Tomado de Cubadebate
A primeras horas del 25 de diciembre de 1991, Mijaíl Gorbachov dimitió de su cargo y cedió los pocos poderes que aún retenía a Borís Yeltsin, mandatario electo de la Federación Rusa. El que fuera el primer y último presidente de la Unión Soviética liquidaba así el estado soviético.
El mundo contempló atónito un hecho insólito. Nunca antes una superpotencia había desaparecido de la faz de la Tierra por decisión propia. Sin ningún conflicto externo o interno de envergadura, la URSS dejó de existir oficialmente el 31 de diciembre de 1991. El resto es historia. Pero, ¿podrían haber tomado los acontecimientos un curso distinto?
Un ejercicio de historia alternativa
En estos días que se cumplen dos décadas de la disolución de Unión Soviética, resulta interesante desde el punto de vista de la historia de la conquista del espacio imaginar un mundo alternativo en el que la URSS no hubiese desaparecido en la navidad de 1991.
Porque lo cierto, y esto es lo que me parece especialmente curioso, es que la Unión Soviética se desintegró justo cuando había logrado alcanzar la cumbre de su poder espacial. A finales de los 80, la URSS tenía en marcha la estación espacial Mir, el transbordador Burán, el cohete gigante Energía y un renovado programa de sondas interplanetarias.
Rusia heredó el programa espacial de la URSS, pero la crisis económica que trajeron consigo las caóticas y contradictorias políticas de la Perestroika y los primeros años del gobierno de Yeltsin puso freno a las ambiciones espaciales del país. Otros proyectos, como el Energía-Burán, fueron simplemente abandonados.
Literalmente, como atestiguan las ruinas oxidadas de los complejos de lanzamiento del Energía en Baikonur. De hecho, podemos considerar una especie de milagro que Rusia todavía mantenga un programa espacial tripulado después de la catastrófica crisis económica de finales de los 90.
Antes de nada, conviene aclarar que el objetivo de esta historia no es ensalzar la URSS o su sistema político, ni tampoco denigrarlo.
No es este el lugar adecuado para llevar a cabo un análisis político de la Unión Soviética, ni tengo intención alguna de hacerlo. Se trata de un simple ejercicio mental, un juego similar al que ha realizado David F. Portree en su blog Beyond Apollo al imaginar una realidad alternativa en la que el Programa Apolo continuó existiendo hasta bien entrados los años 80.
Bases de la historia
Toda historia alternativa tiene que tener un punto de divergencia con nuestra realidad. En este caso, este punto es la prematura muerte del Secretario General del PCUS Yuri Andrópov en 1984, apenas quince meses después de ocupar su cargo. En nuestra línea temporal, el fallecimiento de Andrópov propició el ascenso al poder de Konstantín Chernenko y, posteriormente, de Mijaíl Gorbachov.
Y sin un Gorbachov que iniciase las políticas de Glasnost y Perestroika, la URSS podría haber continuado existiendo un par de décadas más como mínimo. Por supuesto, podríamos haber elegido otro punto de ruptura con el presente, pero si nos remontamos hacia atrás en el tiempo habría muchas más variables en juego, lo que complicaría demasiado la historia.
Por otro lado, si situamos la divergencia en una fecha más tardía, con Gorbachov ya en el poder y la Perestroika a toda máquina, los recursos económicos destinados al programa espacial serían muy probablemente bastante escasos.
Por otro lado, y para que la secuencia de acontecimientos sea mínimanente interesante, he supuesto que el nivel de enfrentamiento entre las dos superpotencias se mantendría dentro de unos límites.
Es decir, sin llegar a la guerra nuclear o a un conflicto armado a gran escala. Por lo demás, y aunque obviamente todo esto no deja de ser una simple fantasía, he intentado ser lo más fiel posible a los planes espaciales soviéticos de mediados y finales de los 80. Solamente he cambiado alguna que otra fecha para que case mejor con el marco temporal.
También he añadido una pequeña dosis de fallos y tragedias de forma aleatoria para darle más “realismo” al asunto. Por supuesto, cualquier sugerencia u opinión es bienvenida, así que espero los comentarios.
