El legendario expelotero cubano
Orestes “Minnie” Miñoso falleció hoy, domingo, a la edad de 90 años.
Miñoso, una leyenda del béisbol que rompió barreras del racismo dentro
de las Grandes Ligas, siempre dijo que lo más importante de todo era
haber jugado a la pelota con los mejores y haber hecho su aportación a
que el deporte fuese mejor en todos los aspectos
.
“Llevo el deporte del béisbol en mi sangre”, declaró Miñoso cuando se
le preguntaba por el hecho de no haber entrado al Salón de la Fama.
“Jugar al béisbol es todo lo que siempre desee hacer”.
‘Minnie’ Miñoso, como cariñosamente se le conocía, se convirtió en el
primer pelotero negro que jugó en un equipo de Grandes Ligas en Chicago
y primer negro latinoamericano en jugar en las Mayores, y lo hizo con
los Medias Blancas, que milita en la Liga Americana.
El pasado año, Miñoso fue exaltado al renovado Salón de la Fama del
Béisbol Cubano junto a otras 9 grandes figuras de nuestra pelota.
El médico forense del condado de Cook, de Illinois, confirmó su
deceso la mañana del domingo, pero no dio a conocer más detalles sobre
la causa de su fallecimiento.
Desde siempre han existido algunas dudas sobre su edad, pero los
Medias Blancas dicen que tenía 90, aunque otras fuentes apuntan que
tenía 89.
“Hemos perdido a un gran amigo muy querido y a un gran hombre”,
declaró el dueño de los Medias Blancas, Jerry Reinsdorf en un comunicado
oficial que dio a conocer el equipo. “Muchas lágrimas serán derramadas
al conocer su fallecimiento”.
Los Medias Blancas también mostraron su tributo a Miñoso a través de
varios Twitter que fueron enviados nada más conocerse hoy su
fallecimiento.
Minnie Miñoso… un cometa incapturable
Cuando Miñoso batea, / verdad,
la bola baila el cha cha chá.
Este matancero desbrozó el camino de los negros latinos hacia las Grandes Ligas.
Y no podía ser otro, porque brilló como ninguno en la Liga Profesional
Cubana, la más fuerte fuera de los Estados Unidos, así como en las
Independientes de Color, además de excelentes resultados en otras
latitudes. Pero el camino no fue fácil; llevó una trayectoria similar a
Jackie Robinson en 1947. Estas confesiones son desgarradoras:
“Durante mis primeros años en las Mayores mis oídos escucharon cosas terribles [decía Miñoso]. El mundo no me puede quebrar, dejé que todo me entrara por un oído y me saliera por el otro”.
Era, sin lugar a dudas, la procesión del hombre de color en la
atmósfera del mundo blanco, que no asumía el valor de los hombres.
Todavía estaban anclados en la vieja retórica de sus antepasados,
conservando el germen del prejuicio racial. Puedo imaginar a Miñoso
hablando con su conciencia y decir: “Te acuerdas todo lo que resistí,
pero sabes, nada de lo que escuché quedó en mí, nunca quise que
conocieran mis sentimientos más profundos”. El legendario Ted Williams,
en una ocasión le replicó a Miñoso: “No puedes dejar que nadie maneje tu
vida con insultos o diciéndote que no puedes jugar, a veces tuve que
hacerme el payaso cuando jugaba, tuve que escuchar y reírme, incluso
llorar por dentro, pero nunca dejé que notaran que eso me molestaba”.
Saturnino Orestes Arrieta Miñoso Armas, conocido por Minnie y El
Cometa Cubano, nació el 29 de noviembre de 1922, en la finca La Lonja,
del Perico, Matanzas (algunas fuentes se refieren a 1923). De extrema
humildad, casi un niño cortaba caña y marabú para el central España, hoy
España Republicana, donde se jugaba fuerte al béisbol, una plaza
destacada en la Liga Pedro Betancourt, años después. Merced a la pelota,
en corto tiempo rodaría los mejores Cadillacs de La Habana.
En el estadio del Cerro, en las populares victrolas y en la radio, se
oía este estribillo por la orquesta de Enrique Jorrín: Cuando Miñoso
batea, verdad, la bola baila el cha-cha-chá. Mi tío, Ramón (Mon)
Goenaga, me contó:
Más de seis décadas atrás, cuando nadie sabía quién era, lo veía
cortando caña y marabú, descalzo, para el central España. Como un
muchacho de la fértil tierra matancera, soñó que un día sería estelar, y
lo logró. Pocos cubanos llevaron tan alto el deporte de las bolas y los
strikes antes de 1959, quizás ninguno haya sido más popular ni longevo.
