece, cada vez más, que tales cambios que obrarían en quitarle fuerza a Donald Trump en la Casa Blanca, y a Marco Rubio en el Congreso son posibles e incluso probables. Quisiera actualizar con cierto grado de detalle la situación electoral actual para las “intermedias
”.
En el Congreso federal de los EE.UU., los 435 escaños de la Cámara de Representantes y 34 de los 100 del Senado son llevados a votación, y también 36 (de 50) gobernadores de Estados serán elegidos. Todo ello determinante para el periodo de 2018 al 2020 cuando se efectuarán las próximas elecciones presidenciales.
Desde mayo a la fecha, los demócratas han mejorado sus opciones por el control de la Cámara de Representantes. Comparando las múltiples entidades encuestadoras [1] y otros criterios, el partido demócrata ganaría 222 escaños (230 contando solo la intención de voto) si las elecciones fueran hoy, tres puestos más que los 219 predichos en mayo pasado. El número que da control en la Cámara de Representantes es 218 puestos. La variabilidad estimada es de un 3-4%, y puede oscilar hasta ocho escaños, es decir los demócratas podría obtener entre 214 y 230 asientos. En general se expresa que la posibilidad del Partido Demócrata de ganar el control de la Cámara es de cinco en siete (73%) y las posibilidades de los Republicanos de mantener el control de dos en siete (23%), acorde con la encuestadora Five Thirty Eigh.
En el Senado, de los 36 escaños en disputa en noviembre (de 100 en total) es más difícil que el Partido Demócrata gane nuevas curules. Los republicanos van a concentrar sus esfuerzos en mantener su precario control en la Cámara Alta: 50 senadores republicanos, 47 demócratas y 2 independientes (Bernie Sanders uno de ellos) que casi siempre votan por los demócratas. El Partido Demócrata debe ganar dos puestos más que los republicanos para lograr la mayoría. Con un voto empatan, pero en caso de empate en votaciones senatoriales, el vicepresidente Mike Pence votaría para definir el resultado.
La información sobre los resultados previsibles en el Senado es algo mas confusa. Por ejemplo, influyentes senadores republicanos como Jeff Flake (gran amigo de Cuba) y el excandidato presidencial John McCain (fallecido), no van a estar presentes. Otros senadores de ambos partidos están en lo que se llama en ingles elecciones “toss up” (o de tirar una moneda al aire), no se pueden anticipar resultados. Se pronostica que los demócratas tienen 44 -46 asientos seguros en el Senado, los republicanos 46 – 48 y alrededor de ocho elecciones no tienen un claro favorito. La probabilidad de que el Partido Republicano pueda retener el control del Senado según las distintas encuestadoras es de un 4-5 en 7 (57% – 73%), algunas carreras senatoriales técnicamente empatadas, y pueden cambiar la ecuación.
A diferencia de la Cámara, no se observa en el Senado una tendencia previsible. No se espera en modo alguno una victoria decisiva de ninguno de los dos partidos. Es muy importante aclarar que un grupo creciente de congresistas republicanos están cada vez más a favor de un trato justo hacia Cuba. y se opondrán al cruel bloqueo y mejorar las políticas relacionadas con la Mayor de las Antillas.
Un analista demócrata de considerable introspección política, piensa que la decisión de las elecciones intermedias depende de la habilidad de su partido de estimular a la gente a ir a votar. Una considerable mayoría de la población desea un triunfo demócrata, como demuestra que este partido ha recibido 68 millones de dólares más que los republicanos (normalmente al contrario) para sus campañas. Pero la vasta oposición anti-Trump (catalizador del anti–republicanismo hoy día) está algo desorganizada. Si van a los precintos electorales más de un 45% de los simpatizantes demócratas, ganarían de seguro la Cámara de Representantes y tendrían también la posibilidad de hacerse con el Senado. Este analista estima un 75% de posibilidades a los demócratas para ganar la Cámara y solo un 35-40% para el Senado.
Otro notable analista político (en este caso republicano) considera que a su partido le será muy difícil mantener la mayoría en la Cámara de Representantes. Es más pro-republicano para el Senado, donde cree que los demócratas tienen solo un 20%-30% de posibilidades.
Palabras finales y algunas conclusiones
1. Primeras elecciones legislativas desde que Donald Trump llegó a la Casa Blanca, una cita considerada como un “referéndum” para el presidente y en la que los demócratas aspiran a hacerse con alguna de las dos cámaras del Congreso, ahora en manos republicanas.
Los comicios se presentan como una oportunidad para las demócratas, después de la debacle de las de las elecciones de 2016, donde no solo perdieron la Presidencia, sino que los republicanos afianzaron su control en ambas cámaras del Capitolio.