Con estas premisas en mente, prepárate para viajar a una realidad espacial alternativa donde la URSS no desapareció en 1991. ¿Estás preparado? Allá vamos.
La URSS en el espacio 1982-1991
La llegada al poder del Secretario General Yuri Andrópov en 1982 no supuso un cambio apreciable en la política espacial de la URSS. Andrópov, un apparatchik procedente del KGB que se mostraba a favor de la línea dura contra occidente, favoreció por encima de todo la estabilidad del sistema y la continuidad con respecto a la época de Brézhnev.
Los proyectos militares se llevarían el grueso de las partidas presupuestarias espaciales, con el programa Energía-Burán a la cabeza. La década de los 80 estaría marcada por el intenso enfrentamiento en el espacio entre las dos superpotencias.
A lo largo de estos diez años, la prioridad para los militares soviéticos sería buscar la ansiada paridad con respecto a la iniciativa SDI (Strategic Defense Inititative) del presidente Reagan, conocida popularmente como Star Wars. Mientras el fantasma de la guerra nuclear amenazaba la civilización moderna, el espacio se perfilaba como el nuevo campo de batalla de las dos potencias. El programa espacial civil seguiría estando a cargo del Ministerio de Maquinaria General (MOM, el “ministerio del espacio”) con el imparable Serguéi Afanasiev a la cabeza.
Fuera de la URSS, las estaciones Salyut eran consideradas el caballo de batalla visible del esfuerzo espacial soviético. Las naves Soyuz y los cargueros Progress permitirían estancias en el espacio cada vez más largas. La última de las estaciones Salyut de segunda generación, la Salyut-7 (DOS-6), funcionaría sin problemas hasta 1986.
Las misiones Interkosmos con cosmonautas de varias nacionalidades seguirían atrayendo el interés de los medios de comunicación de todo el planeta, aunque las autoridades soviéticas se guardaban algún que otro as propagandístico en la manga. Por ejemplo, en septiembre de 1985 la Soyuz T-15 despegó con la primera tripulación totalmente femenina de la historia, formada por Svetlana Savitskaya, Yekaterina Ivanova y Yelena Dobrokvashina
En febrero de 1986 sería lanzada la Salyut-8 (DOS-7), la primera Salyut de tercera generación. Equipada con seis puertos de atraque en vez de los dos que tenían las Salyut-6 y Salyut-7, la Salyut-8 se convertiría en la primera estación espacial permanente de la historia. En 1987 se lanzaría el módulo Kvant (37KE), seguido en 1988 de los módulos Kvant-2 (77KSD) y Kristall (77KST), cada uno de ellos con una masa de 20 toneladas.
El complejo orbital Salyut-8 sería completado en 1990 al acoplarse los módulos Spektr (77KSO) y Priroda (77KSI). Para entonces, la prensa soviética pasaría a denominar al complejo espacial como Mir (”mundo” o “paz” en ruso), lo que se interpretó como un claro gesto de conciliación hacia occidente tras las negociaciones de desarme nuclear que habían tenido lugar ese mismo año.
Mientras las estaciones espaciales tipo DOS copaban los titulares, el programa Energía-Burán seguía su curso. El 15 de mayo de 1987 despegó por primera vez el cohete gigante Energía con la Skif-M, una maqueta de estación láser de combate y pieza clave de la respuesta soviética al SDI estadounidense. La URSS disponía al fin de un lanzador de gran tamaño capaz de poner en órbita más de cien toneladas en órbita baja.
Pero el objetivo principal del Energía era transportar al nuevo transbordador espacial soviético. No en vano, el programa Energía-Burán había nacido a mediados de los años 70 con el fin de contrarrestar al shuttle estadounidense y sus aplicaciones militares.
El alto estado mayor soviético casi entró en pánico cuando el transbordador Discovery realizó su primera misión militar desde la base de Vandenberg en California. La STS-62A había despegado en julio de 1986 desde el complejo SLC-6 con ocho astronautas y un satélite espía a bordo, desatando todas las alarmas en la URSS.