Rodolfo Lalito Landín, un destacado compilador, estadístico e
historiador del béisbol de aquella zona, entrega una semblanza inédita
sobre la humildad de este jugador y su relación con el estadio España
Park, fundado en 1927, donde dio sus primeros pasos hacia el deporte.
El jugador más destacado, que comenzó su carrera desde niño, fue
Orestes Miñoso, que aprendió a jugar pelota en su finca, donde jugaba LA
LONJA. Hay un dato curioso que engrandece más a este estadio. En 1933
pasó un ciclón por Matanzas y el fuerte viento derribó la casa de Miñoso
y su familia. En tales circunstancias, él junto a su madre y los cinco
hermanos vinieron a vivir a una caseta que se utilizaba para guardar los
proyectores de correr películas, que estaba debajo de la glorieta del
terreno. Allí estuvieron por un tiempo, pues era una familia muy
humilde.
Allí regresaría sistemáticamente, a veces con un equipo de ocasión al
que llamó ESTRELLAS DE MIÑOSO, integrado por figuras estelares de
diferentes equipos de la Liga Profesional Cubana como Julio Bécquer,
Héctor Rodríguez, Joe Valdivieso, Carlos Paula, Orlando Leroux y el
lanzador Julio Jiquí Moreno, como sucedió al final de la campaña de
1955, cuando se enfrentaron al CENTRAL ESPAÑA, campeón de la Liga Pedro
Betancourt, de ese año.
Pocos elevaron tanto el béisbol y fueron tan populares. Con sus 5´11
de estatura y alrededor de las 180 libras de peso fue, a no dudarlo, la
gran estrella, el jugador seguido por todos. Tanto se destacó, que logró
elevar el rango del MARIANAO, un equipo de los más débiles. A partir de
su presencia mejoraron las entradas para ver a ese equipo. No jugó con
HABANA ni ALMENDARES, los eternos rivales, pero supo arrastrar olas de
aficionados.
Su juego limpio y alegre fue comidilla en los hogares. Lo rodeaban
empresarios, políticos, barrenderos, artistas famosos, comerciantes y
atletas de otros deportes, para pedirle autógrafos, una foto, o
simplemente cruzar con él unas palabras. Orestes Miñoso se convirtió,
salvando las distancias por el juego cosmopolita de Martín Dihigo, en su
sucesor. Pero Minnie tuvo más publicidad, porque vivió la época de la
televisión y el elevado diapasón de la prensa escrita o radial de los
años cincuenta.
Daba gusto verlo llegar a home bate en mano, enroscarse y caminar
para encima de la pelota contra cualquier lanzador rival, jamás temió a
los pelotazos ni pidió tregua en las bases, jugó con la fuerza de un
huracán pensante. En la antesala ponía el cuerpo de por medio y paraba
cuanto por allí conectaban; en los jardines fue punto menos que
insuperable. Cuando casi no se usaba llegar de cabeza a las
almohadillas, él lo hacía con fuerza, pues veía mejores posibilidades de
llegar safe; supo discriminar cada jugada.
No alcanzó elevados estudios, la vida no se lo permitió, pero como
quien está destinado al diamante, supo imponer su presencia y jugar
inteligentemente. Su relación con la prensa no pudo ser mejor, a pesar
de los «paparazzis» de entonces, ávidos de penetrar en la vida del divo
yumurino. Su labor estuvo por encima de coterráneos como Silvio García,
Sandy Amorós, o el mismísimo Tony Taylor, quien por su juego desenfadado
quizás hubiese podido continuar su obra en la Liga Profesional Cubana.
Entre 1940
y 1943, imposibilitado de participar en la Liga Amateur de
Cuba por el color de la piel, se desempeñó con los semiprofesionales
PARTAGÁS y el AMB
No tardó mucho la oportunidad de jugar fuera de La Habana. Mario
Borroto estaba organizando algunos equipos para llevarlos al área de la
Cuban Mining en la provincia de Oriente. Me seleccionaron para la CUBAN
MINING y me dijeron que me pagarían bien por cada juego.
