Ben Rodhes, consejero de Seguridad Nacional y uno de los
funcionarios designados por la Casa Bla
nca para ejecutar por la parte
norteamericana esta nueva etapa de las relaciones con Cuba, declaró que
el Presidente Barack Obama estaba complacido por la anunciada visita del
Papa Francisco a Cuba el próximo septiembre.
En Miami el Arzobispo Thomas Wenski celebró la visita y se mostró
esperanzado en que cientos de cubanos residentes en Miami viajen a la
isla en septiembre a celebrar la llegada del Santo Padre. Hasta el cura
Rumin, que para sostener La Ermita depende de las donaciones de la
derecha miamense y de las rifas de autos que le garantiza un enemigo de
Cuba como el empresario Gus Machado (dueño de la distribuidora “Gus
Machado Ford”), ha tenido que reconocer que muchos feligreses se le han
acercado para comunicarle el deseo de viajar a Cuba en septiembre.
Teniendo en cuenta el perfil de “exilio histórico” de una buena parte
de los creyentes que visitan y se confiesan en La Ermita, no es difícil
imaginar que puede haber sorpresas entre las personas que le están
solicitando la venia para viajar a La Habana.
Quiere esto decir que en el Miami de hoy, en el marco de esta nueva
etapa en las relaciones de Cuba y EEUU que se inauguró el pasado 17 de
diciembre, han quedado atrás los puntos más extremos (no todos) de las
discusiones que provocaron las visitas a Cuba del Papa Juan Pablo II y
del Papa Benedicto XVI; existe un consenso más abarcador de que es bueno
que la visita del Papa Francisco se produzca, y que es positivo que los
miamenses, especialmente los cubanos católicos, también viajen a
compartir su fe.
Solamente personajillos muy llenos de odio se resisten a aceptar la
buenaventura del suceso, y llenos de ignorancia y resentimiento se
atreven a poner “condiciones” para “aprobar” la visita de Su Santidad.
Uno de ellos es Ramón Saúl Sánchez, un persona de largo historial de
violencia ligado a organizaciones terroristas como Omega 7, que ahora
aparenta ser un luchador “pacífico” que en verdad está ansioso por
provocar un conflicto entre Cuba y EEUU. Para ello conduce regularmente
una flotilla de yates hasta la frontera marítima entre los dos países;
por cierto alentado alguna vez desde La Habana por personajes como Yoani
Sánchez y Antonio Rodiles. En la práctica lo que hace Sánchez por mar
es igual de irresponsable que lo que hacía José Basulto por el aire con
los aviones de Hermanos al Rescate.
Ramón Saúl Sánchez ha dicho en los medios de Miami que él estaría de
acuerdo con la visita del Papa Francisco a Cuba si se garantiza que los
llamados líderes del exilio miamense sean recibidos en audiencia
especial por el Papa, con el mismo rango de las autoridades religiosas y
los presentantes del gobierno cubano. El escenario imaginado por Ramón
Saúl Sánchez es delirante: El Papa Francisco en el centro de una sala
donde el locutor Armando Pérez Roura y el jubilado Roberto Martín Pérez,
respectivamente Presidente y Canciller del gobierno cubano en la Calle 8
de Miami, expongan sus planes de cogobierno de la isla.
Otra persona que ha estado estos días por la televisión de Miami
maldiciendo la visita del Papa Francisco a Cuba es la locutora de Radio
Mambí Ninoska Lucrecia Pérez Castellón. Según el copresentador de la
Tarde se Mueve Eddie Levy, en apreciación que yo comparto, la llamada
“Bola de odio” se ha convertido en una habitual de las difamaciones
contra Cuba porque es una de las pocas profesionales del rencor que va
quedando en Miami, inexplicablemente pagada por una empresa como
Univisión Radio.
La exigencia de Ninoska para dar su visto bueno al viaje del papa
Francisco a Cuba es tan insensata, que como ya algunas personas le han
aconsejado públicamente debería pedir ayuda profesional para sus pérdida
de asidero con la realidad. Según Ninoska Lucreci Su Santidad tiene
todo el derecho de viajar a Cuba, pero si le niega el saludo a la
representación oficial que le dará la bienvenida en el aeropuerto, a la
que ella se refiere como “la camarilla”.
Vamos a ver si entendemos la escena entrevé “Bola de odio”. El avión
de Alitalia llega al Aeropuerto Internacional José Martí de Rancho
Boyeros; se abre la portezuela y Su Santidad desciende por la
escalerilla. Pero en lugar de seguir el protocolo se desvía hacia la
terraza a saludar a Yoani, al Coco Fariñas, a Antúnez, al Camaján
Elizardo y a Berta Soler. Es cierto lo que dicen, Ninoska Lucrecia
necesita un descanso.
Quiero aclarar algo que me parece importante. Que estas personas
estén pidiendo que representantes del llamado exilio cubano participe en
la visita del Papa Francisco a La Habana con el rango de invitados
oficiales es delirante, porque delirante es el patrón que han elegido
para reaccionar ante cada paso positivo que da Cuba con su prestigio
internacional: El “disentur” quiere intervenir en la ONU como si fueran
un gobierno cubano paralelo; quisieron montar una feria del libro y una
bienal de artes plásticas paralela; quisieron hacer una VII Cumbre
paralela en Panamá y a lo mejor hasta quieren llevar su propia
delegación paralela a los Juegos Panamericanos de Canadá.
Tras todo esto lo que buscan es un reconocimiento interno, como si en
verdad tuvieran la fuerza política, el valor físico moral y la
legitimidad patriótica nacionalista que sí tuvieron algunas de esas
oposiciones (como la chilena contra Pinochet) que les enseñan en esos
miméticos cursos de “transiciones pacíficas” que reciben en el
extranjero por parte de enemigos de la soberanía de Cuba.
La mayoría de las excentricidades que planean hacer durante la visita
del Papa Francisco a Cuba en setiembre de este 2015 ya las hicieron en
la primavera del 2012 cuando Benedicto XV visitó Cuba. Aunque ya la
relación entre Cuba y Estados Unidos ha entrado en una nueva etapa donde
se reclama el respeto mutuo, nunca se puede estar desprevenido frente a
los provocadores. Por eso quisiera compartir con los lectores un
artículo que escribí en marzo del 2012, titulado “De cómo en Miami se
reportó la visita de Benedicto XVI a Cuba”, en el que comienzo
escribiendo: “Desde que a finales del pasado año se informó oficialmente
que el papa Benedicto XVI visitaría Cuba en la primavera del 2012, la
derecha cubanoamericana politizó la noticia y empezó a ejercer presión.
Primero, para que Su Santidad suspendiera el viaje pastoral a la isla.
Cuando comprobaron que un absurdo de esta magnitud no se les iba a dar,
entonces empezaron a presionar para que su visita incluyera el
recibimiento a disidentes como si fueran representantes de grandes
sectores de la nación cubana. Al quedar claro que tampoco se les iba a
conceder eso, siguieron con el juego de que los recibiera aunque fuera
de manera informal…”. Nada, que si es verdad que la historia se repite,
en el caso de los extremistas de Miami, el fracaso también. (http://latardesemueve.com/archives/789)
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