Sin embargo, en octubre de 1986 el transbordador Challenger se desintegraría durante el lanzamiento de la misión STS-61K, matando a sus ocho tripulantes y poniendo fin a los vuelos espaciales norteamericanos durante dos años. El desastre del Challenger fue visto en la URSS como una oportunidad de alcanzar a los estadounidenses en el programa de transbordadores espaciales.
En 1988 el primer transbordador operativo, la nave 1K (1.01), llegó a Baikonur para su primer lanzamiento. Aunque en un primer momento se había bautizado como Baikal, las autoridades soviéticas prefirieron cambiarle el nombre en el último momento y pasó a denominarse Burán (”tormenta de nieve”), el mismo nombre elegido para designar todo el programa en su conjunto. A principios de año, el Energía había llevado a cabo su segunda misión poniendo en órbita la Skif-D1. La Skif-D1 era una nave operativa, aunque no estaba equipada con el sistema láser.
El primer vuelo del Burán -1K1- tendría lugar el 15 de noviembre de 1988. Aunque fue una misión no tripulada, atrajo la atención de todos los medios de comunicación del mundo. Por primera vez, un transbordador espacial realizaba una misión de forma totalmente automática. El Burán permanecería tres días en órbita, durante los cuales se comprobarían los sistemas de soporte vital y se llevarían a cabo varias maniobras orbitales.
Durante este primer viaje, la carga sería un módulo 37KB parecido al módulo Kvant de la Mir. El desastre del Ch?llenger había demostrado que los transbordadores no eran especialmente seguros y el Burán, construido a imagen y semejanza del shuttle norteamericano, compartía muchos de los fallos de seguridad de su primo estadounidense. Como resultado, se decidió proceder con extrema cautela antes de llevar a cabo una misión tripulada.
A principios de 1989 volvió a despegar el cohete Energía en solitario durante su tercer vuelo. En esta ocasión, la carga era la Skif-D2, una estación láser de combate plenamente operativa. No obstante, un fallo en uno de los motores criogénicos RD-0120 de la etapa central (Bloque Ts) impidió que la Skif alcanzase la órbita. A raíz de este fracaso se inició un concienzudo programa de mejora de la seguridad en el sistema Energía-Burán, retrasando el calendario de lanzamientos. La segunda lanzadera del programa, 2K (1.02), sería bautizada como Burya (”tormenta”) y estaría lista para viajar al espacio a mediados de 1989.
En diciembre de 1989 Burya despegaría sin tripulación para llevar a cabo su primera misión, la 2K1. Tras dos días de vuelo en solitario, se acopló al módulo Kristall de la Salyut-8 gracias al nuevo sistema andrógino APAS-89. Para esta misión, el módulo Kristall había sido situado en el extremo frontal del complejo orbital.
La tripulación de la Salyut-8 pasó al interior del Burya con el fin de inspeccionar los sistemas del vehículo y comprobar su buen funcionamiento.
Los cosmonautas utilizaron los dos brazos robot de la nave para acoplar al segundo puerto APAS del Kristall un telescopio de rayos X de una tonelada de peso. Tras separarse de la Salyut-8, comenzaría la fase más importante de la misión 2K1. Dos días antes de la separación del Burya de la estación, la Soyuz TM-12 había sido lanzada desde Baikonur con Iván Bachurin y Eduard Stepanov a bordo.
Equipada con un sistema APAS-89, la Soyuz se acopló al Burya para demostrar la posibilidad de llevar a cabo una misión de rescate en órbita. Bachurin y Stepanov permanecieron un día en el interior del Burya realizando varias tareas. Después, la Soyuz se separó y el Burya regresaría a Baikonur en solitario después de haber pasado una semana en el espacio.
La misión 2K1 allanó el camino para la primera misión tripulada del sistema Burán. Pero antes, en marzo de 1990, despegaría otra vez el Energía con una estación Skif operativa. En esta ocasión todo funcionó a la perfección y la URSS puso en órbita la primera estación láser de la historia, desatando una oleada de protestas por parte de los países occidentales.
