martes, 19 de enero de 2010

Celebrado en Matanzas el Día de la Ciencia Cubana.



Por: José Miguel.






El pasado 15 de enero, fue celebrado en la ciudad de Matanzas, el Día de la Ciencia Cubana, en la sala del Cine-Teatro Velazco.
Ese día como en toda Cuba, recordamos el Aniversario 50 del célebre discurso de Fidel, cuando dijo que el futuro de Cuba, sería necesariamente un futuro de hombres de ciencia, de hombres de pensamiento. Aquella reflexión dio origen a la celebración cada año del Día de la Ciencia Cubana.
En esta ocasión fueron reconocidos un grupo de doctores en distintas categorías por el resultado de sus investigaciones en todos los campos del saber humano, y que han contribuido a mejorar la calidad de vida de nuestra población.
Pero, lo más relevante para mi, lo confieso, fue el discurso conmemorativo pronunciado por el Doctor Ercilio Vento Canosa, Presidente de la Sociedad Espeleológica de Cuba e Historiador de la ciudad de Matanzas, que por su significado produjo gran impresión entre los asistentes.
Me di entonces a la tarea de reproducirlo para que ustedes también puedan conocerlo, y aqui se los traigo.

Palabras del Dr. Ercilio Vento Canosa, Presidente de la Sociedad Espeleológica de Cuba e Historiador de la Ciudad de Matanzas en el acto conmemorativo por el Día de la Ciencia en Cuba. Matanzas, 15 de enero de 2010, Año 52 de la Revolución.

El 15 de enero de 1960, en ocasión de celebrarse el vigésimo aniversario de la Sociedad Espeleológica de Cuba, en el local que ocupara la Academia de Ciencias de La Habana, el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, entonces Primer Ministro del Gobierno Revolucionario, recibía de manos de Eduardo Queral Martín la condición de Miembro de Honor de la más antigua de las Sociedades espeleológicas del continente americano y una de las más representativas de Cuba. En aquel trascendente acto habría de hacerse minuciosa referencia a la trayectoria de los espeleólogos cubanos en la luchas por la plena soberanía y los derechos de las clases más humildes del pueblo. La voz de denuncia de la Sociedad condujo a la prisión o a la tortura a más de un joven miembro e hizo que el tirano Fulgencio Batista ordena secuestrar y quemar la Geografía de Cuba publicada por el Dr. Antonio Núñez Jiménez.

No podría ser de otra manera, y es preciso que la historia recoja este acontecimiento como la más importante muestra de impotencia del desgobierno, incapaz de negar los hechos documentados y vividos por los hombres que más allá de la profundidad de una espelunca, fueron a los más apartados rincones de la Patria para descubrirle en la entraña humana el padecimiento de la pseudorrepública neocolonial. La prensa de esa época recoge más de un artículo de denuncia sobre este estado de cosas y es un claro testimonio del combate que cada día se libraba desde la trinchera de la intectualidad, colofón de lo cual fue el 26 de julio.

En el discurso de aquel memorable 15 de enero de 1960, el Dr. Antonio Núñez Jiménez recordaba las palabras que dijera Fidel en la pinareña Cueva de los Portales: “La Revolución había sido obra de alpinistas y espeleólogos”, en alusión al hecho que, tanto en la cima de las montañas orientales donde se incubó y evolucionó el germen guerrillero revolucionario, como en las oscuras entrañas de las cavidades subterráneas el espíritu de la Revolución había estado presente. Quizás pocos sepan que en las cavernas de Cayo Caguanes, al norte de la actual provincia de Santic Spíritus, encontraron refugio los científicos revolucionarios miembros de la Sociedad Espeleológica de Cuba que luego serían parte de la columna del Che al iniciar la invasión sus operaciones en la región central del país.

