Paradigma del buen periodismo revolucionario, fuente de inspiración para los trabajadores de la prensa en la hora actual
En su primer número José Martí escribiría: “Para juntar y amar, y
para vivir en la pasión de la verdad, nace este periódico (…), a la hora
del peligro, para velar por la libertad, a contribuir que sus fuerzas
sean invencibles por la unión, y para evitar que el enemigo nos vuelva a
vencer por nuestro desorden”.
Patria, nombre que adoptó la publicación, salió por primera vez a la
calle el 14 de marzo de 1892. Era al comienzo un semanario que se
publicaba los sábados, con unos 1 500 ejemplares. Inicialmente se
imprimió en los talleres de la Gazeta del pueblo; de marzo de 1892 a
enero de 1895, y desde esa fecha, en la imprenta América, de Sotero
Figueroa, quien muchas veces sufragó de su bolsillo los gastos de la
edición y se hacía cargo de ella, junto con Gonzalo de Quesada, cuando
Martí se ausentaba por sus responsabilidades en el PRC.
Desde que en enero de 1892 comenzó a gestarse la formación del
Partido Revolucionario Cubano (PRC), tal vez desde mucho antes, fue una
obsesión para sus fundadores la creación de un periódico que sirviera de
vocero a las ideas independentistas. Pero el financiamiento de la
publicación dilataba el proyecto. Rafael Serra recordaría años más tarde
que se consiguió el dinero con la ayuda de la emigración, “de los
tabaqueros en su mayor parte, y no hubo la más ligera dificultad para
que la publicación de Patria fuese un hecho”.
En ella, Martí fue el alma. No solo la dirigía, también redactaba los
artículos de fondo, dos o tres para cada edición y se encargaba de la
corrección de estilo. Supo rodearse de eficaces colaboradores: aparte de
los ya mencionados Sotero Figueroa, Rafael Serra y Gonzalo de Quesada,
contó también con el talento de Benjamín Guerra, Abelardo Agramonte, y
el doctor Ramón Luis Miranda, entre otros.
En el recuerdo de Serra, “¡Y que cordialidad, qué emulación entre
todos los que formaban la plana mayor de Patria! (…), no levantaban la
mano, ni desertaban de su puesto por más que fuesen las altas horas de
la noche, hasta que no dejaban el periódico no solo impreso, sino
depositado en el correo. Y todos, Martí inclusive, cargaban sus fardos
de periódicos a pesar de la nieve y la ventisca, aunque el frío les
quemase las manos sin guantes”.
En Patria aplicó los conceptos sobre la profesión que había esbozado
ya en la Revista Universal, de México, en 1875: “No es el oficio de la
prensa periódica informar ligera y frívolamente sobre los hechos que
acaecen, o censurarlos con mayor suma de afecto o de adhesión. Toca a la
prensa encaminar, explicar, enseñar, guiar, dirigir, tócale examinar
los conflictos, no irritarlos con un juicio apasionado, no encarnizarlos
con un alarde de adhesión tal vez extemporáneo”.
Luego en el propio Patria, en el artículo Sobre el periodismo, diría
al respecto: “que no haya una manifestación de la vida, cuyos diarios
accidentes no sorprendan al diarista: eso es hacer un buen diario (…)
Que todos encuentren en el diario lo que pueden necesitar saberlo. Y
decirlo con un lenguaje especial para cada especie”.
Para Martí, “que un periódico sea literario no depende de que se
vierta en él mucha literatura, sino que se escriba literariamente todo
(…) Debe, extractando libros, facilitar su lectura a los pobres de
tiempo. O de voluntad o de dinero. Hacer asistir a los teatros, como
sentados en cómoda butaca que este efecto hace una alineada y juiciosa
revista, a los pobres y a los perezosos. (…) Debe ser coqueto para
seducir, catedrático para explicar, filósofo para mejorar, pilluelo
para penetrar, guerrero para combatir. Debe ser útil, sano, elegante,
oportuno… “.
Buenos ejemplos de lo anterior los tenemos en este semanario, sin necesidad de apelar a las Escenas Norteamericanas
ni a trabajos publicados en El Partido Liberal ni en El Avisador
Cubano: las reseñas sobre Mariana Grajales, Antonio Maceo, Máximo Gómez,
Azcárate y el fusilamiento a los ocho estudiantes; la crónica sobre la
Asamblea de Guáimaro, el comentario al libro Los poetas de la guerra.
Siempre aclaró que la publicación no era el órgano del PRC, al menos
mientras él lo dirigió, sino “del patriotismo virtuoso fundador”, y
desde su primer número, como lo expresó en el trabajo intitulado
Nuestras Ideas, la concibió así: “Lo que el enemigo ha de oír no es más
que la propia voz de ataque. Eso es Patria. Es un soldado”. Aun rumbo a
la manigua, seguía preocupándose por ella. Escribiría el 10 de abril de
1895 a dos de sus colaboradores: “De pensamiento es la guerra que se
nos hace, ganémosla a pensamiento. Por eso, Gonzalo y Benjamín, Patria
ha de ser ahora un periódico alto y hermoso”.
En el momento de caer Martí en combate, la publicación había arribado
a más de 160 entregas. Queda desde entonces como paradigma del buen
periodismo revolucionario, sobre todo en el periodo donde la anima la
impronta del Apóstol, al que debemos acudir como fuente de inspiración
todos los trabajadores de la prensa de nuestro país en esta hora actual.
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