La Unión Soviética respondería a estas acusaciones afirmando que las misiones militares del shuttle desde Vandenberg -reanudadas en 1989- también tenían por objetivo lanzar elementos del programa SDI. Según la versión oficial del gobierno soviético, la estación Polyus -la denominación pública del programa Skif-D- debía limitarse a estudiar las capas altas de la atmósfera.
La misión 2K2 sería en el primer vuelo totalmente tripulado del sistema Energía-Burán. Ígor Volk y Rimantas Stankyavichus, ambos veteranos de misiones espaciales Soyuz, despegaron el 9 de septiembre de 1990 a bordo del Burya para llevar a cabo una misión de cinco días.
En esta ocasión no se acoplaron a la Salyut-8, ahora ya conocida como complejo orbital Mir, sino que se limitaron a probar los sistemas del orbitador con un módulo biotecnológico 37KBT. El exitoso aterrizaje manual no fue muy diferente de los numerosos vuelos a bordo del OK-GLI que la pareja de cosmonautas había llevado a cabo en los años anteriores, aunque en esta ocasión el Burya había sido equipado con dos turborreactores Lyulka para facilitar el descenso y permitir otra aproximación en caso de problemas.
Durante el transcurso de la misión, una nave Soyuz equipada con un sistema APAS había permanecido en Baikonur lista para ser lanzada en una misión de rescate. Mientras, la tercera lanzadera del programa, la 3K (2.01), estaba a punto de ser finalizada. La 3K, el primer orbitador de segunda generación con numerosas mejoras, sería bautizada finalmente con el nombre de Baikal.
Como respuesta a los éxitos espaciales soviéticos, los EEUU anunciaron en 1990 su nueva política espacial, denominada SEI (Space Exploration Inititative). La SEI preveía llevar a cabo misiones tripuladas a la Luna y a Marte, aunque sería cancelada cinco años después. Por otro lado, el programa X-30 NASP seguiría adelante a pesar de las dificultades técnicas.
La siguiente misión tripulada, la 2K3, tendría lugar en marzo de 1991. Ígor Volk y Alexánder Ivanchenkov permanecieron diez días en el espacio a bordo del Burya, incluyendo una estancia de cuatro días en la Mir. En julio de 1991 el Burán realizaría su segunda misión -1K2-, también sin tripulación, durante la cual se uniría a la Mir para acoplar un módulo biotecnológico 37KBT con suministros y diverso equipamiento para la tripulación.
Ese mismo año, el Energía pondría en órbita un prototipo de estación militar Kaskad con interceptores cinéticos para derribar misiles intercontinentales. Las estaciones Kaskad formarían junto con las Skif el escudo de defensa soviético frente a un ataque nuclear norteamericano.
En diciembre de 1991, Yuri Andrópov fallecería a los 87 años de edad tras estar nueve años en el poder.
La URSS en el espacio 1992-2003
Andrópov sería sucedido por Grigori Románov, hombre de confianza de Yuri. Aunque considerado en un principio un halcón como Andrópov, Románov se mostró partidario de la distensión con los Estados Unidos, especialmente en materia de desarme nuclear. Como gesto de buena voluntad hacia los EEUU, la URSS se retiró totalmente de Afganistán en 1993. Entre las tímidas reformas de Románov, se elaboró un plan para renovar los cuadros del partido y del gobierno con miembros más jóvenes.
En el panorama espacial, Románov era partidario de invertir más dinero en el sector civil y en 1992 se crea la agencia espacial Glavkosmos para coordinar las actividades espaciales no militares, sustituyendo en esta labor al MOM. La labor de Glavkosmos no será nada fácil en un principio, ya que tendrá que enfrentarse a la dura resistencia de las diferentes oficinas de diseño que forman el núcleo del programa espacial soviético.
El IKI (Instituto de Investigaciones Espaciales) recibió también un fuerte impulso económico y material con el fin de convertirse en el análogo soviético al JPL de la NASA.
