Los
que se creyeron el cuento de que Barack Obama suavizó las presiones
contra Cuba, ahora podrán conocer lo que realmente significó su decisión
en el 2015, de trasladarla de la lista de países patrocinadores del
terrorismo, a la de países observados, algo que en la práctica fue solo
un golpe de efecto psicológico, ya que las sanciones que aplica Estados
Unidos son similares para ambos grupos. Lo mismo hizo con la lista de
países que permiten el tráfico de personas.
Esa verdad fue ratificada en aquella ocasión por tres funcionarios del Departamento de Estado, quienes señalaron:
“Rescindir a Cuba de esa lista no flexibiliza el bloqueo, porque existen muchas otras regulaciones y prohibiciones como parte de la política del bloqueo, que son independientes de las sanciones que implica estar en ella”.
El 29 de junio 2018 el Departamento de Estado en su informe anual sobre el tráfico de personas, ratificó por cuarto año consecutivo, que Estados Unidos mantiene a Cuba en su lista de países bajo vigilancia por el tráfico humano, y por consiguiente con todas las sanciones que aplican para tales casos.
Entre las justificaciones para mantener a Cuba en ese listado, aducen que “el gobierno cubano no demostró un aumento en sus esfuerzos para eliminar el tráfico de personas, en comparación con el año anterior, y tampoco cumple plenamente el mínimo de normas para la eliminación del tráfico humano”.
Mentiras e inventos que sirven de pretexto para continuar su guerra económica contra el pueblo cubano, con el interés de matarlo de hambre y que piensen que es el socialismo el único responsable de tantas penurias y que para su modelo económico no sea copiado por otros países de la región.
Así lo expusieron especialistas del Council on Foreign Relations en 1999, cuando aseguraron:
“La oposición de EE.UU. a la Revolución cubana y el apoyo a la democracia y al desarrollo en este hemisferio, lograron frustrar las ambiciones cubanas de expandir su modelo económico e influencia política”.
El actual informe afirma que total desvergüenza que “el gobierno cubano no criminaliza la mayoría de las formas de trabajo violento o tráfico sexual de niños de 16 y 17 años, y no ha informado de los servicios especializados para las víctimas identificadas”.
Organismos de Naciones Unidas reconocen los resultados de Cuba en su trabajo con la niñez, poniéndola de ejemplo, pero Estados Unidos no acepta la obra de la Revolución, en esa y otras materias. Diseñan cruzadas desinformativas para establecer matrices de opinión contrarias al proceso cubano, incluso en su informe de este año vuelven a mentir, al decir que “las autoridades de la Isla carecen de procedimientos para identificar proactivamente a las víctimas de trabajo forzado y tráfico sexual potencial, ni para detectar víctimas por actos ilícitos cometidos como resultado directo de ser traficado”.
Para los yanquis el “trabajo forzado” son las escuelas al campo, donde los estudiantes hacen trabajos no remunerados en la agricultura, falacias para desprestigiar la obra de la Revolución, que desde 1959 les dio a todos los niños el acceso gratuito a la educación, hasta la universidad.
En Cuba ningún niño trabaja, ni se les ve en los basureros recogiendo desechos, ni limpiando cristales de autos, haciendo de payasos, o vendiendo baratijas para poderse alimentar, como sucede en otros países.
Tampoco las niñas tienen que prostituirse y participar en la industria del cine pornográfico como en Estados Unidos, donde son víctimas de abusos sexuales y del consumo de drogas.
Los niños cubanos no pueden ser traficados a otros países porque para viajar requieren de un poder legal de sus dos padres, amén de lo difícil que resulta obtener un visado para visitar cualquier nación, debido a exigencias que imponen las embajadas en La Habana, como la de poseer una cuenta bancaria de no menos de cinco mil dólares y otras, solo para Cuba.
Otro argumento fabricado e incluidos en el informe del Departamento de Estados, es que Cuba envía a sus profesionales de la Salud a otros países, algo que ellos califican como “trabajo forzado”, desmeritando la labor humanitaria que realizan médicos, enfermeros y técnicos de la salud, en naciones que no tienen suficientes médicos o esos se niegan a trabajar en zonas intrincadas.
La manipulación política contra Cuba es general y para Estados Unidos el hecho de que el Estado sea el principal empleador en la economía cubana, es considerado por ellos como un elemento para incluirla en ese espurio listado que nadie en el mundo les ha solicitado.
En febrero de 2018 funcionarios del Departamento de Estado y de la Cancillería cubana, sostuvieron conversaciones de cómo proteger a las víctimas del tráfico de personas, donde la parte de Cuba explicó que en el 2016 fueron juzgados en la Isla, 21 casos de delitos por el delito de corrupción de menores y proxenetismo, y trata de personas.
