sábado, 26 de diciembre de 2015

TN3 O TNT… EPD (BREVE HISTORIA DE CARLOS OTERO EN EL POLVORÍN 41)

Tomado de

Desenlace

La verdad sobre mi país. Un blog para desmentir a los cibermercenarios


tn3
Escrito por Rolando Jacomino

Cuando Carlos Otero vivía en Cuba, cuando trabajaba en la Televisión de allá, nos hacía recordar… delirar. Carlos era la felicidad más pura.

Allá era más original, más auténtico,  menos ácido, menos frontal  y más cubano; poseía, incluso, una frescura que después yo jamás he visto. Allá.

Carlos, se había colado por la puerta ancha en la TV desde aquella vez  que hizo un chiste en el programa de Para bailar y media Cuba se desternilló de la risa; y aunque años después, uno de los integrantes de aquel elenco de lujo me confesara que la entrada de Carlos al show era cuestión de días, (todos estudiaban juntos, eran amigos y más tarde o más temprano cualquiera de “su” tropa le daría entrada en el show)  el pueblo cubano siempre se quedó con la imagen risueña de aquel flaco desgarbado que extrovertidamente como pocos, hacía reír  a millones de cubanos y se ganaba, a golpe de puro sacrificio, un lugar dentro de la preferencia nacional. Tanto fue así que, apenas rozando los treinta,  ya la Revista Opina le daba su primer trofeo de popularidad, por encima de otras “vacas sagradas” de la locución cubana.

Su fama, merecida y trabajada, continuó in crescendo. No hubo programa de TV en Cuba en el cual Carlos no trabajara y este, en par de meses no estuviese situado en lo más alto de la preferencia. Casi todos eran del mismo corte. Música, entrevistas, chistes… hasta que llegó Sabadazo, un programa donde el chiste mismo era el plato principal. No exageramos al decir que Sabadazo revolucionó la TV en Cuba.

Terminado este, vendrían otros no menos exitosos, donde Carlos siempre fue el mismo, se comportaba casi igual, y todos, o para ser más exactos, la inmensa mayoría de los cubanos, le aplaudían sin remedio.

Luego Carlos tomó las de Villadiego y llegó a Miami. Y cuando la gente hablaba de que le darían un “Super Programa” para que él lo condujera, cuando la gente incluso mencionaba la posibilidad (lejana, muy lejana) que Carlos sustituyese a Don Francisco, Carlos recaló con Omar Moynelo, un tipo talentoso, que sólo sabe Dios por qué nunca encajó ni ha encajado del todo dentro de la preferencia absoluta de los cubanos. Y ahí, de kick-side, su papel fue mediocre. Carlos no estaba acostumbrado a ser segundón, y a golpe de experiencia, salvó la honra, pero tal vez ya era demasiado tarde.

Metido en el lodazal del Canal 41, lo primero que hizo – como diría el maestro Sabina -, fue echarse un cubo de estiércol encima diciendo ciertas cosas que, alguien de su jerarquía y poder mediático, no podía darse el lujo de decir. Barrabasadas puras, chistes burdos, renegando de lo que hasta entonces había sido, burlas, todo en el más auténtico espíritu anticubano propio del AméricaTeVé y las ordenanzas del ahora presunto marañero Romay;  y luego, como las desgracias nunca vienen solas, ni ciertas cosas tampoco pueden tomarse a la ligera en este primer mundo súper comunicado y lleno de paparazzi y breteros de poca monta que viven del chisme de “los otros”,  fue presa fácil y carne débil ante los embrujos de una brasileña, de la cual lo único provechoso que sacó fueron unas buenas noches de sexo, pues a los pocos meses, la canarinha se hartó y lo dejó colgado. De esta relación quedó, para poca gloria suya, un matrimonio perdido y un numeroso grupo de mujeres cubanas en su contra.

A punto de la debacle – cuentan que le faltó poco para suicidarse -, Carlos se repuso, pero ya nunca más ha sido el mismo.