El programa Energía-Burán continuó con una media dos o tres misiones al año. Los orbitadores realizaban unas dos misiones civiles anualmente, complementando a las naves Soyuz y Progress. Los módulos 37KBT se acoplaban a la Mir cada doce meses, siendo reemplazados y traídos de regreso a la Tierra en la siguiente misión. Otras misiones, no tripuladas, sirvieron para transportar equipos y estructuras de todo tipo a la Mir.
Por último, las lanzaderas soviéticas se encargaron de llevar a cabo misiones militares secretas, principalmente para reparar y mantener las estaciones Skif y Kaskad, aunque también se emplearían para poner en órbita el satélite espía Sapfir, análogo del KH-11 norteamericano y dotado con un espejo primario de tres metros de diámetro. Además, se llevaron a cabo un par de misiones para situar en órbita estaciones Karat, básicamente módulos DOS modificados para observar la Tierra mediante radares de apertura sintética.
No obstante, después del accidente del Challenger el Pentágono comenzó a perder el interés en el shuttle y las misiones militares desde Vandenberg serían definitivamente canceladas en 1992. Los militares soviéticos reconocieron las deficiencias del sistema y en 1990 se canceló la construcción de los dos últimos orbitadores del programa Energía-Burán. Las lanzaderas 4K y 5K, prácticamente finalizadas, permanecerían como banco de pruebas y fuente de repuestos para las otras tres unidades restantes.
La lanzadera 3K Baikal realizará su primera misión en 1994 con diez cosmonautas de diferentes nacionalidades, los cuales permanecerían un mes en el espacio realizando experimentos en microgravedad dentro del módulo laboratorio LO 14F33 (Laboratorni Otsek, basado en el 37KB) situado en la bodega de carga. La prensa occidental le pondría a esta misión el apodo de Spacelabsky.
Una de las prioridades de Glavkosmos fue buscar aplicaciones civiles para el sistema Energía-Burán, especialmente teniendo en cuenta que Románov no era muy amigo de las estaciones militares Skif y Kaskad, a las que consideraba una amenaza para el proceso de desarme nuclear. Como resultado, en 1992 se pondría en órbita geoestacionaria el primer prototipo del sistema Globis, un satélite de comunicaciones gigante de 15 toneladas.
Para ello se utilizaría el Energía-T, una versión de carga del Energía con dos etapas superiores Blok-DM (denominadas en conjunto 204GK). El sistema Globis sería completado en 1996 tras cinco lanzamientos (uno de ellos fallido). Con un mínimo de tres vehículos de casi 30 toneladas de peso, el sistema permitía ofrecer servicios de comunicaciones a toda la URSS y sus aliados.
En 1997 la URSS ofertó los servicios del sistema Globis a nivel internacional, una iniciativa a la que se sumaron varios países del bloque occidental, incluida Francia. A cambio, los nuevos satélites Globis incorporarían sistemas dotados de electrónica occidental más avanzada.
En 1994 sería lanzado mediante un Energía otro satélite gigante geoestacionario de 20 toneladas para la observación de la Tierra basado en la plataforma UKP de los Globis. Además, ese mismo año se lanzaría por primera vez el Energía-M, una versión de pequeño tamaño del Energía y que, de forma insólita, se ofertaría en el mercado internacional de lanzamientos espaciales.
El Energía-M también se usaría para lanzar varios satélites del sistema de posicionamiento GLONASS al mismo tiempo. A finales de la década entró en servicio el remolcador nuclear Gerkules para mover satélites entre la órbita baja y la órbita geoestacionaria, un servicio que Glavkosmos se encargaría de vender a occidente.
Por otro lado, en 1993 Valeri Polyakov permaneció 14 meses en el espacio a bordo de la Mir, demostrando que un ser humano podía aguantar un viaje a Marte en ingravidez. Ese mismo año debutaría el carguero Progress M2, lanzado por el cohete Zenit.