Aunque desde hace varios años el Departamento de Estado reconoce en su informe que “las autoridades cubanas dan pasos para mejorar su récord”, insisten en deformar la realidad al decir que “no demuestran de manera general que hayan aumentado los esfuerzos en comparación con el período anterior”
.
Es el plan para deformar la realidad del pueblo cubano, la cual es muy diferente a la del resto de America Latina en cuanto a seguridad ciudadana y el enfrentamiento a esos delitos, incluidas las mafias de traficantes extranjeros, hechos que las autoridades norteamericanas conocen perfectamente.
Estados Unidos es uno de los mayores violadores de los derechos de los niños, pero se arroga el derecho de ser juez mundial, especialmente contra países que tienen gobiernos no aceptables para ellos.
Recientemente salió a la luz el descontrol que tienen las autoridades estadounidenses, sobre miles de niños latinoamericanos que cruzaron la frontera desde México, desconociéndose su paradero.
Cifras oficiales aseguran que solo en el 2014, cerca de 66 mil niños ingresaron en Estados Unidos sin acompañantes, lo que representa un peligro sustancial para esos infantes que caen en manos de mafias dedicadas al tráfico humano, de órganos, la prostitución infantil, el tráfico y consumo de drogas
.
En Cuba no se reportan casos de niños robados o desaparecidos, ni ventas de órganos, ni prostitución forzada, como ocurre a diario en los Estados Unidos.
Los niños cubanos tienen garantizada su educación, incluida la cultural y deportiva, la salud y una infancia feliz, a pesar de las penurias que causan la guerra económica y la persecución de Estados Unidos contra la Revolución. Ningún joven en la Isla es asesinado por la venta indiscriminada de armas de fuego, como sucede a diario en el país de los que se creen fiscales del mundo.
EE.UU. no cumple con su deber de proteger a los niños, cuando en su sistema de justicia penal asume a muchos de ellos como adultos. En casi todos los estados permiten que los menores de edad sean juzgados como adultos y en 15 de ellos, esa modalidad es obligatoria en algunas circunstancias. Se estima que cada año 250 mil menores de 16 años son procesados penalmente como adultos.
La política agresiva y hostil de las administraciones yanquis, no logra empañar la obra de la Revolución en la protección y cuidado de sus niños y jóvenes, quienes reciben una esmerada atención desde sus primeros años de vida, algo que no perdonan y evitan que sirva de ejemplo.
Esa es la animadversión que sienten y como aseguró José Martí:
“Es el odio de quien no inspira simpatías hacia el que la inspira, del mezquino al generoso”.
El Heraldo Cubano
Esa verdad fue ratificada en aquella ocasión por tres funcionarios del Departamento de Estado, quienes señalaron:
“Rescindir a Cuba de esa lista no flexibiliza el bloqueo, porque existen muchas otras regulaciones y prohibiciones como parte de la política del bloqueo, que son independientes de las sanciones que implica estar en ella”.
El 29 de junio 2018 el Departamento de Estado en su informe anual sobre el tráfico de personas, ratificó por cuarto año consecutivo, que Estados Unidos mantiene a Cuba en su lista de países bajo vigilancia por el tráfico humano, y por consiguiente con todas las sanciones que aplican para tales casos.
Entre las justificaciones para mantener a Cuba en ese listado, aducen que “el gobierno cubano no demostró un aumento en sus esfuerzos para eliminar el tráfico de personas, en comparación con el año anterior, y tampoco cumple plenamente el mínimo de normas para la eliminación del tráfico humano”.
Mentiras e inventos que sirven de pretexto para continuar su guerra económica contra el pueblo cubano, con el interés de matarlo de hambre y que piensen que es el socialismo el único responsable de tantas penurias y que para su modelo económico no sea copiado por otros países de la región.
Así lo expusieron especialistas del Council on Foreign Relations en 1999, cuando aseguraron:
“La oposición de EE.UU. a la Revolución cubana y el apoyo a la democracia y al desarrollo en este hemisferio, lograron frustrar las ambiciones cubanas de expandir su modelo económico e influencia política”.
El actual informe afirma que total desvergüenza que “el gobierno cubano no criminaliza la mayoría de las formas de trabajo violento o tráfico sexual de niños de 16 y 17 años, y no ha informado de los servicios especializados para las víctimas identificadas”.
Organismos de Naciones Unidas reconocen los resultados de Cuba en su trabajo con la niñez, poniéndola de ejemplo, pero Estados Unidos no acepta la obra de la Revolución, en esa y otras materias. Diseñan cruzadas desinformativas para establecer matrices de opinión contrarias al proceso cubano, incluso en su informe de este año vuelven a mentir, al decir que “las autoridades de la Isla carecen de procedimientos para identificar proactivamente a las víctimas de trabajo forzado y tráfico sexual potencial, ni para detectar víctimas por actos ilícitos cometidos como resultado directo de ser traficado”.
