Víctor Mesa, después de un intenso trabajo en la formación del equipo beisbolero, los Cocodrilos de Matanzas, dice adiós como director de equipo. ¿Qué agradecerle?... mucho.
Los Cocodrilos, bajo la dirección de Víctor, fueron capaces de llenar los estadios y dar un espectáculo deportivo de alto nivel –dentro y fuera del estadio Victoria de Girón–, con disciplina, coraje y vergüenza deportiva. Esto constituye un derroche de enseñanza y sentimientos deportivo que él entregó al colectivo que dirigió y defendió durante seis años.
Devino profesor ideal en la entrega de conocimientos a sus peloteros, para que devinieran en estrellas, les inculcó deseos de jugar desde lo más profundo del alma, como debe ser siempre, como se hace en el mejor béisbol del mundo..
Víctor se ausenta del colectivo que formó con sabiduría y prestigio, a pesar de los muchos detractores, que no admitían que pudiera llevar a la cima a un equipo antes perdedor, como una obra acabada, pero necesitada de perfeccionar todavía más.
Legó a quienes lo seguirán en la dirección y en la nómina de peloteros una maravillosa lección, de la de mantener un alto espíritu competitivo, con grandes deseos de ganar y, cuando se pierda, asumir con valentía el ingrato momento, tras ardua entrega de energías, responsabilidad y amor por el uniforme y el terruño.
En el futuro los Cocodrilos de Matanzas deben mantener las posiciones a las cuáles los llevó la Explosión Naranja, el hombre que fue capaz de ser grande como pelotero y mentor. Defender con la misma voluntad cada victoria para preservar el tercer o segundo lugar meritorios que él demostró puede conquistarse con igual interés, hasta llegar a la cima, porque pueden, solo les resta perfeccionar algunos fundamentos del béisbol moderno, al más alto nivel.
Víctor queda, porque sus enseñanzas se preservan parta tomarlas en cada momento, como arma de desarrollo en pos de una mejor actuación. Sus Cocodrilos deben ser capaces de recordarlos con ese acento de disciplina que solo conduce al éxito.
Las Series Nacionales en Cuba llevarán siempre implícito el carácter, explosividad y constancia de Víctor Mesa Martínez, el hombre Show que tantas satisfacciones aporta a este deporte nacional.
Quienes no lo quisieron sentirán muy adentro su ausencia de los diamante, porque él fue y es grande, y las montañas no pueden desaparecer aunque no estén presentes. Por siempre su luz estará sobre cada pelotero agradecido, y ellos son parte del béisbol cubano, del que este formidable hombre es un incentivo perdurable, que nadie lo dude.
Gracias Víctor por la enseñanza deportiva beisbolera. (Texto y Fotos: Ramón Pacheco Salazar)
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