Las Progress M2 tenían una capacidad de carga muy superior a las Progress convencionales, lo que permitió disminuir el ritmo de lanzamientos necesarios para mantener la estación. En 1994 volaría por primera vez sin tripulación la nave 7K-SM Zaryá (”amanecer” en ruso), destinada a convertirse en la sustituta de las naves Soyuz. Zaryá también era lanzada mediante un cohete Zenit y contaba con una capacidad máxima para ocho cosmonautas.
Era capaz de aterrizar verticalmente mediante 24 cohetes de peróxido de hidrógeno, pero durante el segundo vuelo, también sin tripulación, la cápsula se estrelló contra el suelo. Alarmados, los ingenieros de NPO Energía decidieron posponer el primer vuelo tripulado hasta llevar a cabo cinco misiones automáticas adicionales.
El módulo central de la Mir-2 (DOS-8) fue lanzado en 1995 mediante un cohete Protón. La órbita de la nueva estación tenía una inclinación de 65º en vez de los 51,6º de la Mir para poder cubrir así una mayor parte de la superficie terrestre. La nueva estación se construiría entre 1995 y 1998 y, además del módulo base, se añadirían hasta ocho módulos especializados transportados por los transbordadores soviéticos.
Una viga central con dos grandes paneles solares y un sistema de turbinas con espejos proporcionarían la potencia eléctrica necesaria al complejo, junto con un módulo 37KBE con paneles solares adicionales. En 1997 volaría a la Mir-2 la primera nave Zaryá tripulada con Anatoli Solovyov y Pável Vinográdov. La última Soyuz con cosmonautas sería puesta en órbita en 2001. A partir de ese momento, las naves Zaryá y las Progress M2 fueron las encargadas de mantener la Mir-2 de forma regular.
En el periodo 1991-1995, la URSS continuó con su renovado programa de sondas espaciales. Después del fracaso de las Fobos 1 y 2, en 1990 despegaron las Fobos-3 y 4. Aunque la Fobos 3 falló en órbita marciana antes de poder sobrevolar Fobos, la Fobos 4 pudo completar su misión. En 1991 fueron lanzadas dos sondas Venera DZhVS de nueva generación, capaces de sobrevivir un mes en la infernal superficie de Venus y equipadas con globos de fabricación francesa. En 1992 serían lanzadas dos naves a Marte, cada una de ellas con dos sondas de superficie.
La primera de las Mars-92 se perdería en el lanzamiento por culpa de un fallo en el cohete Protón, pero la segunda logró alcanzar Marte y fue considerada un éxito. En 1994 tuvo lugar la misión Mars-96, formada por dos vehículos, cada uno de ellos dotado de un Marsojod para el estudio de la superficie.
El primer Marsojod lograría posarse en el planeta rojo, pero el segundo se estrellaría al no desplegarse los paracaídas correctamente. El fin último del programa de exploración marciano era recoger muestras de la superficie y traerlas de vuelta a la Tierra, objetivo que se logró finalmente en 2008.
En 1999 se lanzaría el primer vehículo de superficie venusino o Venerojod, aunque sólo logró sobrevivir medio día. Otras sondas científicas serían puestas en órbita, incluyendo los telescopios orbitales Spektr-R, Spektr-UV, Spektr-RG o el telescopio espacial Lomonósov. 1995 y 1996 verían el lanzamiento de la primera misión a Júpiter y al Sol, las dos sondas YuS del proyecto Tsiolkovsky. Las naves YuS serían las primeras sondas soviéticas lanzadas más allá de la órbita de Marte.
Mientras, los EEUU habían comenzado el montaje de la estación espacial Freedom en 1996. La construcción no finalizaría hasta 2003, momento en el cual contaría con una tripulación permanente de cuatro personas.
Los planes más ambiciosos de la SEI se habían cancelado, pero a cambio se iniciaron una serie de negociaciones para acercar los programas espaciales de las dos superpotencias. A raíz de estos acuerdos, en 1998 el astronauta norteamericano Norman Thagard viajó a bordó de una nave Zaryá y, poco después, el cosmonauta soviético Serguéi Krikaliov participó en una misión del transbordador de la NASA.