Para los yanquis el “trabajo forzado” son las escuelas al campo, donde los estudiantes hacen trabajos no remunerados en la agricultura, falacias para desprestigiar la obra de la Revolución, que desde 1959 les dio a todos los niños el acceso gratuito a la educación, hasta la universidad.
En Cuba ningún niño trabaja, ni se les ve en los basureros recogiendo desechos, ni limpiando cristales de autos, haciendo de payasos, o vendiendo baratijas para poderse alimentar, como sucede en otros países.
Tampoco las niñas tienen que prostituirse y participar en la industria del cine pornográfico como en Estados Unidos, donde son víctimas de abusos sexuales y del consumo de drogas.
Los niños cubanos no pueden ser traficados a otros países porque para viajar requieren de un poder legal de sus dos padres, amén de lo difícil que resulta obtener un visado para visitar cualquier nación, debido a exigencias que imponen las embajadas en La Habana, como la de poseer una cuenta bancaria de no menos de cinco mil dólares y otras, solo para Cuba.
Otro argumento fabricado e incluidos en el informe del Departamento de Estados, es que Cuba envía a sus profesionales de la Salud a otros países, algo que ellos califican como “trabajo forzado”, desmeritando la labor humanitaria que realizan médicos, enfermeros y técnicos de la salud, en naciones que no tienen suficientes médicos o esos se niegan a trabajar en zonas intrincadas.
La manipulación política contra Cuba es general y para Estados Unidos el hecho de que el Estado sea el principal empleador en la economía cubana, es considerado por ellos como un elemento para incluirla en ese espurio listado que nadie en el mundo les ha solicitado.
En febrero de 2018 funcionarios del Departamento de Estado y de la Cancillería cubana, sostuvieron conversaciones de cómo proteger a las víctimas del tráfico de personas, donde la parte de Cuba explicó que en el 2016 fueron juzgados en la Isla, 21 casos de delitos por el delito de corrupción de menores y proxenetismo, y trata de personas.
Aunque desde hace varios años el Departamento de Estado reconoce en su informe que “las autoridades cubanas dan pasos para mejorar su récord”, insisten en deformar la realidad al decir que “no demuestran de manera general que hayan aumentado los esfuerzos en comparación con el período anterior”
.
Es el plan para deformar la realidad del pueblo cubano, la cual es muy diferente a la del resto de America Latina en cuanto a seguridad ciudadana y el enfrentamiento a esos delitos, incluidas las mafias de traficantes extranjeros, hechos que las autoridades norteamericanas conocen perfectamente.
Estados Unidos es uno de los mayores violadores de los derechos de los niños, pero se arroga el derecho de ser juez mundial, especialmente contra países que tienen gobiernos no aceptables para ellos.
Recientemente salió a la luz el descontrol que tienen las autoridades estadounidenses, sobre miles de niños latinoamericanos que cruzaron la frontera desde México, desconociéndose su paradero.
Cifras oficiales aseguran que solo en el 2014, cerca de 66 mil niños ingresaron en Estados Unidos sin acompañantes, lo que representa un peligro sustancial para esos infantes que caen en manos de mafias dedicadas al tráfico humano, de órganos, la prostitución infantil, el tráfico y consumo de drogas
.
En Cuba no se reportan casos de niños robados o desaparecidos, ni ventas de órganos, ni prostitución forzada, como ocurre a diario en los Estados Unidos.
Los niños cubanos tienen garantizada su educación, incluida la cultural y deportiva, la salud y una infancia feliz, a pesar de las penurias que causan la guerra económica y la persecución de Estados Unidos contra la Revolución. Ningún joven en la Isla es asesinado por la venta indiscriminada de armas de fuego, como sucede a diario en el país de los que se creen fiscales del mundo.
EE.UU. no cumple con su deber de proteger a los niños, cuando en su sistema de justicia penal asume a muchos de ellos como adultos. En casi todos los estados permiten que los menores de edad sean juzgados como adultos y en 15 de ellos, esa modalidad es obligatoria en algunas circunstancias. Se estima que cada año 250 mil menores de 16 años son procesados penalmente como adultos.
La política agresiva y hostil de las administraciones yanquis, no logra empañar la obra de la Revolución en la protección y cuidado de sus niños y jóvenes, quienes reciben una esmerada atención desde sus primeros años de vida, algo que no perdonan y evitan que sirva de ejemplo.
Esa es la animadversión que sienten y como aseguró José Martí:
“Es el odio de quien no inspira simpatías hacia el que la inspira, del mezquino al generoso”.
El Heraldo Cubano
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