Este breve recuento es necesario, Al recibir la condición especial de Miembro de Honor, el Comandante en Jefe diría que inmerso en las tareas de gobierno de aquel día le había tomado de sorpresa la ocasión en que se vería obligado a un discurso ante lo que él llamó un público selecto, constituido por personas interesadas en cuestiones científicas e intelectuales, conjunto bien diverso de los obreros y campesinos para quienes la naciente Revolución había sido hecha y a quienes era preciso explicar e instruir en las nuevas responsabilidades que adquirían como pilares del nuevo Estado Revolucionario. Fidel diría, además, que había escuchado a Núñez emocionado y emocionante, relatando una historia que calificó de una gran lección por provenir de una institución donde se ponía de manifiesto la pureza, la sencillez y la sinceridad en medio de un trabajo de dos décadas, callado y modesto.

Al calor de lo escuchado, con la visión del visionario que con unos pocos fusiles y doce hombres fue capaz de confiar en el triunfo de la Revolución, el que cercado por el enemigo numeroso e inmóvil bajo las pajas de un cañaveral ya esbozaba en voz baja todo cuanto habría de cambiar y transformar en Cuba una vez que se consumara la victoria; Fidel enunció en aquel acto la frase que hoy nos convoca: “El futuro de nuestra Patria tiene que ser necesariamente un futuro de hombres de ciencia, tiene que ser un futuro de hombres de pensamiento, porque precisamente es lo que estamos sembrando; lo que estamos sembrando son oportunidades, ya que una parte considerable de nuestro pueblo no tenía acceso a la cultura ni a la ciencia…¡Cuántas inteligencias se habrán desperdiciado en ese olvido, cuántas inteligencias se habrán perdido! Y continuaba Fidel: “Inteligencias que hoy se incorporarán a la cultura y a la ciencia, porque para eso estamos convirtiendo las fortalezas en escuelas, para eso estamos construyendo Ciudades Escolares, para eso estamos llenando la Isla de maestros, para que en el futuro la Patria pueda contar con una pléyade brillante de hombres de pensamiento, de investigadores y de científicos.” “Ustedes que han sido los pioneros, verán como algún día no lejano, empiezan a cosecharse los primeros frutos de la semilla que hoy estamos sembrando, para que deje de ser un privilegio la cultura, deje de ser la Universidad lugar donde sólo tiene acceso una parte de nuestro pueblo, para que todo nuestro pueblo tenga acceso a ella…Cuba necesita de ustedes mucho. Cuba necesita de los hombres de pensamiento…porque sólo el pensamiento puede guiar a los pueblos en los instantes de grandes transformaciones y en los momentos en que se emprenden grandes empresas…”.

Adelantando Fidel lo que habría de venir y la colosal Batalla de todo el Pueblo en la defensa, añadiría: “¡Ojala que en los años venideros crezca la Sociedad Espeleológica y crezcan nuestras instituciones científicas; ojala que cientos de cubanos se sumen!...Y como la justicia es el ideal natural de todo pueblo, la naturaleza será también nuestra fuerza; poro eso hay que buscar nuevos espeleólogos, hay que despertar el interés en nuestra juventud para que investigue, para que conozca, para que se entrene…una cueva no es sólo útil desde el punto de vista científico…turístico… o económico… una cueva también es útil desde el punto de vista militar”

Han transcurrido 50 años de aquel día y hoy la Sociedad Espeleológica de Cuba conmemora también su 70 aniversario y el medio siglo de contar a Fidel en su membresía. En el presente 2010, el trabajo de Matanzas le ha merecido que tan significativa fecha sea celebrada con el acto nacional en la ciudad, a lo que se suma el Congreso de la Federación Espeleológica de América Latina y el Caribe. No es posible divorciar la concatenación de los hechos porque en ellos está contenida una parte vital de nuestra historia. Cubanos y extranjeros serán testigos de nuestro quehacer científico y de nuestras conquistas. Bastará ver en torno para ver el cumplimiento de las palabras del Comandante en Jefe. Cuba es hoy un país de hombres de ciencia, hombres y mujeres de pensamiento que hacen a diario una realidad de imposible cumplimiento sin una Revolución. Con orgullo legítimo podemos ostentar una nación soberana sin analfabetos, con el mayor índice de médicos por habitantes de toda la América Latina, con indicadores de salud comparables a los del llamado primer mundo y con avances en materia de biotecnología que lo colocan a la cabeza de los estados con mayor desarrollo, un país que, en tanto ser una isla bloqueada por la mayor potencia militar y política que ha conocido el mundo, ha sido capaz de promover planes que rebasan sus fronteras, cambiar la manera de pensar de millones de personas en el planeta y para quienes la Revolución ha sido un canto de esperanza y la más patente prueba de que es posible conquistar un mundo mejor.