En la pelota rentada se inició como tercera base, pero fue en los
jardines donde más brilló, con sus conexiones sistemáticas hacia la
banda contraria. Compitió con el MARIANAO, de la Liga Profesional
Cubana, durante catorce temporadas, entre 1945-1946 hasta 1960-1961 y se
convirtió en el mayor símbolo del club. En ese tiempo llegó a ser el
pelotero cubano más completo y popular.
Solo faltó a las campañas de 1949-1950 y 1954-1955, por no recibir el
permiso de sus dueños para venir a jugar en Cuba, merced a los acuerdos
firmados en 1947 entre la Liga Profesional Cubana y el Béisbol
Organizado de los Estados Unidos, donde los de la Isla prácticamente se
convertían en sucursales de aquellos. En 1954-1955, junto a él, tampoco
pudieron jugar en la Isla Camilo Pascual, Mike Fornieles ni Sandalio
Consuegra. Minnie participó en dos Series del Caribe: 1957 (.391) y 1958
(.318), ambas ganadas por los TIGRES DEL MARIANAO., que habían
resultado campeones en el país.
En Cuba, Orlando El Guajiro Peña y el norteamericano Hoyt Wilhem,
miembro del Salón de la Fama de Cooperstown, fueron quienes mejor lo
dominaron; fue un verdugo para Conrado Marrero. Su jonrón más largo lo
conectó en 1953 por el centro del Gran Stadium de La Habana, hoy
Latinoamericano, a más de 500 pies, frente al estadounidense Glenn
Elliot, lo que motivó un letrero que decía: Por aquí pasó Miñoso.
Había integrado como antesalista, de 1945 a 1948, los NEW YORK
CUBANS, propiedad de Alejandro Pompez, en las Ligas Independientes de
Color, o Ligas Negras norteamericanas, coronándose con ellos en la Serie
Mundial de 1947. En 1946 conectó para .309, en 1947 (.336) y acumuló un
average de .294.
Miñoso lideró la producción ofensiva en turnos de responsabilidad en
1947, donde se proclamó campeón de la Serie Mundial ante los CLEVELAND
BUCKEYES. En 1947 y 1948 resultó el tercera base más destacado y
participó en los Juegos de las Estrellas, poco antes de pasar a las
Mayores con los CLEVELAND INDIANS, en 1949.
Su llegada a la Gran Manzana de Nueva York debió mostrársele
traumática. Nunca había visto tanta gente caminando por las calles,
vidrieras fabulosas, montones de carros de todas las marcas, edificios
casi inalcanzables con la vista. En fin, una experiencia inesperada por
el “morenito” del Perico:
Alex Pompez, dueño de los CUBANOS DE NUEVA YORK en las Ligas Negras,
logró contrato con el joven de 23 años para la temporada de 1945. Miñoso
no estaba preparado para la enorme ciudad que encontró en Nueva York.
Inteligentemente, Pompez asignó a Silvio García como compañero de cuarto
de Miñoso. Silvio, el cubano que había sido demasiado feroz para los
planes de integración de Rickey, fue una guía perfecta para Miñoso.
García, comentaba Miñoso, “me enseñó a vivir, comer y jugar en Nueva
York”.
En 1949, con los CLEVELAND INDIANS, Miñoso se convirtió
(oficialmente) en el primer negro latino que ingresó en las Grandes
Ligas; debutó el 19 de abril, pues anteriormente el slugger Roberto
Tarzán Estalella (1935-1942) y el lanzador Tomás de la Cruz (1944),
habían logrado burlar el cerco racista de aquellos lares, refugiados en
facciones menos oscuras. En 1951 Minnie pasaría a los CHICAGO WHITE SOX,
donde escribiría sus mejores páginas, hasta fue seleccionado Novato del
Año de la Liga Americana, por la revista Sporting News, superado por
Gil McDougald, estelar jardinero de los NEW YORK YANKEES, en la votación
final del circuito. Por la Liga Nacional resultaría electo Willie Mays,
uno de los más grandes peloteros de la historia.
En su paso por las Mayores, EL Cometa estableció un récord de 189
pelotazos recibidos, marca que duró hasta 1984, cuando lo superó Don
Baylor, de los YANKEES. Fue designado en el Todos Estrellas de las Ligas
Mayores, entre los jardineros, en las temporadas de 1959 y 1960.
