Tomado de Granma
Una vez más Obama tropezó con Putin. En esta ocasión, aunque el conflicto comenzó en escenarios ucranianos, Washington y Moscú han tenido papeles protagónicos. En un contexto de pérdida de hegemonía, mientras se están reconfigurando las relaciones internacionales, Estados Unidos intentó actuar como potencia unipolar, pero no calculó la firmeza de las posiciones rusas ni las decisiones soberanas de los habitantes de Crimea.
¿Por qué Washington convirtió esa región en el centro de su política exterior?
“Ucrania es la más importante de las repúblicas ex soviéticas —excepto Rusia—, y por lo mismo una pieza clave en el entorno estratégico de Rusia”, dijo a Granma Ernesto Domínguez, del Centro de Estudios Hemisféricos y sobre Estados Unidos (Cehseu) de la Universidad de La Habana.
Por su posición geográfica, recursos y población, sería un escenario ideal para desestabilizar a Moscú —explicó el experto—, mediante la apertura de una brecha en su esfera de influencia inmediata, además de que, en caso de entrar a la OTAN, o al menos a algún acuerdo militar que permita instalar bases en suelo ucraniano, la fuerza aérea y los misiles de mediano alcance estarían a relativamente poca distancia de Moscú.
En el caso específico de Crimea —continuó Domínguez—, es la base principal de la flota rusa, y significa, conjuntamente con su posición geográfica, el control del Mar Negro y de todas las rutas marítimas meridionales de Rusia.
Precisamente por esa importancia geoestratégica, los intentos desestabilizadores podrían haber sido planeados desde hace años. Expertos han advertido que Zbigniew Brzezinski, asesor de Seguridad Nacional durante el gobierno de James Carter, y uno de los oráculos de la política exterior norteamericana, ha abogado por la incursión en Ucrania para evitar el fortalecimiento de Rusia.
“Ucrania, un espacio nuevo e importante en el tablero euroasiático, es un pivote geopolítico porque su misma existencia como país independiente ayuda a transformar a Rusia. Sin Ucrania, Rusia deja de ser un imperio euroasiático”, escribió en 1997 en su libro El gran tablero mundial. Sin embargo, si Moscú recupera el control sobre Ucrania, así como el acceso al Mar Negro —añadió Brzezinski—, recupera automáticamente de nuevo “los medios para convertirse en un poderoso estado imperial, que abarca Europa y Asia”
Su definición de “pivotes geopolíticos” incluye los Estados cuya importancia se deriva no de su poder sino de su ubicación, que en algunos casos les da un papel especial ya sea para definir el acceso a áreas importantes o para negar recursos a un jugador importante. Bajo ese concepto incluyó entonces a Ucrania, Azerbaiyán, Corea del Sur, Turquía e Irán.
Eso puede explicar por qué Brzezinski ha querido satanizar al presidente ruso en la prensa estadounidense. Ha llegado incluso a compararlo con Adolf Hitler, algo a lo que se sumaron luego influyentes políticos como la ex secretaria de Estado Hillary Clinton, y los senadores John McCain y Marco Rubio.
¿Hasta dónde está dispuesto a presionar Estados Unidos?
Para Evelio Díaz, profesor titular de la Universidad de La Habana, y especialista en temas europeos, Moscú mantendrá una posición enérgica. “En la medida en que Rusia se ha fortalecido ha logrado sacar a Estados Unidos de Asia Central”. Por eso, perder Crimea sería para los rusos retroceder lo que han alcanzado a nivel internacional con sus posiciones de defensa de la multipolaridad ante los conflictos de Siria e Irán.
El académico vaticina que Washington tratará de agravar las sanciones, pero advierte también que Rusia tiene un vínculo muy estrecho con la economía norteamericana. En su opinión, lo más probable es que incluso Kiev finalmente tenga que acercar posiciones con Moscú.
La semana pasada, el portavoz de la presidencia rusa, Dmitri Peskov, dijo que su país cambiaría de socios si Estados Unidos y la Unión Europea insistían en la aplicación de sanciones.
“Si un socio económico de una parte del mundo impone sanciones, prestaremos nuestra atención a otros socios en otras partes del mundo; el mundo no es unipolar, vamos a centrarnos en otros socios económicos”, dijo Peskov, citado por la agencia Ria Novosti.
“Queremos mantener buenas relaciones con la UE y EE.UU., especialmente con la UE, ya que es el principal socio de la Federación de Rusia en el campo económico, de la inversión y del comercio. Nuestra mutua dependencia económica sugiere que necesitamos preservar unas buenas relaciones”, declaró Peskov.
En Foreign Affairs, la más importante revista del establishment norteamericano, dos analistas —Peter Liberman y Julie A. George— escribieron que las sanciones impuestas hasta ahora contra Rusia “son reproches más que castigos”, y que realmente “ningún poder extranjero quiere un enfrentamiento militar con Rusia”.
Asimismo, consideraron que las sanciones económicas multilaterales son “poco probables”, porque ningún país renunciará a las importaciones de petróleo y gas rusos para castigar a Moscú, y “Ucrania occidental, en particular, sufriría económicamente si se interfiere en las tuberías de gas ruso que atraviesan por ese país hacia Europa”.
El Ministerio de Exteriores de Rusia advirtió el viernes que aunque la eficacia de las sanciones será nula, las relaciones bilaterales se verán perjudicadas inevitablemente.
“Washington no debería engañarse porque la eficacia de las sanciones es nula desde el punto de vista de los intereses estadounidenses. En cambio, sí habrá un daño inevitable para la relación bilateral por estas acciones irresponsables”, indicó en un comunicado el portavoz de la cancillería, Alexandr Lukashévich.
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