Los que en 1960 fuimos jóvenes e iniciábamos nuestros primeros pasos en el camino de la ciencia fuimos, y hoy somos, los frutos de esa semilla soñada y sembrada por Fidel. Decimos también sin sonrojo que participamos en aquel proceso convulso de formar hombres de pensamiento. Desde bien temprano, los que a la sazón éramos estudiantes, tuvimos conciencia de las palabras dichas por Fidel aquel 15 de enero de 1960 y fuimos participantes de su impulso, sea estudiando el carso matancero hasta su más mínimo rincón, sea cuidando la naturaleza en el saber que en su salvaguarda estaba implícita la supervivencia de nuestra propia especie. Se ha visto a los largo de estos años que muchas de las figuras protagónicas de aquellos días del despegue revolucionario, comenzaron a gobernar el país conociéndolo de la mano de geógrafos, antropólogos, arqueólogos, agrónomos, oceanólogos, botánicos, zoólogos y espeleólogos. Bajando a simas cavernarias o trepando a las montañas, no quedó un pedazo de Cuba por ver y saber de sus necesidades; cada hombre y mujer de Cuba sintió la Revolución en su propia piel, los justos con confianza y fe en el futuro, los injustos con sobrado temor al cambio de los tiempos.

Matanzas es el sitio por donde la Patria comenzó su rebeldía en la bahía de Guanima en 1510, hará este año medio milenio y es también la cuna de un pueblo laborioso y culto, como también dijera el Comandante en Jefe. En cada estudiante que hoy accede a la educación superior está presente el ideario de Fidel; cada graduado es el cumplimiento de su sueño. Las tres universidades matanceras, las sedes dispersas por el territorio, los cientos de maestros convocados a la tarea de hacer hombres de ciencia y hombres de pensamiento, son los productos germinados de aquella simiente. Cuando toda esta muchedumbre de matanceros de ciencia y pensamiento se derrama en nuestras calles, sin trabas ni privilegios para alcanzar el sitio merecido de la dignidad y el derecho del hombre, podemos mirar hacia delante y pensar que el camino sigue siendo largo, pero también dar una mirada hacia detrás y ver que ya no lamentamos una inteligencia perdida o desperdiciada.

Aquel 15 de enero de 1960 Fidel concluyó sus palabras incitando a que cada año se hiciera un recuento como este, e invitando a que los hombres y las mujeres leales a que volvieran a reunirse para ponerse junto a la dignidad y junto a la verdad, que tornaran cada año para mantener y hacer la historia en la seguridad plena y absoluta de un momento en que ya a la inteligencia no se la persigue como a delito, sino se la busca y premia. Cuba vive enfrentada a uno de los retos más difíciles de todo su devenir. Los desafíos del milenio y la crisis económica que ha golpeado con dureza a los países desarrollados y en vías de desarrollo toca también en nuestras puertas. Será precisa toda la ciencia y toda la inteligencia de los cubanos para ganar esta batalla en la que se impone el pensamiento. Aún cuando todo el futuro de la Humanidad está en riesgo, los cubanos, y en particular los matanceros, sabemos que no nos apartamos del sedero trazado por Fidel hace medio siglo y estamos preparados para enfrentar todos los retos con la ciencia y el pensamiento cultivados en estos años: la meta soñada y sembrada aquel 15 de enero hoy se hizo realidad.

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