Ya cercano a los treinta años, cuando Robinson entró a jugar con los
DODGERS, Miñoso estuvo dos años con un equipo sucursal de los INDIOS DE
CLEVELAND en la tan latina ciudad de San Diego y luego fue vendido a los
MEDIAS BLANCAS DE CHICAGO, en 1951 (…) Miñoso limpió el camino para que
docenas de otros cubanos llegaran a las Ligas Mayores, incluido el
short stop Leo Chico
Cárdenas, el jardinero Sandy Amorós, y los ases del
pitcheo Pedro Preston Gómez (el subrayado es nuestro, pues Preston era
jugador de cuadro, no lanzador), Camilo Pascual y Sandy Consuegra.
El 30 de abril de 1951 había llegado al CHICAGO en un cambio que
relacionó, además, al CLEVELAND y los PHILADELPHIA ATTLETICS, con siete
jugadores. El 4 de diciembre de 1957 volvió a los INDIOS, y el 6 de
diciembre de 1959 regresó a CHICAGO, en otro traspaso múltiple. Fue
adquirido por los SAINT LOUIS CARDINALS el 27 de noviembre de 1961, y el
2 de abril de 1963 lo enviaron al WASHINGTON SENATORS. De nuevo fue
recibido por los WHITE SOX, el 8 de abril de 1964, hasta quedar libre el
17 de julio.
Hombre de notable fortaleza, el 11 de mayo de 1962, con cuarenta años
de edad, sufrió una fractura del cráneo y la muñeca de su mano derecha,
cuando buscaba un batazo contra las cercas. Después regresaría al
terreno con esporádicas apariciones. Las nuevas contrataciones con el
CHICAGO, en 1976 y 1980, tuvieron un marcado carácter simbólico y
publicitario.
Su retiro oficial de las Grandes Ligas fue el 5 de julio de 1964, con
los MEDIAS BLANCAS, pero reapareció en 1976 y 1980, negándosele la
posibilidad de jugar en dos ocasiones en la década del noventa. El 11 de
septiembre de 1976 se fue de 3-0, como designado, frente al zurdo Frank
Tanana (California), pero al día siguiente, con 53 años, se convirtió
en el más veterano en pegar un hit en las Mayores, frente a Sid Monge.
Con el predominante número 9, en octubre de 1980 pasó a ser, junto al
pitcher Nick Altrock, los únicos en Grandes Ligas con cinco décadas
jugadas. Había actuado como emergente frente a Tanana en el 9no. inning y
falló con foul fly al receptor. En el siguiente juego fue out en
roletazo a tercera. En 1992, el comisionado Ray Vincent se opuso a que
bateara, alegando problemas de peligrosidad para el jugador. Tres meses
después, el presidente de la Liga Americana, Bobby Brown, lo autorizó
para el 30 de septiembre, pero los WHITE SOX temieron que se pudiera
lesionar. De todas formas, con setenta y un años de edad, jugó el 30 de
julio de 1993 para el SAINT PAUL, en las Ligas Menores y cumplió su
sueño. Fue retirado con roletazo al lanzador Seo Yoghi, del THUNDER BAY.
Fuerte como un roble en sus 5 pies, 11 pulgadas y alrededor de 180
libras, Miñoso jugó con el alma y dejó la sangre en el terreno, no solo
el sudor que le brotaba como un manantial para brillar en su bien oscura
piel. Su franela siempre estaba sucia, ya que andaba con los spikes por
delante, en busca de bases extras.
El 16 de julio de 2003, con 80 años, se convirtió en el primer
jugador en participar durante siete décadas en la pelota organizada,
además de ser el de mayor edad. Con el SAINT PAUL, de la Northern
League, recibió boleto como designado frente al zurdo Tim Byrdak de los
RAILCATS.
Entre cubanos en las Grandes Ligas tiene el récord de pelotazos recibidos para una temporada (23-1956) y en triples (18-1954). También el hecho de batear ocho veces sobre .300, solo superado por el pinareño Tony Oliva.
Fue el primero nacido en la Isla, entre jugadores de posición, que
vistió el uniforme de los MEDIAS BLANCAS, y también con los INDIOS.
