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sábado, 3 de mayo de 2014
Juan Formell, una auténtica revolución en la música popular
Entrevista inédita que concediera el maestro Juan Formell en el espacio El compositor y su obra, del Museo Nacional de la Música
Autor: Pedro de la Hoz |
“A mí siempre me ha gustado romper; soy inconformista por naturaleza y no me arrepiento. Los años pasan y quizás uno no tenga el mismo ímpetu de cuando se empieza; viene la experiencia y hay cosas que salen por oficio.
La composición es un arte muy complejo y siempre corres el riesgo de repetirte. Pero debes estar alerta ante el menor síntoma de rutina. Y plantearte entonces cuánto te falta por hacer”.
He vuelto a esas palabras de Juan Formell, dichas en una larga entrevista que sostuvimos hace apenas unos meses en el espacio El compositor y su obra, del Museo Nacional de la Música, todavía inédita, en tanto resumen una de las claves que animaron esa vida extraordinaria.
Porque, digámoslo de una vez: su obra como autor, arreglista y director de orquesta quedará como la del hombre que encarnó en las últimas cuatro décadas del siglo pasado y las primeras de la actual centuria una auténtica revolución en la música popular bailable.
Lo fue, obviamente, desde Los Van Van, su más encumbrada creación, pero aún antes en la Revé de finales de los sesenta.
Así me lo contó en el siguiente testimonio:
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“Llegué a la Revé por pura casualidad después del Festival de la Canción de Varadero 1967. En honor a la verdad, no me sentía muy entusiasmado, pues la Revé era una orquesta típica y yo no tenía mucho que ver con ese formato.
Lo primero que propuse fue introducir el bajo eléctrico, que no existía en ninguna estructura musical cubana.
Empecé a componer cosas que no guardaban relación con el estilo de las típicas, pero respeté la estructura, y a combinar timbres y armonías de manera diferente a las de Aragón y Jorrín, que eran las charangas más famosas. No hacíamos las voces al unísono sino como si fueran cuartetos. La Revé comenzó a pegar números. Elio Revé tenía su carácter, pero le agradezco infinitamente que me haya permitido experimentar con su orquesta”.
En 1969 Formell fundó Los Van Van, el tren, la locomotora de la música bailable.
Alguien ha dicho que Los Van Van son los Rollings Stones de la Isla y Formell el Lennon de la salsa. Yo invertiría la ecuación: Los Rolling son Los Van Van de Londres y Lennon el Formell del rock.
“Los Van Van fue una necesidad de mi desarrollo como músico. Debía abrir mi propio camino en momentos en que la música bailable se hallaba abocada a un cambio radical.
Terminaban los sesenta y había una nueva sensibilidad en el ambiente y no podíamos estancarnos. Creo que el conjunto Rumbavana hizo lo suyo y poco después, desde otra óptica, lo hizo Chucho Valdés con Irakere, más orientados al jazz latino”.
Se habla del songo y de la timba como criaturas vanvanianas. Formell puso en su lugar las cosas:
“Los géneros están casi todos creados. Es muy difícil crear un género nuevo totalmente, mentira, tú haces mezclas de diferentes cosas, que tú vas cogiendo un poquito de aquí, un poquito de acá.
Lo del songo viene de la interacción de la rítmica de la batería, con elementos del pop, con la sonoridad que conseguí imprimir a los violines, y claro está, la línea de mis composiciones.
Luego, cuando se acentuó la fuerza de los patrones rítmicos, se comenzó a hablar de timba. Pero en la base de todo está la tradición cubana, una tradición que se renueva”.
En cuanto a los nueve lustros al frente de su agrupación, opinó:
“La función de un director de orquesta de música popular es hallar el modo de mantener un liderazgo a partir de propuestas que empaten tanto con las exigencias del público como con tu idea de la creación. Rafael Lay, decía: El que tenga la pluma encendida, ese es el dueño del negocio, o sea, el que escribe la música y los arreglos.
Pero no puedes dormirte y contentarte con un éxito pasajero. Hay una especie de balance entre lo que vas logrando y lo que vas descubriendo.
Lo otro es atraer a buenos autores, dentro y fuera de la orquesta, que se avengan a los conceptos que tú has desarrollado. De eso podría hablar Pupy Pedroso, pero también los más jóvenes que enriquecen el repertorio de Los Van Van”.
Si algo también tuvo muy claro Formell, fue el destino de su obra:
“Yo siempre digo que nosotros trabajamos para el bailador. Hay gente que nace para componer, y otra que nace para cantar o para bailar, depende de la gracia, tú eres el que tienes que encontrar para lo que tú viniste y a lo que tú viniste. Yo no tengo gracia corporal, yo no soy propiamente un bailador.
Sin embargo cierro los ojos y me veo bailando o por lo menos sabiendo como otros bailarían mi música, si más suave, si más rápida.
Por eso mi trabajo histórico siempre ha sido para el bailador, y en Cuba muchísima gente tiene esa gracia”.
Entre las preguntas que le formulé a Juan aquella memorable tarde en el Museo Nacional de la Música, hubo una que ahora, de pronto, cobra un sentido inusitado, el que jamás habría querido. Le pedí que nos adelantáramos en el tiempo y le echara un vistazo a Los Van Van dentro de 50 años:
“Quisiera que prevaleciera el espíritu de una orquesta que no se estanque, que haga cambios, que no empiece a trabajar por ganar dinero por gusto, que haga aportes.
No sé lo que va a estar pasando de aquí a 50 años pero me parece que si la gente de la orquesta se lo propone, podrá perdurar.
Cuando murió Benny More, la orquesta de Benny Moré más nunca fue lo que era. Cuando murió Lay, a la Aragón le costó trabajo, mucho más al perder a Richard Egües. Rafaelito ha podido imponerse manteniendo el repertorio básico de antes.
No siento que Los Van Van tengan obligatoriamente que reiterar los éxitos de siempre; mi orquesta ha demostrado la capacidad de hallar nuevas vías de expresión sin traicionar sus esencias.
De manera que, si bien no poseo una bola de cristal, pienso que Van Van puede todavía dar mucho. Me gustaría decirles a los que me sucedan: no tengan miedo a hacer cambios, hay que ser valientes para los cambios”
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