Tomado del Blog Revolución
Por: Arnaldo Mirabal.
No fue exactamente en mi bahía. El suceso ocurrió a casi 4 kilómetros
mar afuera y a un ser humano le costó la vida. Un grupo de cubanos, 18
decían en un inicio, (después supe que eran 13), intentaba llegar a los
Estados Unidos mediante una salida ilegal.
La lancha explotó al poco
tiempo de zarpar. Alguien que conozco iba a bordo, y tras bracear una
larga distancia logró llegar a la costa a pesar de las quemaduras en su
cuerpo. Poco a poco el resto también arribó a la orilla, menos uno, que
no sabía nadar y lo sacaron del agua ya sin vida.
Los cubanos son los únicos emigrantes privilegiados con una Ley que
les otorga varias prerrogativas si logran pisar el suelo norteamericano,
condición negada a casi 3 millones de personas de otras naciones que
cada año también ansían agarrar con sus manos un pedacito del sueño
americano, aunque tengan que sufrir una pesadilla para llegar, siempre
víctimas de la ensoñación que les produce los millones destinados por la
gran industria del entretenimiento que les disfraza la verdadera
esencia de aquel país.
En busca de ese sueño en mi ciudad se han incrementado en los
últimos meses las salidas ilegales. A diferencias de otros tiempos, ya
no pagan la suma de 10 mil dólares por una “cigarreta” o lancha rápida
proveniente de la Florida. Ahora la construyen ellos mismos para
aventurarse en una travesía de por sí peligrosa.
Analistas y gente de mi barrio aseguran que el incremento de las
salidas ilegales se debe a una posible eliminación de la Ley de Ajuste
Cubano tras el restablecimiento de las relaciones entre Cuba y Estados
Unidos.
Debido a esa nueva fiebre por emigrar, solo en la última semana en la
urbe matancera han ocurrido tres intentos fallidos, de ellos uno con
trágico final.
¿Las causas? La construcción de embarcaciones rústicas con la
adaptación de un motor marca Lada de fabricación soviética, entre otros
factores.
¿Desesperación o ignorancia?
¿Desesperación o ignorancia?
Debido en gran medida a la geografía matancera, una gran bahía
surcada por varios ríos, la pesca en al alta mar figura entre los
oficios más antiguos de la urbe, práctica centenaria incluso antes de la
llegada de los españoles.
Basta consultar los poemas del bardo José Jacinto Milanés para
descubrir en ellos varias referencias a esta actividad. El oficio de
pescador o marinero lleva aparejado un conocimiento profundo del mar y
sus estados de ánimo. Así como las condiciones idóneas que debe
presentar una embarcación para atravesar de manera segura las aguas
de la costa Norte de la isla, en particular el Estrecho de la Florida.
Para muchos pescadores que conozco la empresa de recorrer las 90
millas que separan a Cuba de la cayería norte de la Florida representa
una locura, por los fuertes vientos que baten en el Golfo de México,
capaces de voltear cualquier embarcación rústica
.
A ello se le une la sapiencia del arte de navegar que los marineros
heredaron de generación en generación, necesaria para dominar las
corrientes marinas o los sorpresivos cambios de tiempos en alta mar,
algo que solo se adquiere con los años.
“Algunos se creen- me dijo un veterano pescador- que con una brújula,
un GPS y suficiente agua llegarán a tierra firme, y no es tan fácil.
¿Cómo enfrentar una tormenta cuando se avecina?”.
“El que no posee maestría le huirá a la tormenta y a la marejada, y
es peor porque siempre te alcanzará”, asegura el pescador y agrega “lo
más sensato es atravesarla y contar con un potente motor, porque si le
huyes te quedas sin combustible y al final la lluvia, el viento y las
grandes olas te atraparán destrozando el bote”
.
Muchos aseguran que los recientes accidentes ocurridos en los últimos
días son fruto de la desesperación por emigrar, pero en mayor medida
son provocados por la ignorancia.
Según escuché, la tres embarcaciones averiadas contaban con un motor
de fabricación soviética marca Lada. Quienes saben de mar y de pesca
aseguran que para este tipo de lancha confeccionada con madera, lo más
sensato sería instalar un motor diésel o de petróleo, menos inflamable
que la gasolina
.
Sin embargo, el motor de gasolina, preferentemente de Lada, es mucho
más barato y se pueden conseguir hasta en 150 dólares, o 4 mil pesos en
moneda nacional.
En los siniestros también incide la escasa pericia de los
improvisados marineros, que ignoran principios inviolables de todo
navegante como colocar el tanque de combustible distante del motor,
proteger los envases de combustible con trapos húmedos, así como
reforzar las mangueras de la maquinaria para evitar algún derrame del
líquido inflamable.
Varias personas atestiguan que en la crisis migratoria de 1994 muchos
accidentes se produjeron por explosiones en alta mar producto de estas
negligencias, causadas por el desconocimiento.
Historias abundan que relatan como las personas que se lanzaban al
mar colocaban el recipiente, casi siempre de plástico, encima de la
máquina y al calentarse esta estallaba por los aires provocando
innumerables víctimas por quemaduras o ahogamiento.
¡Explosión en alta mar!
Explosión semejante ocurrió hace varias semanas a cuatro millas de la
costa matancera. Trece individuos se aventuraban en una embarcación
construida para la ocasión. Cometieron el mismo error antes señalado:
motor de gasolina.
Tras recorrer pocos kilómetros el motor y la propela comenzaron a
fallar dificultando la marcha. Tal contingencia se agravó cuando una
chispa del carburador rozó un tanque con más de 200 litros de gasolina
almacenada. No demoró mucho para que todo volara por los aires.
Un buque Guardafronteras de la Marina de Guerra de Cuba ubicado a
cierta distancia del hecho presenció el estallido e informó al cuerpo de
bomberos y a las ambulancias, quienes en breve tiempo se presentaron
cerca del lugar. Lo cierto es que de los 13 tripulantes, 12 llegaron a
la costa, y uno murió ahogado.
La mayoría presentan quemaduras, y ahora juran y perjuran que nunca
más lo intentarán; que aunque le denieguen una y mil veces la Visa en la
SINA, hoy con categoría de Embajada, insistirán una y otra vez, “pero
aventurarse en el mar es algo muy serio que puede costar la vida”.
Sin embargo, mientras escribo estas líneas extraen del Viaducto
matancero una lancha que tras navegar apenas 20 metros comenzó a hacer
aguas. Un moderno camión de bomberos eleva el armatroste ante la mirada
de cientos de paseantes que se detuvieron para admirar el espectáculo.
“Unos chamas que compraron un motor de Lada e inventaron una lancha
pero no llegaron ni a traspasar el puente; se hundieron nada más zarpar,
para después correr despavoridas para su casa dejando todo a orillas
del viaducto. ¡Esta vez se salvaron!”.
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