Participó en diez temporadas de Ligas Menores en los Estados Unidos,
entre 1948 y 2003 (quizás único caso con tanto tiempo), con los equipos
DAYTON, SAN DIEGO, INDIANÁPOLIS y ST. PAUL, con promedio de .318. Estos
resultados, sin incluir las Ligas de Verano y del Sureste de México, que
también pertenecían al sistema organizado.
A la defensa alternó en tercera base, e incluso, actuó como
torpedero, pero ya en 1950 lo dejaron definitivamente en los jardines.
Con bastantes años encima estuvo en el terreno, unas como manager otras
como jugador de la Liga Mexicana, donde dejó una impronta que lo llevó,
en 1966, al Salón de la Fama de aquel país, después de que en 1965, el
Dr. Álvaro Lebrija lo contratara para jugar con los CHARROS DE JALISCO,
donde le decían El Charro Negro. En esa etapa, aunque patrullaba los
jardines, aumentó su estancia como antesalista.
En la Liga Invernal del Pacífico fue la gran estrella del HERMOSILLO y
el MAZATLÁN, con dos títulos de bateo: 1966-1967 (.343) y 1969-1970
(.359). Como manager en la Liga del Sureste de México, independiente a
la Liga de Verano, fue último con los CHARROS DE ORIZABA en 1967. En
1975 dirigió al LEÓN en la Liga Central de México, con marca de 28-39
(6to.). Había timoneado en 1968 al CARMEN, en la Liga del Sudeste de ese
país, Clase A, donde fue tercero con 57-36, perdiendo en el play off
(3-2).
En 1969 condujo a PUERTO MÉXICO (56-59). En 1976, en la doble función
de manager-jugador, con PUERTO VALLARTA, se produjo un hecho sin
precedentes en la pelota organizada cuando él y su hijo Orestes Jr.
dispararon jonrones consecutivos en el juego final del play off para la
victoria del conjunto. También jugó en República Dominicana, en
1963-1964, con los LEONES DEL ESCOGIDO.
En 1992, a los 69 años, tuvo su último hijo. En 1983 fue electo al
Salón de la Fama del Béisbol Cubano, con sede en los Estados Unidos. En
el 2005 lo exaltaron al Salón de la Fama del Caribe.
Aunque injustamente
no ha llegado a Cooperstown, en 1969 fue incluido en las boletas. Tras
su breve regreso al juego, fue reinsertado en las votaciones desde 1986
hasta 1999, sin sobrepasar el 21,1 %, de 1988. También fue nominado en
2011, junto a Tony Oliva y Luis Tiant (hijo), sin resultados. Quizás
haber jugado con tanta edad le haya restado méritos al decaer su
rendimiento. Muchos continúan inconformes con su no ingreso en
Cooperstown.
Por su coraje en el terreno y por su calidad como pelotero, el
matancero se convirtió en un ídolo nacional y en una figura emblemática
en Chicago. Su nombre está en el Salón de la Fama del equipo, su número
se encuentra retirado y en el estadio aparece una estatua con su figura.
Millones de personas en Estados Unidos, así como en Cuba, México y
Latinoamérica, esperan que las puertas del Salón de la Fama sean
abiertas para esta leyenda.
Algunos de los presentes en el Salón de la Fama de Cooperstown, no
tienen un currículo tan amplio y meritorio. ¿Será que arrastra la carga
de ser un latino negro? Sucede con Tony Oliva, Luis Tiant, el blanco
Adolfo Luque, y otros.Después de cincuenta y cuatro años de receso, el 8 de noviembre de
2014, como resultado de un amplio coloquio donde se dieron cita
escritores, estadísticos, cronistas, narradores y otras denominaciones
de especialistas en la historia de la pelota cubana, se refundó el Museo
y Salón de la Fama del Béisbol Cubano. Entre más de un centenar de
propuestos, resultaron electos diez inmarcesibles del deporte nacional.
Allí obtuvo una gran cantidad de votos Minnie Miñoso, junto a otros
cuatro anteriores a las Series Nacionales: Conrado Marrero, Camilo Pascual, el árbitro Amado Maestri y Esteban Bellán. Después de 1962: Omar Linares,
Luis Giraldo Casanova, Antonio Muñoz, Braudilio Vinent y Orestes
Kindelán. Todos conforman un haz invencible en el terreno. ¡Honor a
quien honor merece!
Miñoso fue testigo de varias contradicciones en su carrera deportiva.
En los Estados Unidos tuvo que arrastrar la exclusión por el color de
la piel,
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