En 1999 el lanzador Energía que transportaba a la lanzadera Baikal sufrió un accidente durante el lanzamiento de una misión militar clasificada sin tripulación. La lanzadera fue incapaz de realizar un aterrizaje de emergencia y se estrelló poco después en Siberia.
El desastre del Baikal puso en evidencia las carencias del sistema de transbordadores, demasiado caro y poco seguro. Aunque el proyecto siguió adelante, el ritmo de lanzamientos disminuyó considerablemente.
El programa de cooperación soviético-estadounidense culminaría con el acoplamiento del transbordador Atlantis con la Mir-2 en marzo de 2001. Lamentablemente, resultaba imposible llevar a cabo una misión análoga con las lanzaderas soviéticas debido a la baja inclinación orbital de la estación Freedom. Por desgracia, las diferencias políticas entre ambas potencias impidieron la continuación de estas misiones y después de tres acoplamientos de transbordadores estadounidenses con la Mir-2, el programa sería cancelado en 2003.
El fin de la era de los transbordadores espaciales soviéticos tendría lugar en enero de 2003, cuando la lanzadera Burya se desintegró durante la reentrada al regreso de una misión logística de la Mir-2, matando a la tripulación de dos personas formada por Yuri Sheffer y Yuri Prijodko. Un trozo de espuma de la etapa central del cohete Energía se había desprendido durante el lanzamiento, perforando una de las losetas de carbono-carbono del borde de ataque del orbitador.
Durante la reentrada, los gases a alta temperatura penetraron al interior de la estructura alar, desintegrando el vehículo en el proceso. El Burán, el único orbitador superviviente, realizaría varias misiones adicionales, pero ninguna con tripulación. A raíz de estos accidentes, la NASA decidió sustituir a su flota de transbordadores por el Shuttle II.
La URSS en el espacio 2003-2011
La tragedia del Burya significó el fin de los vuelos tripulados del transbordador soviético, pero ese mismo año un cohete Energía puso en órbita el primer módulo GTA-S de la nueva estación espacial Zvezdá (”estrella”). La Zvezdá sería completada en 2009 tras varios lanzamientos de los cohetes Energía y Energía-M. Con una tripulación permanente de ocho personas, Zvezdá sería la mayor estructura orbital jamás creada por el hombre.
Uno de los módulos, denominado TMP (Technological Production Module) tenía unas dimensiones de 35 x 4 metros y estaba destinado a al obtención de materiales en microgravedad. En 2005 se superaría el récord de permanencia en el espacio de Polyakov al permanecer tres cosmonautas la friolera de 20 meses en órbita. En 2007, coincidiendo con el 90º aniversario de la revolución blochevique, una nave Zaryá tripulada fue situada en órbita lunar usando un Energía-M.
El último vuelo del programa de transbordadores soviéticos tendría lugar en 2011, cuando el orbitador Burán se acopló con la estación Zvezdá para llevar a cabo una misión logística de rutina. Tras 23 años de servicio, el venerable transbordador fue retirado del servicio y hoy día se puede visitar en el Museo de la Cosmonáutica de Moscú.
Para sustituir a los transbordadores, la URSS priorizó el Túpolev Tu-2000 para desarrollar un avión espacial de una sola etapa totalmente reutilizable, así como el minitransbordador MAKS. El Tu-2000 era un programa esencialmente militar, creado para contrarrestar al X-30 NASP norteamericano que había realizado su primer vuelo en 2003. Al mismo tiempo, en 2005 entró en servicio la nueva generación de naves nucleares soviéticas, capaces de realizar misiones no tripuladas a la Luna o a Marte. Estas misiones se consideraron un ensayo general de cara a la construcción de una nave tripulada con destino al planeta rojo.
En 2011, la situación internacional permitió un nuevo acercamiento entre las dos superpotencias. Esta vez el objetivo sería mucho más ambicioso y más lejano. Una nueva era en la conquista del espacio se abriría en julio de 2011, cuando la Unión Soviética y los Estados Unidos acordaron realizar una misión tripulada a Marte antes de 2030.
Pero esa es otra historia…
(Tomado del Blog Eureka