Recientemente, Melissa Blanco Déniz se convirtió en la primera mujer cubana que narra boxeo en la televisión nacional. Lo hizo en vivo, al describir para Tele Rebelde algunas de las jornadas del Torneo Nacional Playa Girón, que se desarrolló en Camagüey a finales de junio. Antes, había comentado pelota desde las cabinas de la emisora matancera Radio 26.
“Fue una experiencia fenomenal, me sentí de maravilla; ahora que lo hice puedo decir que di el paso, pero fue verdaderamente una locura”, recuerda emocionada en entrevista con nuestras Letras de Género.
A través de audios de WhatsApp, cuenta que más allá de algunas ocasiones en la sala de casa junto a su papá o en cursos de preparación, apenas tenía experiencia narrando boxeo. Nunca lo había hecho para un medio de comunicación; por tanto, el reto fue mayor.
Había practicado en la emisora, con algunos narradores matanceros, en especial con Dayron Medina. Les llevaba grabaciones, la escuchaban y le ofrecían recomendaciones. Además, participó en el curso de comentaristas deportivos y aprendió de excelentes profesores como Luis Alberto Izquierdo o Manuel Alejandro Pérez y Capote.
“Ellos me escucharon, me dijeron que era buena y esa fue mi experiencia previa con el boxeo antes de atreverme en la televisión nacional. Llegué con mucho miedo, aún lo tenía el último día pues era un gran reto, pero creo que fue bien recibido porque lo asumí con valentía, muchas ganas y feliz de tener la oportunidad”, dice.
En esta Isla de herencias machistas, donde todavía muchos repiten que "el deporte es cosa de hombres" y otros prejuicios sobreviven de formas más o menos evidentes, Melissa hizo historia en un espacio donde las mujeres no suelen ser mayoría. Sin embargo, la joven periodista matancera insiste en que el principal reto pasa por prepararse, aprender de los que saben y ser valientes para llegar a esas plazas que esperan.
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Melissa no llegó al periodismo deportivo
por casualidad. Desde que estudiaba en el Instituto Preuniversitario de
Ciencia Exactas Carlos Marx, tenía claro lo mucho que le gustaba. “Era
lo que más me apasionaba de lo que veía en la radio o escuchaba en la
televisión”, rememora.
Desde el primer año de la carrera empezó a prepararse para especializarse en deportes y una vez graduada, siguió profundizando para abrirse camino en el mundo de la narración. Sobre su experiencia allí y los desafíos que implica, conversó con nuestra columna.
¿Qué retos adicionales trae trabajar como narradora? ¿Cuáles son las diferencias entre el periodismo, narrar y comentar?
No es lo mismo hacer periodismo deportivo que narrar un deporte. Las diferencias entre hacer periodismo, narrar y comentar son amplias. Hacer periodismo implica llevar información a las personas, brindar la noticia, acercarla.
Mientras, narrar es describir lo que está ocurriendo en momento determinado sobre el terreno, el ring o la pista del deporte donde está teniendo lugar el deporte. Hay que contar qué están haciendo los jugadores, cómo se están moviendo, qué técnicas están aplicando, cómo es el trabajo realizado…
Aunque narrar y comentar se asemejan mucho, no son lo mismo. Comentar es aún más complejo, porque implica dar mi opinión, cómo valoro lo que está ocurriendo, profundizar un poco más en datos y análisis estadísticos. Lleva más de improvisación y conocimientos.
Narrar es conocer el deporte y decirle a las personas que están en su casa lo que sucede; comentar es arriesgarte a compartir datos, historias y tu criterio especializado.
¿Influye el género a la hora de especializarse en estos temas? ¿Cómo lo has vivido tú?
El género influye cuando las personas te valoran en primer lugar por él: primero se sorprenden porque haya una mujer en ese puesto y luego evalúan la calidad de tu trabajo. Ahí sí influye.
