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Dice la voz popular: el delincuente cree que todos actúan como él. Pero también injuria con nubes de humo y se escurre con disimulo. En el caso del supuesto ataque acústico, el pueril pretexto de Estados Unidos para reducir su nivel de relaciones con Cuba, hay evidencias de cómo ellos han usado ese recurso, y de manera muy consciente.
Lo escribe la musicóloga estadounidense Dra. Suzanne G. Cusick en su artículo La música como tortura / La música como arma, que refleja cuánto le impactó saber del uso que hacía su gobierno de la música y el sonido para doblegar la voluntad ajena. El detonante para iniciar su estudio fue el libro Diarios de Bagdad, de Nuha al-Radi, quien sobre la primera Guerra del Golfo cuenta:
Luego de que se terminó la guerra, los aliados pasaban todo el día y toda la noche volando sobre nuestras cabezas rompiendo la barrera del sonido. Justo como en Panamá cuando atacaron con música a Noriega que estaba encerrado en la embajada del Vaticano. Durante quince días, Bush ensordeció al pobre embajador del Vaticano y a Noriega con rock pesado. Nuestra tortura duró meses —20 ó 30 veces, de día o de noche…
Cusick refiere la existencia de una Agrupación Común de Armas No-letales que de 1998 a 1999 destinó un tercio de su presupuesto al desarrollo de armas acústicas por parte de contratistas que trabajan para el Departamento de Defensa desde, por lo menos, 1997 y es, dice:
…componente de un conjunto de prácticas estándar para interrogaciones desarrolladas por la CIA (con la cooperación de agencias de inteligencia de Inglaterra y Canadá) durante la segunda mitad del siglo XX. […] Quienes promueven estas prácticas las llaman “tortura sin contacto” […] El primer contrato del que tengo conocimiento para este tipo de armas se firmó el 18 de noviembre de 1998, autorizando a la ya desaparecida Synetics Corporation a producir un rayo de alta precisión de infrasonido, es decir, ondas de vibración de menos de 100 [veces por segundo], diseñado para producir efectos que pueden ser desde “incapacitantes hasta letales”. En 1999 Maxwell Technologies patentó el Hypersonic Sound System (el Sistema Hipersónico de Sonido) otro “aparato de alta precisión diseñado para controlar multitudes hostiles o neutralizar secuestradores”
.
La musicóloga buscaba saber qué músicas y criterios seguían al seleccionarlas para los interrogatorios, no para abrir un debate moral, ético ni político de la tortura, temas que admite son interesantes en sí. Pero aporta datos elocuentes a la luz de lo que hoy vemos: al delincuente que acusa a otros desde su propia manera de pensar.
Esa sería la premisa más cándida, porque el artículo de Cusick explica que las agencias de su país saben qué equipos, tecnologías, especialistas y qué presupuesto requieren solamente los experimentos para ver los efectos de esto sobre el hombre, imposibles para quien sufre el bloqueo más largo de la historia pero ¿agredir a diplomáticos cuando había esperanzas de que lo suavizaran? Para decirlo en nuestro argot popular: ¡no se le ocurre ni al que asó la manteca!
Cabe anotar, desde la supuesta “evidencia” de la grabación de lo que parecen unos grillitos, que aparte de la transmisión circular de las ondas sonoras alrededor de la fuente generadora, las de alta frecuencia son más direccionales y requieren menos potencia para ser percibidas que las frecuencias medias y bajas (por eso escuchamos al flautín en medio del tutti orquestal).
No obstante para que ellas, por su intensidad y duración, lleguen a molestar a un sujeto y no a otros desde cierta distancia, si se les pudiera lanzar como un “rayo” estrecho constante y que no represente un escándalo en el más silencioso vecindario, habría que recabar la cooperación de dicho sujeto para que no mueva la cabeza, descontando su agudeza auditiva y capacidad de concentrar la atención hacia la fuente sonora específica.
Conservo un curioso “repelente acústico de mosquitos” electrónico. Nunca logré espantar a insecto alguno, ni “rociándolo” con su sonido (que, por cierto, se parece al descrito como acufeno, al de los grillitos, generado en el propio oído interno), mucho menos desintegrarles las alas, como alguien describiera su efecto si éstas entraban en resonancia con la frecuencia del “repelente” sonoro, que ya tiene versiones en programas para PC y aplicaciones para smarthphones.
