viernes, 18 de febrero de 2011

La degradación física y moral de Carlos Otero.
















Tomado de Cubaperiodistas

Vendió su dignidad por un puñado de dólares, pero llegó la crisis, los niveles de audiencia bajaron, y fue arrojado por el capitalismo a la exclusión social

J.M. Álvarez

Carlos Otero fue un famoso presentador de la televisión cubana, que optó por traicionar a su país de origen. Traicionar, sí. Una cosa es emigrar en búsqueda de mejoras económicas que un país del Tercer Mundo- que no explota a otros países y además sufre un bloqueo- no puede dar, y otra, muy distinta, introducirse en el mundillo mafioso, declararse exiliado, ganarse simpatías de manera farisaica, y alcanzar así “cotas más altas”, como conducir un programa televisivo de un canal basura de Miami. Otero no emigró, vendió su dignidad por un puñado de dólares.

Pero llegó la crisis, los niveles de audiencia bajaron y, como todo en el capitalismo, si no generas dinero eres arrojado a la exclusión social, que fue lo que a él le ha sucedido. Incapaz de buscar la equivalencia a causa de su cobardía, se lamenta de su situación, dando una de cal y algo más de arena, llamando a la explotación, “libertad de expresión muy fuerte” y echando la culpa en parte, al hecho de haberse olvidado de la familia. Hace tiempo, Otero dijo en Miami que en Cuba añoraba la libertad de papel del capitalismo. Hoy, hecho un guiñapo, su degradación física y moral constituye un ejemplo para los ilusos que aún creen en las “bondades” de un sistema agonizante. Esto declaró, recientemente, el susodicho:

"Hace aproximadamente un mes que no salgo en cámara… me adentré tanto en mi trabajo que era totalmente opuesto a lo que venía haciendo por más de 30 años allá en Cuba y me fui olvidando de muchas cosas que no tuve el tiempo de valorar y de procesar (…) yo vine a este país para darle un futuro mejor a mis hijos… vine buscando libertad y nuevas aspiraciones en mi vida (...) me centré tanto en el proceso de considerarme un exiliado y dejar un hijo atrás (...) tienes que luchar con muchas cosas (…) yo venía de una TV muy tranquila y aquí me encontré con una libertad de expresión muy fuerte (...) caí en una depresión (...) me sentí muy mal y muy solo (...) estuve en una cama tirado tres días, sin probar alimento, llorando (…) esto es algo que le ha sucedido a muchísimas personas (...) no voy a decirte que pensé en el suicidio, porque soy muy cobarde para tomar esa decisión...

Sus declaraciones, dando vueltas y más vueltas, para eludir el centro del problema, que no es otro sino la degradación que provoca el capitalismo en los seres humanos, pueden causar lástima pero también repugnancia. Sin pretenderlo, Carlos Otero, refuerza nuestra convicción en la necesaria superación del capitalismo por el socialismo.

(Fuentes: Rebelión/ Blog del autor)

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