Sin embargo, hasta el momento no se ha convertido en un obstáculo para incluirme en la narración deportiva. Aquí en Matanzas, he tenido el apoyo de todos mis compañeros de trabajo, en especial de narradores y comentaristas: los que forman parte del colectivo de manera activa y aquellos que son glorias de la narración, como el profesor Francisco Pancho Soriano.
Ahora bien, el género sí implica un reto porque no existen mujeres que narren. Entonces, si lo voy a hacer, tengo que hacerlo bien. No se me puede aplaudir solo por ser mujer, por ser la excepción, debo convertirme en una buena narradora y que valoren como bueno mi trabajo. Eso conlleva esfuerzo y sacrificio, pero realmente tenemos las mismas capacidades que los hombres.
¿Cómo valoras la incorporación de las mujeres a este campo en Cuba? ¿Están creadas las condiciones para ello?
En mi opinión, el hecho de crear condiciones para los narradores va más allá de si eres hombre o mujer. En estos momentos, en nuestro país existen muy pocos espacios fuera de la capital donde narrar. Apenas se describe la Serie Nacional de Béisbol, que dura algunos meses y ya tiene definido sus comentaristas en cada provincia. En otras ciudades quizás se narre la Liga Superior de Baloncesto, pero es necesario comentar más eventos.
Por otra parte, quienes están en plazas de narración duran muchos años en ellas. Esa es una cosa que veo bien porque las emisoras y los canales se identifican con figuras específicas, pero al ser solo un gran evento deportivo, se limitan mucho las posibilidades de que existan más comentaristas.
Cuando la radio y la televisión tengan disponibilidad en todas las provincias para narrar más eventos deportivos, será mayor el número de narradores y por supuesto, el número de mujeres que se incorporen al campo.
En sentido general, creo que para las mujeres están creadas las condiciones. A mi nadie me ha regalado nada, pero tampoco me han puesto obstáculos. Lo que vale en cualquier profesión es la disposición a aprender y hacerlo un poco mejor cada día.
Esa es mi experiencia en Matanzas, pero no generalizo porque no sé cómo sucederá en otros espacios. Al menos acá está listo el terreno para que las mujeres lleguen, ojalá suceda así en otras provincias.
¿Qué crees de esa idea que asocia el deporte a los hombres? ¿Cómo influye esa segmentación en el hecho de que las mujeres los narren?
Los deportes generalmente se asocian a los hombres. Incluso en aquellos donde las mujeres son protagonistas y tienen excelente desempeño, se espera que quienes lo siguen desde el otro lado de la pantalla, la radio o el celular, sean en su mayoría hombres. Creo que todavía esa idea está en la mentalidad de nuestro país.
Entonces, cuando “el deporte de hombres” lo narra una mujer, cuando como narradora me encuentro en esa posición, llego con miedo de la aceptación que tendrá mi trabajo, de cómo se sentirán en casa quienes escuchan una voz femenina.
Pero hasta el momento la recepción ha sido mayoritariamente buena; y creo que eso también es una buena señal. Aunque aún sobrevive esa mentalidad del deporte como cosa de hombres, mi trabajo y el de otras mujeres se ha aceptado y empieza a verse como algo común. En la reciente experiencia narrando el boxeo, algunos comentarios de espectadores fueron sobre cuánto había demorado este momento en llegar.
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Melissa Blanco Déniz se ha preparado durante años para llegar a la mesa de narración, pero está convencida de que aún le queda mucho por aprender. Cuando le preguntas sobre las posibilidades para las mujeres en esos espacios, asegura que el principal desafío es perder el miedo a los obstáculos.
“A lo mejor hubo otras que quisieron, lo intentaron y en su momento no se les brindó la posibilidad, no lo sé”. Ahora, cree que los puestos están, las condiciones van creándose. Toca proponérselo, con valentía y sobreponiéndose a los prejuicios, para conseguirlo.
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