Hay un riguroso y muy referido artículo de los entonces Licenciados Frank Coro y Silvia Suárez aparecido en la Revista Cubana de Medicina Tropical , revisión bibliográfica de lo publicado hace más de dos décadas en varios puntos del planeta…acerca del uso de dispositivos electroacústicos con supuesta acción repelente […con] 15 referencias directas y 2 indirectas, en todas se concluye que estos dispositivos no protegen a quienes los portan de las picadas de los mosquitos. Se dan los nombres de 9 de los dispositivos probados, así como de 16 de las principales especies de mosquitos presentes en las pruebas de campo […realizadas] desde Alaska hasta el África Ecuatorial.
Se refiere que “en Inglaterra fueron multadas dos compañías por hacer propaganda no fundamentada al anunciar sus repelentes electrónicos contra mosquitos”… pero se siguen anunciando y vendiendo.
Pero es que en la web hay de todo, y que cada uno escoja qué creer sobre ondas de cualquier tipo, desde las electromagnéticas como el “hum”, que no ha tenido explicación plausible (¿se las habrá podido desentrañar y darle uso controlado en Cuba?); algunos lo describen como zumbido de frecuencia ultra baja, otros lo asocian al Apocalipsis.
Sobre el daño de sonidos intensos, recordando el bombardeo acústico a Noriega y al personal de la Embajada del Vaticano en Panamá, cabe preguntar (pues allá afectaba igual a todos y a todo en derredor), si este fue uno de los tantos casos que Estados Unidos llama eufemísticamente “daños colaterales”, que incluyen muertos, heridos y enfermos por bombas y proyectiles de todo tipo, no importa si soldados enemigos, si soldados propios o de sus aliados, ni civiles inocentes, que es el caso, como explica William Blum , de quienes fueron expuestos al armamento fabricado con uranio empobrecido, que ignoraban su presencia y consecuencias “que puede conducir a cáncer pulmonar, cáncer de los huesos, enfermedades renales, defectos genéticos y a otros serios problemas de salud”. Este autor, ex funcionario del Departamento de Estado norteamericano, completa la sentencia de la Dra. Helen Caldiccott de que “Estados Unidos han llevado a cabo dos guerras nucleares, la primera contra Japón en 1945, la segunda en Kuwait e Iraq en 1991”, y él añade la tercera, contra Yugoslavia en 1999.
No les da pena achacar a otros intenciones no concretadas, como si bastara que ellos lo imaginen para erguir el dedo acusando a quien tal vez algún día pudiera fabricar armas nucleares, no se sabe cuándo ni si sucederá siquiera, para exigirles que abandonen los planes de usar esa energía con fines pacíficos, y bloquearlos si no lo hacen.
No, ni ellos se lo creen: fabrican mentiras y las ponen a circular como ese papel moneda al que hace años le retiraron el respaldo en metálico, y sus palabras sufren un proceso inflacionario que pretenden imponerle al mundo, al menos hasta que se les acabe la bravuconería, algo que viene llegando, como demostraron Cuba y las recientes y muy serias sesiones en la Asamblea General de la ONU.
Notas
Kusick, Suzanne, 2006, “La música como tortura / La música como arma”, TRANS. Revista
Transcultural de Música, 10, (artículo 2). Traducción de Sebastián Cruz y Rubén López Cano.
Consultado el 21/06/2011, 3:45 pm. Cusick tiene el premio Philip Brett de la Sociedad
Americana de Musicólogos por su estudio del uso del ruido y la música en el interrogatorio
de prisioneros de la llamada “guerra contra el terror”.
al-Radi, Nuha. 1998. Baghdad Diaries: A Woman’s Chronicle of War and Exile. New York,
Vintage, p. 58. Citado por Kusick, artículo citado.
McCoy, Alfred W. 2006. A Question of Torture: CIA Interrogation, from the Cold War to the
War on Terror, New York, Metropolitan Books, referido por Kusick, artículo citado.
Kusick remite al contrato en:
https://www.armysbir/com/awards/sbir_fy99_phaseii_company.htm
http://dictionaryofwar.org/en-dict/node/418. La compañía dice que en esa época el sistema
podía causar ruptura del tímpano a los 185dB, heridas a los pulmones a los 200 dB, y muerte
a los 200dB (Referencia y anotación de Kusick, J.F).
Revista Cubana de Medicina Tropical, Vol. 50 (2), 1998, pp.89-92
Blum, William, Estado villano, Ediciones Abril, La Habana, 2005, p. 126.
Dice la voz popular: el delincuente cree
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