2. Durante los últimos meses, en los que ha habido primarias, los republicanos que más victorias han logrado han sido aquellos cercanos o respaldados por el presidente Donald Trump, mientras que los demócratas han visto cómo muchos rostros nuevos, más diversos, con tendencias mas liberales (o de centro–izquierda) y más mujeres, han clasificado para librar la batalla del 6 noviembre.
3. Hay seis carreras electorales que parecen ser definitorias:
- Un fuerte desafío demócrata en Texas. En dicho estado se enfrentarán el candidato demócrata al Senado Beto O’Rourke, el republicano de origen cubano Ted Cruz y otrora aspirante presidencial.
- Para los republicanos Missouri es una oportunidad de oro para arrebatarle a los demócratas la preciada plaza de la senadora Claire McCaskill, quien quedó en una posición frágil tras dos periodos no muy impresionantes.
- Si los republicanos se impusieran en Missouri, en Dakota del Norte o Indiana, donde los demócratas salen a defender escaños que ya tienen en territorio proclive a Trump, probablemente lograrían retener la mayoría en el Senado.
- En Florida los demócratas no lo tienen fácil para desalojar a Carlos Curbelo de origen cubano (pero habitual crítico de Trump), una postura que podría ayudarlo frente a su rival, la demócrata Debbie Mucarsel-Powell.
- Otra pugna clave es la campaña del demócrata Andrew Gillum, alcalde de Tallahassee, que busca convertirse en el primer gobernador negro de Florida, contra el fiel acólito de Trump, Ron DeSantis.
- En Arizona, en la frontera con México, la política migratoria de Trump va a jugar un rol central para los votantes que decidirán entre la republicana de origen latino, Lea Marquez Peterson, o la antigua congresista demócrata, Ann Kirkpatrick.
Puede haber una sorpresa en Kansas. Allí Sharice Davids, una candidata lesbiana de origen indígena, se enfrenta al congresista republicano Kevin Yoder Yoder, quien estuvo en problemas esta semana cuando su partido le recortó fondos de campaña, un indicio poco alentador sobre sus resultados. No se debe olvidar que cada escaño cuenta.
El “factor Kavanaugh”, las acusaciones de acoso sexual contra el ya confirmado para el Tribunal Supremo, Brett Kavanaugh, y cómo los senadores republicanos han conducido el proceso, han caldeado aún más los ánimos en los sectores más progresistas y podrían tener consecuencias electorales al llevar a las urnas a muchas mujeres votantes demócratas que no pensaban acudir antes. Las mujeres en la encuesta de Quinnipiac se opusieron a la confirmación de Kavanaugh 55%-37%.
La asistencia a las urnas es determinante, existen millones de votantes a favor de los candidatos demócratas, pero hay que lograr que vayan a votar. Las carreras que hemos mencionado arriba se pueden decidir por cantidades muy pequeñas de votos.
Después de las intermedias, muchas cosas pueden pasar a favor de Cuba. Las decisiones en los EE.UU. después del 6 de noviembre, serán diferentes a hoy, esencialmente en el Congreso. Algunos nuevos gobernadores también van a tener una visión diferente con respecto al insensato bloqueo, sobre todo en Estados con un fuerte sector agrícola. Marco Rubio y la ultraderecha de Miami tienen una gran oposición en las compañías de ese sector, que quieren comerciar con Cuba. Los sectores empresariales (alta tecnología, sector agrícola, agencias de viajes y transportistas, etc.) que se reunieron con el presidente cubano Miguel Diaz–Canel en su reciente visita a New York, quedaron muy impresionados con la seriedad y compromiso del gobierno de Cuba con la inversión extranjera. Un sentimiento muy fuerte entre muchos empresarios. Igual sucedió con un significativo grupo de congresistas que se reunieron con nuestro presidente.
Todo podría crear un “efecto dominó” en otros sectores económicos y en el nuevo Congreso con menos control republicano, provocando que el Bloqueo comience a desmantelarse.
Cuba no sueña con un milagro político en EE.UU. La Isla está lista para resistir y vencer cualquier administración estadounidense. Pero el pueblo de vive a 90 millas del país que es el principal mercado comercial, financiero, tecnológico, y no se puede ignorar su influencia en la economía. Hoy están mas claras las posibilidades de que los enemigos de Cuba no tengan tanta “vara alta” en Washington D.C. como desde que Donald Trump asumió la presidencia, lo que es significativo, positivo para los cubanos.
Deseo insistir en el hecho que en las elecciones intermedia no hay “votos de los colegios electorales”, aquí será solo el voto popular el que cuenta, el mismo que Donald Trump perdió por cerca de tres millones de electores.
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