Frívolo en un inicio, traicionero después, y para colmo empantanado en una focalizada y politizada televisión miamense, Carlos ya no le provoca risas a nadie. Ni siquiera a mí, que solía reírselas todas. Ni siquiera, el 4 de diciembre, en “su programa” dedicó unas palabras de agradecimiento, a quien tanto él le debe: a la flaca de espejuelos, que está en el margen derecho de esta foto. ¿Se lo prohibieron? ¿No estaba en el guión?
carlos otero.
Excelentes actores dramáticos que han quedado reducidos a papeluchos de toma y dale, y nada de chistosos. La primera vez que vi a Carlos Cruz, una de las más firmes presencias actorales en Cuba, haciendo piruetas con unos bocadillos, quería morirme. Detrás de él,  “la pléyade” de descalabrados ha sido inmensa. Ramoncitín Veloz, que lleva encima muy a su pesar creo, el peso de ser nieto de quien es nieto, no funciona, ni marcha adelante ni marcha atrás. Zajaris, a excepción de aquel teleplay de “Los Aretes…” que hizo en Cuba, nunca fue nada destacable en la TV. Cómica lo es menos, y en el rol femenino tiene que batallar, y mucho, para superar en la memoria de los cubanos a Carmencita Ruiz, a la Pia, a la Margot; para no hablar de una Estervina o una Eloisa Alvarez Guedes.

Hablando de ella, ¿recuerdan la vez que en un sketch de malísima muerte, repitió la frase de “PEGATE AL AGUA FELLO, PEGATE AL AGUA”? zajaris 2
Edmundo García se le fue encima, con todo y con muchísima razón, cuando Zajaris, y todos los que la conocemos lo sabemos, lleva tan poco dentro, y mucho (falso) fuera, que apuesto cien duros no debe saber ni de donde coños salió la frase. Si lo hubiese sabido, yo, actor, actriz, cubano, en su puesto, no me hubiese dejado imponer el guión así tan a la ligera. Recuerdo que dos días después del “suceso” le pregunté lo siguiente a un amigo mío que desde el año 1960 se desempeñó en los medios de comunicación, primero en Puerto Rico, y luego aquí en Miami.
“Paquito, ¿a quién se le ocurre hacer un chiste con esa frase tan llena de significados, tan dolorosa para el pueblo cubano?
Y Paquito, que más anticastrista que él hay que mandarlo a hacer me dijo: “A un comemierda
De los otros actores, no merece la pena hablar. Hasta el carismático Jorge Félix Alí, que en Cuba arrancó carcajadas con personajes afines en sendas  telenovelas, ha visto como aquí, a 90 millas, le han puesto una camisa de fuerza incómoda, no por apretada, si no por serle digamos que culturalmente ajena.
Lo único destacable de TN3, por novedoso, sincero y cubano, es el personaje de Arsenio Real. Un personaje concebido – dicen – que por el ex “Salamanca” Jorge Luis Sánchez Noya, y llevado a escena por Erich Quicutis, aunque este último asegura que no, que la idea es 100% suya y que Noya, lo vió en “Wajiros” haciendo el personaje y se lo propuso, en una primera instancia a Carlucho, donde debutó Quicutis, y de dónde salió, como bola por tronera aún no se sabe por qué, pues los rating justificaban con creces su presencia. También se salva, junto a él, Yubrán Luna.
A los demás, sin pena, pégueles un fósforo. Incluso a Boncó, que encasillado hace años en lo mismo, ya no pone una.
Dejó en Cuba todo Carlos, y acá lo ha tenido TODO para hacer sin limitación alguna, los programas que había querido hacer cuando en Cuba soñaba. Ha podido decir lo que ha deseado, y el precio de la libertad tiene eso: un precio. Público, lo que se dice público de verdad, se le quedó en Cuba.
Con los guionistas, los chistes y un buen director que valga la pena.
Pd: Gracias a Dios, en Enero – dicen – no habrá más TN3. Al parecer. Afortunadamente, lo dinamitaron.
(Tomado del blog xloKlaro)


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