“Matanzas podría convertirse en lugar de la Atenas de Cuba, en la matanza de la Atenas”, así expresó Antonio Núñez Jiménez en una sus visitas a la ciudad, según me contó hace algún tiempo la actriz Miriam Muñoz.
¿En la actualidad se cumple esta previsión del espeleólogo y
combatiente revolucionario? No responderé yo. Tampoco respondas tú.
Responda el gris hotel del centro
de la ciudad (El Louvre), la Sala White, El Teatro Principal de
Matanzas y los otros tantos inmuebles patrimoniales matanceros víctimas
de la desidia.
Pero, el pasado de la también llamada Venecia de América fue
muy diferente. El desarrollo y crecimiento de las plantaciones
esclavistas impulsaron, en el siglo XIX, una visible prosperidad
económica y cultural en la ciudad.
Así, la presencia de personalidades acaudaladas favoreció la
construcción de suntuosas edificaciones, que constituyen referente del
estilo neoclásico y del movimiento moderno.
Hoy el casco histórico de la ciudad evidencia cada vez más su deterioro.
Las distinguidas casas del centro de la ciudad, antes signadas por la
homogeneidad de su arquitectura neoclásica, sus coloridos vitrales,
inmensas puertas y arcadas, ahora son modificadas con materiales y
decoraciones de la contemporaneidad.
Sin embargo, este fenómeno responde a causas principalmente
económicas. La mayoría de las familias cubanas no cuenta con respaldo
monetario para reconstruir los grandes ventanales y puertas de maderas
preciosas.
Por otra parte, las extraviadas maravillas de El Louvre, tema profundamente tratado (vea aquí el reportaje), resulta uno de los lamentables ejemplos que ilustran la indolencia de todos los actores de la sociedad matancera. Pinturas y valiosa vajilla, quizás nunca más formen parte del patrimonio tangible yumurino.
Otro ejemplo doloroso constituye la Sala White, antigua sede del
Liceo Artístico y Literario de Matanzas, obra que excede ya los 10 años
de inacabada restauración.
Por otra parte, el Teatro Principal de Matanzas que ostenta la
fachada más antigua de un teatro que se conserva en Latinoamérica no le
resta mucho tiempo para volverse polvo. La gestión de las autoridades
políticas y gubernamentales para salvaguardar el patrimonio tangible ha
demostrado su ineficacia.
La mayoría de las inversiones en inmuebles de gran valor arquitectónico no logran culminarse. En algunos casos, los planes ejecutivos no incluyen aspectos de conservación, lo cual provoca que sea necesario recomenzar la obra una y otra vez.
Un factor que influyó en el deterioro de las edificaciones y del
casco histórico yumurino constituyó la inexistencia de una Oficina del
Conservador. Matanzas ameritaba un organismo que orientara las labores
de conservación. Ahora, la aclamada institución ya existe. Mas, ni la
propia oficina cuenta con un local idóneo para desarrollar su gestión,
pues radica en un insalubre espacio del vestusto edificio que alberga al
Consejo Municipal del Poder Popular de Matanzas.
Los estudiantes de ingeniería civil de la Universidad de Matanzas diseñan, como parte de sus trabajos
finales, proyectos, en los que vierten creatividad, conocimientos
actualizados y científicos. ¿A caso no constituye esta una potencialidad
inexplotada y subvalorada?
Por otra lado, no son aplicados planes de desarrollo local que, a
mediano o largo plazo,
.
La Ciudad de Matanzas fue declarada Monumento Nacional en octubre del 2013.
Pero, ciertamente, más que centro patrimonial esta urbe se ha
convertido en meca del consumismo, territorio de grandes tiendas,
rápidos de 24 horas, quioscos y centros comerciales.
Mientras el gran reloj de la sede del gobierno provincial de
Matanzas continúa marcando su hora imprecisa, su tiempo parsimonioso,
los matanceros de corazón seguiremos gritando auxilio para que no se
cumplan completamente las predicciones de Antonio Núñez Jiménez y no
ser testigos del doloroso entierro de La Atenas de Cuba.
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