Por:
Jorge Aguirre Núñez
El artista afgano-norteamericano Aman Mojadidi propone
para esta edición de la Bienal de La Habana, una instalación que
pondrá en conjunción las ideas y experiencias concebidas alrededor de la
prisión enclavada en la Base Naval de Guantánamo, además de apuntar a
las migraciones y el movimiento de persona.
“Trato de reflejar en mi propuesta
los más complicados aspectos de la retención de estas personas. Ahora
muchos de ellos están saliendo, pero ¿hacia dónde? La mayoría siquiera
pueden ir a casa sino a un tercer país. Recientemente seis prisioneros
fueron a Uruguay, cinco más a Ecuador, y estos países están
aceptándolos, pero entran como inmigrantes.
“Quería hacer un proyecto que expresara esta situación de
movimiento y migración, pero que al mismo tiempo reflejara lo que
piensan los cubanos sobre ese lugar -si es que piensan algo,
tal vez no es una preocupación para el pueblo cubano-. Por tanto pasaré
los próximos días en las calles, tratando de hablar con las personas
sobre esta prisión, qué creen ellos del lugar, qué imaginan de la gente
que está ahí. Lo que más me interesa es descubrir qué regalo de despedida le darían ellos a los prisioneros si fuera posible.
“De esta forma, la idea consiste en reunir los elementos que la gente
mencione, como una Biblia, una botella de ron –ejemplifica el propio
Mojadidi-, y ponerlas en la instalación, en maletas que irían sobre el
techo de la conocida lanchita de Casablanca.
“El equipaje va y viene con la lancha, pero sigue estando siempre ahí, no tiene un destino ni un hogar. Hay varios pequeños simbolismos en la instalación, entre ellos el hecho de que la lancha va a Casablanca (White House en
inglés), el mismo nombre por el que se conoce al mayor centro de poder
que existe en Estados Unidos, y que de una forma u otra ha puesto a
estas personas en esa prisión.”
“Para mí es muy importante haber venido a Cuba a hacer este proyecto sobre migraciones e identidad. Me interesa mucho llegar incluso a reconfigurar mis propias ideas y perspectivas sobre esta prisión.
Y es que es difícil para los afganos imaginar que en el propio país
donde está enclavado este lugar, la gente no conozca mucho sobre él.
Sobre todo porque en Afganistán muchos tenemos primos, tíos, familiares o
amigos en general retenidos allí.
“Ni siquiera sé si la gente va a querer hablar acerca de esto, o si
les importa, así que el producto final pudiera ser completamente
diferente. Ahora comenzaremos el proceso, y conseguir los equipajes no
es tarea fácil, pero la respuesta que tendrán las personas sí resulta
impredecible, e incluso puede que me haga repensar todo el proyecto.”
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