Por Marco Velázquez Cristo
El primer acto soberano del pueblo fue la revolución misma.
Fidel.
Aún no ha llegado la fecha prevista para el inicio del proceso en el que se someterá a consulta popular del Proyecto de Constitución, y ya el debate sobre este ha comenzado. En las calles y en las redes sociales se dan apasionados intercambios sobre el mismo, he visto a cubanos argumentar sus criterios con firmeza y sin cortapisas.
El pueblo ha comenzado a construir su consenso porque en este debate que hoy se da a lo largo del país, se están aclarando dudas, se acercan posiciones y se pulen las propuestas que se harán cuando empiece la consulta popular, lo más probable sin que los participantes en estas tempranas lides se percaten de ello.
Siempre existirán insatisfacciones y cuestiones con las que algunos no estén de acuerdo, por eso es importante que ya estemos enfrascados en discutir el Proyecto de Constitución, porque entre más se debata, más acabado quedará, menos serán los inconformes y mayor el consenso.
Esto que está ocurriendo en Cuba no tiene equivalente en el mundo, es un ejercicio espontaneo de democracia, el pueblo, ese al que han querido presentar como desilusionado y enajenado, el que según mentes mal intencionadas se ha vuelto individualista y se encuentra cansado de batallar contra las adversidades está demostrando la falsedad de esa imagen que se ha pretendido crear de él, cada cubano se siente y de hecho lo es un constituyente, sabe que su opinión importa y cuenta, comprende que está participando en el ordenamiento jurídico, económico, político y social, que regirán la sociedad en el presente y el futuro.
¡Y nos acusan de no ser democráticos!, ¡qué paradoja!
La palabra democracia tiene su origen en la voz griega δημοκρατία (dēmokratía), que se compone de los términos δῆμος (démos), ‘pueblo’, y κράτος (krátos), ‘poder’ o ‘gobierno’, por lo que se le asigna la etimología de, “el poder del pueblo”, en nuestro país alcanza su verdadero significado, porque el soberano es el que está en el poder.
En las sociedades burguesas lo que existe y se practica es un antónimo de esta palabra, oculto tras la escenografía de falsos “estados de derecho”, la hipocresía de la “libertad de expresión” y la cortina de humo que tienden los medios al servicio de las oligarquías que gobiernan sobre las violaciones de los derechos humanos que sufren los ciudadanos que en ellas viven.
Como afirmar que en EE.UU. existe democracia si su presidente llegó al cargo perdiendo el voto popular mediante un proceso electoral arcaico y enrevesado que posibilita tal desconocimiento de la voluntad del pueblo
.
Otro ejemplo de como a través de un aparente ejercicio democrático, se desconoce al soberano lo constituye el proceso de aprobación de la Constitución del 40, que pretende ser presentado como un paradigma de democracia, cuando en realidad lo que hizo la burguesía fue una maniobra de supuesto acatamiento de los reclamos para quitarse la presión popular que se expresaba principalmente en protestas alrededor del Capitolio y las firmes posturas en defensa de los intereses del pueblo de los 6 delegados comunistas que formaban parte de la Asamblea.
Al respecto Blas Roca diría, “…después los burlaron; claro que después no hicieron nada por ponerlos en ejecución; claro que la eliminación del latifundio ni siquiera se intentó…” Por su parte Juan Marinello expresaría: “Nosotros logramos en materia de reforma agraria y educación una serie de (…) preceptos que son extraordinariamente buenos, pero siempre venía la coletilla: “Este precepto regirá a través de la ley correspondiente…
”
En la práctica los burgueses que ostentaban el poder lo que hicieron fue burlarse de la voluntad popular, pues no promulgaron las leyes necesarias para convertir los reclamos de las masas en realidades, limitaron el considerable alcance de aquella constitución, la irrespetaron y concluyeron desconociéndola. Según los entendidos fue en su momento la más avanzada de Latinoamérica de innegable calidad jurídica, pero la convirtieron en letra muerta.
Antes de continuar es necesario aclarar que el calificativo de plebiscito a dicho proceso que algunos le dan es un desatino, pues no tiene nada que ver el significado de esa palabra con lo sucedido. El diccionario: Procedimiento jurídico por el que se somete a votación popular una ley o un asunto de especial importancia para el Estado. ¿Aconteció eso?, no. También lo recoge como: Apoyo masivo de un pueblo a una determinada causa, ¿ocurrió así?, no, de hecho, no existió un pronunciamiento del pueblo a nivel nacional, ni este tuvo posibilidad de hacerlo.
¿Fue entonces ese un proceso genuinamente democrático?
No, fue una estafa. Democrático hubiese sido si la voluntad del soberano la hubieran respetado y no fingido haberlo hecho.
Solo la revolución triunfante permitió hacer realidad aquellos anhelos frustrados de justicia y equidad social que fueron reflejados en la Constitución del 40. Con el desarrollo del proceso revolucionario fueron conquistados otros sueños que en aquellos momentos ni siquiera se podía pensar en plantear.
Los críticos de la Revolución deberían preguntarse, ¿Por qué hoy el pueblo no protesta frente a la sede de la Asamblea Nacional del Poder Popular para que se tomen en cuenta sus demandas y se concentra en debatir el Proyecto de Constitución?
La respuesta es simple, quien está dentro de ese recinto a través de sus genuinos representantes es el pueblo y el confía en sí mismo. Sabe además que tendrá la oportunidad de enriquecer y perfeccionar el Proyecto de Constitución que le presentará su ANPP, que lo volverá analizar para darle los toques finales y aprobarlo, para luego devolvérselo para que ejerza su voluntad soberana y decida sobre el mismo. Algo impensable en el 40.
“El poder es uno, el del pueblo trabajador…”
Fidel.
Esta vez no faltaran en el ordenamiento jurídico las leyes que permitan implementar los preceptos y principios que recoja la Constitución, tampoco la voluntad política de hacerlos realidad porque para que ocurriera lo contrario el pueblo tendría que traicionarse a sí mismo y eso es imposible.
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